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ABC MADRID 28-04-1972 página 19
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ABC MADRID 28-04-1972 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
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A R. K. N. P. B. sec u n d ando los planes de F e r nández de la Mora, trata de promocionar- -otra palabreja de moda- -los viajes por ferrocarril. Es uno de los grandes empeños del hombre que tantos desempeños ha favorecido- -sobre todo entre tos contratistas de Obras Públicas- y al que no ie ruboriza que suenen las trompetas triunfalistas c u a n d o los triunfos son patentes; y tiene razón, siempre que se reserven. las energías necesarias para ponerles sordina si los triunfos se reducen a un desahogo de la gran imaginación que tienen algunos voceros oficiales ja oficiosos. Volviendo a los ferrocarriles, pocas cosas se han inventado tan agradables como un tren moderno para los viajes por tierra. El avión también es un artefacto maravilloso para todo el que tiene que salvar los océanos o las fronteras de un continente, y está atrapado por el demonio de la prisa, ten cambio, el automóvil es un chisme infernal; el contamos contigo de todos los cementerios del mundo, sólo indispensable si hay que dirigirse a lugares donde no LOS TRANSPORTES CAMP paro en meterse dentro de un misil y volar, a oscuras, si les garantizase que iban a llegar, incólumes, a Barcelona en quince minutos. No todos saben gustar de las delicias de un viaje en tren, en un moderno cochecama, o en un rápido de día, cuando podemos permitimos el lujo, de unas horas de vacaciones. A las siete de la tarde, terminadas las tareas del día, sale un tren, por ejemplo, hacia París. Coloca usted sus maletas, ojea los periódicos de la tarde y se va a tomar un aperitivo con los amigos. (En los trenes siempre se encuentra algún amigo, incluso a algún enemigo que, al llegar a París, nunca se sabe por qué, ya no lo es tanto. Luego viene la cena, que tampoco se sabe por qué suele ser excelente en ese tren... y ¡a la cama! (Hay algunos sibaritas que llevan, en su equipaje, la almohada de su casa; gran refinamiento. Para donnirse rápidamente aconsejamos la na para llegar a Ginebra a las siete j media de la tarde, en uno de los ú l t i m o! modelos del Talgo qw se desliza como uns pluma por los carriles franceses. Siempre grato contemplar los paisajes de la dulce Francia y paladear, en ese tren, incomparables rosbif, pálidos en su centro y sonrosados en sus orillas. El tren es uno de los pocos relajos que nos concede nuestra trepidante circulación. Conocemos á vaá caballero del Norte que viaja en los trenes corrientes, de díar porque dice que sólo en ellos pueden estudiar, con sosiego, los farragosos documentos que debe conocer antes de entrar en Madrid, en las salas de sus consejos de administración. El ferrocarril no se resigna a morir. Los trenes camp los viejos y románticos expresos europeos, se han propuesto competir con el avión y el automóvil. Y lo van a conseguir si se renuevan los vagones y los carriles, como ya se está haciendo. Todos los medios de locomoción tienen su sitió y su ventaja: el tren, el barco, el avión y el automóvil. los viejos y románticos llegan trenes decentes, o raudos aviones. Pero si alguien quiere ir desde Madrid a las capitales de la periferia española, incluso a París o a Lisboa, y no puede perder ni una hora de la jornada laboral, no tiene más que meterse en un expreso nocturna Cenará y se acostará a las horas en que normalmente lo hace. Es cierto que se puede viajar hacia alguna de esas capitales en los aviones, de noche, y reconocemos que éste es un viaje ideal, especialmente para los fuguillas, los que no tendrían re- lectura de alguna colección de discursos ministeriales. A las ocho, un sumario aseo y un buen desayuno; y a las nueve y media estará usted entrando en la vetusta estación de Austerlitz. Todo un día por delante para sus gestiones en París... si es que se va a París para hacer gestiones, lo que, por lo general, no suele quedar muy claro. Y si le es posible tomarse unas horas de vacación, o se necesita consultar a un médico barato, nada como salir de Barcelona a las diez menos cuarto de la mafia- Lo que sentimos es que ya no se pueda circular por las ciudades en aquellas berlinas, verdaderos estuches, tirados por unos caballos que no quemaban petróleo, en les tiempos en que bastaban unos barrenderos para resolver todos los problemas de la contaminación en las vías públicas... Qué tremenda trampa la del progreso ilimitado! Ramón SIERRA

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