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ABC MADRID 25-04-1972 página 139
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ABC MADRID 25-04-1972 página 139

  • EdiciónABC, MADRID
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SIGUE CAMINANDO raros dibujos y absurdos slogans publicitarios En aquella habitación todo parecía normal. Cualquiera al verlos hubiera pensado que todos eran íelices. Mientras palpitaban en un eterno contrasentido: el tiempo Oada uno de los reunidos allí jugaba a engañarse a sí mismo en el tiempo Que arrebatador se precipitaba sobre ellos. Una y otra yez. Y cada vez más cerca, Más audaz. Más constante. Frío Inmutable. Machacón. Riéndose a carcajadas. La lucha entre ellos Dentro de ellos. Hacia ellos había comenzado. EL DOMINIO DEL TIEMPO Pero en el ambiente nada se podía ver. Adornaban sus cuerpos egocéntricamente, con las mismas baratijas que antes habían comprado. Se miraban a los espejos apiñados, para así deslumhrarse unos a otros Se descalzaban absurdamente Se dejaban mecer en la alegría de sus hogares. Todo era felicidad Buido de voces. Jugueteos con la madrugada y con el alma. Mientras se alzaban las copas en los brindis o se abrazaban febrilmente. Reían audaces o se estremecían de gozo. De esperanzas anunciadoras. Como si hubieran conseguido la meta deseada: el dominio del tiempo. Mientras esto sucedía en aquella habitación vi en mi sueño cómo Batiste de Aitana caminaba solo por las calles oscuras de la ciudad. Que él, el vagabundo, iba pisando como precaria humanidad trashumante Con humildes harapos protegía su cuerpo ante la noche fría. De hambre sus facciones estaban cargadas. De extrañes pensamientos sus manos y sus pies le movían. Y como ante el mundo que le cir- Después de pensar esto, alza Batiste la vista al cielo. Y ve las estrellas brillar desmesuradamente. Y ve las nubes lejanas. Y ve el aire acumularse en el horizonte. Como si tuviera cuerpo. Y ve la Luna cómo crece. Cómo mengua. O se queda rota. O cuajada como un pandero. Y pasa horas. Y horas observando cada nube que la cruza. Cada arco que la ciñe. Cada ave que en ella deja su silueta. Y si es de día, a la luz del Sol, entonces tumbado en tierra se emborracha de placer contemplándolo todo como sólo para él. Sélo para él: precaria humanidad trashumante. Qué mayor regalo que este. Qué mejor presente pueden ofrecerle los hombres. Qué mayor dádiva que la que le ofrece Dios. Y así, con sus pensamientos, el vagabundo sigue caminando. La noche, tartamuda de días, siente la agonía de su desenlace final y sufre una eterna pasión de superación. De balance. De justificación de sí misma. Pasando como una sombra sobre la conciencia del tiempo. Aliada de él, sigue a sus espaldas el juego de la vida del hombre las calles. El mar. Los montes siguen igualmente su juego Y las copas se alzan de nuevo en las casas y la alegría vuelve a desbordarse. Sólo el vagabundo, lejos de la bullanguera ensalada de las historias, continúa caminando. Implacable, Impulsado por íln raro instinto primigenio. Quién hubiera osado detenerle. Pedirle. Rogarle que excusara de su ausencia. Nadie. Sólo él y el tiempo caminaban sin descanso. Riéndose a carcajadas de los hombres. Batiste esta noche había pensado en los demás. Y sintió tristeza. Por eso cuando el tiempo hubo caído sobre una humanidad doliente, sintió miedo de sí iDe su (propia existencia. Y pidió a Dios perdone b r e dilatando el espacio. El valle levantino del monte A ¡tana. al h o m aquella noche cedió Y el tiempo ante los deseos de Dios. Y con eternas discundaba, con el cielo en lo alto y la tierra culpas al hombre le colmó de bienes. De a sus pies, se sintió súbitamente solo y placeres. De ilusiones engañosas. Y se triste. Triste de ofender al hombre por el sintió más conforme de sí. hombre. Tiste de no igualar su felicidad a El hombre, lleno de atavismos, no se la de los demás hombres. Triste de la competencia humana. La tristeza de ser enteró de esta modesta explicación del menos de ser precaria humanidad tiempo. Y lo oprimió contra sí. Un año. trashumante Poroue Batiste no se Y otro. Y otro... Hasta que un día el sentía triste por sí mismo, sino por los tiempo se enfadó. Se estrujó sobre el otros. Porque engañosamente, mientras el hombre. Y fue aplastando poco a poco su tiempo caminaba fiero y arrebatador, ellos, espacio. Su vida. Su existencia Hasta doalegres, celebraban su derrota vida. minarle por completo. Tiempo Había llegado el día en que el reino Batiste después reflexiona. Piensa que del mundo pasaba a su poder Y entonha venido al mundo sin expresión. San ces escupió al hombre. A la Historia. S ideas propias. Y que ahora tiene algo. Tie- la alegría placentera del hombre. De esta ne unos harapos que cubren su cuerpo. lucha desigual nadie dijo nada. Todos Tiene una sonrisa que llena su corazón. callaron. Algunos lloraron más de miedo Tiene unas piernas que le dan movilidad, que de temor de Dios. Otros, los más, se que le llevan lejos. ¿Hacia dónde? No consideraron engañados. Ofendidos. Y se importe el lugar. Hacia adelante. Lo im- prepararon para la venganza venganportante es que le llevan. Que le dan una za al tiempo. Venganza al pasado. Ventremenda agilidad. Y que puede todavía ganza a la eternidad más: puede recrearse en sus propias ideas. Pero nada cambió Todo siguió igual. El Y contemplarlas. Y verlas. Y acariciarlas. tiempo, inmutable v machacón, s i g u i ó Una y mil veces. Todas las que quiera. Pue- riéndose a carcajadas de los hombres. de sentir hambre. Y pasiones. Y frío Mientras los hombres, con su profana frío Mucho frío siente aquella noche expresión, seguían en las casas con sus Eso es lo que más le alegra caminando bajo ideas de ternidad. Sin hacerle caso. Como las estrellas: cuando el sol dormía y la si su existencia fuera infinita. Eterna. luna también dormía. Sentir el frío que Llena de tiempo. Y el tiempo, triste por paraliza sus músculos. Que hincha sus ma- el poco caso que el hombre le hacía, sinos amoratándolas. Que insensibiliza su guió castigándole para demostrarle que cara ateriéndola hasta la madrugada. En- todo era como él lo había previsto. Portonces se siente vivir. iPalpitar. Como algo que así Dios le había dejado obrar. Sólo que puede existir libremente. Entonces, un hombre. El vagabundo de Aitana seno se cambia per nadie. Es d i c h o s o guía caminando por las calles bajo las más que los hombres de las casas relucientes como colmenas iluminadas estrellas como precaria humanidad Este den. Este presente. Es el mejor re- trashumante. Mientras el sol dormía. Y galo, la mejor dádiva que el hombre puede la Luna también dormía recibir. César DE LA LAMA

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