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ABC MADRID 07-05-1972 página 159
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ABC MADRID 07-05-1972 página 159

  • EdiciónABC, MADRID
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íl LA SIERRA AMENAZADA L rumor, insólito, resulta ya alarmante. Varios cronistas han comentado las cosas malas o peores que acontecen al Madrid urbano, en vías de crecimiento rápido y desmesurado. Han dado, como tantas otras veces, su voz de alarma y de temor ante cierto intento, repetido y tenaz, de parcelar la sierra y convertir grandes extensiones de la misma en urbanizaciones particulares ¡Ah! pero para justificar ese despropósito inaudito se aduce el pretexto consabido, el especioso puede- lo- todo de que eso se lleve a cabo y se realice bajo el santo y seña omnipotente, o la razón soberana de promociones turísticas que se lo traga todo como una enorme ballena, que no se cansa de engullir lo que le sale al paso de su voracidad o de su conveniencia, frente a cualesquiera otros intereses urbanos y sociales. Intentos tan graves como este de mutilar la sierra se han registrado ya, como fueron los de pretender- llevar la excavadora al Monte del Pardo y a la Casa de Campo, con el especioso pretexto de promocionar viviendas ¡qué horror! -y ie dar solución a urgentes problemas turísticos más importantes y beneficiosos sin duda que la salud y el oxigeno de los madrileños y la hermosura de los alrededores de Madrid, que hay que mantener y acrecentar para recreo y goce de los ojos y del espíritu. Es cierto que esos proyectos atentatorios quedaron paralizados a tiempo, gracias al eficaz alerta dado por la Prensa unánime y a la rápida e inteligente intervención de la autoridad de Carlos Arias. E Pero los intentos incalificables de irse comiendo o devorando el paisaje, el campo, el monte y la ladera de Madrid, no cesan. Y siempre con la justificación suprema de atender a lo turístico aunque sea con detrimento de otras muchas cosas esenciales, como si sólo de eso, tan precario y cambiante que es lo turístico viviera Madrid. No habría palabras, bastantemente indignadas, para lamentar el desafuero, el delito de esa naturaleza, como sería el disparate de parcelar, de mutilar, aunque sólo fuera en parte- -lo malo es empezar- -esa sierra de Madrid, esa joya de Dios, esa sierra novia del sol y del aire purísimo y purificante, y de las aguas limpias, incansablemente melodiosas; esa s i e r r a acaso la más bella de las sierras familiares y amigas, porque de una mirada se puede alcanzar toda su hermosura y el perfil exacto de su ondulada gracia; esa sierra, la más enamoradiza, la mejor y más cantada por montañeros y poetas- ¡versos de Enrique de Mesa y versos de Panero! -que está ahí abierta a la contemplación, al sosiego, a la delicia de los ojos y del espíritu. A la sierra, que es patrimonio común, no se la puede hipotecar en beneficio de unos pocos; y mucho menos se podría incrustar en ella un bloque monstruoso de ciudad informe y desgajada, que alteraría profundamente esa sierra de Madrid a la que no se le puede inferir ya mas injurias. Más que mutilarla y desfigurarla, habría que ampliarla y defenderla pino a pino, retama a retama y piedra a piedra. Se A la sierra, que. AS patrimonio común, no se la puede hipotecar en beneficio de unos pocos; y mucho menos se podría incrustar en ella un b l o q u e monstruoso de oiudad informe y desgajada, que alteraría profundamente esa sierra de Madrid, a la que no se le puede Inferir ya más I n j u r i a s d i o e él padre Félix García. puede y se debe ponerla al día, hacer aparcamientos subterráneos, por ejemplo, para comodidad y buen orden de viajeros y deportistas y de cuantos busquen en la sierra solaz y descanso; pero nunca reducir sus límites y menos mutilarla y afearla. Ya está bien que desde Madrid a El Escorial, por ejemplo, esté casi todo el terreno parcelado y apropiado sin que se encuentre apenas un palmo donde detener el pie para disfrutar del campo y su hermosura. Y hartos delitos se han cometido ya contra el paisaje de esas vertientes serranas, y hartas profanaciones contra la Naturaleza que contornea la sierra y sus laderas. La ascensión a Navacerrada, por ejemplo, está jalonada de costrones, de escombros, de excavaciones y hoyadas, como si todo el paisaje hubiera sido hozado por jabalíes monstruosos que. han dejado al aire sus entrañas profanadas. Yo creo que las piedras se levantarían, si prosperara el intento insensato, para impedir tanto ultraje. Ya está bien de negocios y de expansiones y de exigencias turísticas, que van a asfixiar y a hipotecar el aire que respiramos. La sierra de Madrid es, debe ser, intocable, por ley de Naturaleza, por ley de hermosura y por ser patrimonio de cuantos buscan aire y sol y cielo incontaminados para limpiarse los ojos y el alma, P. Félix GARCÍA 23

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