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ABC MADRID 19-04-1972 página 21
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ABC MADRID 19-04-1972 página 21

  • EdiciónABC, MADRID
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Z UBIRI. Escribir su nombre es, cuando menos, instalarse en el rigor. O en la historia de la filosofía más sutil. O en el latir paradójico de un mundo conciso, innumerable, que se va abriendo a la realidad de una manera insólita. ¿Qué clara significación existe sobre esa talla menuda de Xavier Zubiri, siempre pulcramente vestido y con cierto aire severo, de hablar preciso, rápido, incisivo, de risa franca y mirada honda? Una primera aproximación superficial revierte a formalidades mantenidas con firmeza desde hace tiempo, y sólo rotas por sus íntimos: Zubiri no entendió nunca la práctica de la vida intelectual como un pretexto para tejer una figura de hombre espectacular. Lo ha repetido López Quintas, discípulo suyo y profesor nuestro. A Zubiri no se le puede preguntar para una entrevista en el periódico. Se sabe, evidentemente. Lo sabíamos cuando le vimos por primera vez, al llegar a Madrid en 1968, en uno de sus cursos en la Sociedad de Estudios y Publicaciones, tras haber leído su escasa cbra escrita en el seno de aquella reducida promoción que, acaso por vez primera en España, había mantenido Sobre la esencia como libro de texto diario a lo largo de un curso de Ontología en la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia de Camillas. Be la mano de Carlos Baciero. De nuevo, discípulo de discípulos. ¿Y Zubiri? ¿Qué extraña rebeldía. leal nos inducía, en los años en que no éramos ortegnianos porque apenas si temamos algo que ser hace unos años, a repensar en acuella Escuela de Madrid? Nos había extrañado, en un principio, la ausencia de Ortega en Sobre la esencia Se dijo que cada uno de ellos elaboraba las influencias recibidas en un sislema altamente impersonal. ¿Pero qué había ocurrido hasta nosotros? ¿Cómo se anudaba, según recordaba hace peco Emilio García Gómez, el cuarto eslabón o quinto con nosotros? Y Zubiri, que deja la Universidad poco antes de la fecha sobre la que nace una generacien que llega ahora- -tras el deseo palpable de proseguir- -a la aventura estética del pensamiento, daba con otros pocos la medida coherente- -leámoslo despacio- -de una época. que vex con los postulados e interferencias de la teoría política, ¿no requiere un planteamiento serio y un a n á l i s i s antitético, progresivo, la obra de Zubiri? Es obvia la respuesta. Son t a n t o s los birse o no al ¡palillo del abanico. Senti- elementos que maneja el filósofo vasco, y mientos. Estética. Estaticismo o movimien- tan extraordinairiamente precisos, que su to. No importa. El mundo volvía a con- obra constituye una ineludible razón es formarse de nuevo al pensamiento. Pero torno a las situaciones intelecuales máj por fin, y acaso sea este el foco más po- sugestivas que confronta el hombre de tente jue ilumina la trayectoria del pen- hoy. samiento critico actual, las modas se diluHa resultado fácil decir que el mejor yen. Seamos ingenuos. Babia que decirlo Zubiri- -su más potente pensamiento- -se de algún modo. Se entremezclan y con- produce cuando convierte en física la Esfunden entre sí los más distintos métodos colástica, a través de un proceso de relación de las partes con el todo, o cuando se aparta de la misma. Escolástica trascendiéndola, aportando matices que le son menos nuevos cuanto mus extraños en el contexto en que Zubiri lo- s instala. Pero Xavier, que prefiere, sin duda, Aristóteleí antes que a Platón, dinamita los esquema! habituales del sistema. Introduce innovaciones fundamentales. ¿Es que no se ha advertido todavía la extraordinaria distinción entre ser y realidad, sorprendente hasta en el seno mismo de una sensibilidad fantástica? Es indudable que, en frase de Fernández de la Mora, discípulo que ha calificado. aJ maestro como una de las mentes má ¡preclaras y lúcidas de nuestio pensamiento filosófico al pasar por la mente de Zubiri, hasta el torrencial Bergson cuadricula y marca el paso escolástico Es un ejemplo. Podrían aducirsr los forcejeos con Kant, Bilthey, Scheler, Husserl, a incluso con el propio Aristóteles y sus principales comentaristas, aunque esto ultime ya ni. s acerque a una visión inédita Porque si Zubiri destroza, en el ámbito de la especulación puramente filosófica, los esquemas habituales b, tiy que reinventar un nuevo modo ds realidad crítica. Sólo un primer acercamiento crítico a su lenguaje podría ocupar un inmenso capítulo. En ocasiones, como en el curso El hombre y la verdad las continuas apelaciones de Zubiri al lenguaje popular y coloquial determinan, sobre la construcción sistemática, algunos de sus mejores hallazgos sorprendentes. Por medio de un voc culario usual, modelando verbos, partículas, sustantivos, Zubiri entrama expresiones de contornos difusos en un cuerpo medito, Sería inútil intentar ahora, en estas pácargado de sentido, que redescubre el priginas, cualquier ensayo de síntesis con mer horizonte abierto dond ¿se instala la Zubiri. Por dos consecuencias verdaderas representación filosófica de una determia su modo: o derivaríamos inevitablemennada sensibilidad contempera uea. Cabría te al círculo de Iniciados, y no debemos incluso hablar del conocimiento de Espacaer en este caso en la cuidada trampa de la minoría selecta, o desvirtuaríamos 4. a obra de Xavier Zubiri (sobre ña, mrebuscada en vocablos detenidos en el lo o aspectos, matices, presupuestos, pósteras. estas líneas) constituye una inelu- quiales. renqueante de arepciones coloY si estas omisiones son decisivas para dible razón en torno a fas situacomprender- cualquier pensamiento afilaciones intelectuales más sugestivas En 1953, en un homenaje que se le do y sistemático, con Zubiri recortarían que afronta el hombre de hoy. tributa, dejan constancia fie su admiración un gran porcentaje de su mejor y más al maestro los representantes de una genegrande aportación a qué: sin duda, al pensamiento que atraviesa con la Escolás- de investigación y de conocimiento, en ración significativa: Laín, López Ibor. Rol Carballo, Rosales, Tovar, VÍVPOICO, Julio tica la historia de la Filosofía hasta alcanmueva vigencia de valores hezar los núcleos más eficaces- -filosóficos, busca de la ocasionales. ¿No ha analizado Palacios, Marías, Diez del Corral, Aranguren, I4 sarrague. Augusto Ortega, Kidrueteológicos y científicijsi- -de nuestro siglo. terogéneos, Roland Bartities a San Ignacio de Loyola? Gome Arboleya, Para algunos, éttfes: han querido ver ¿Qué se interpone decisivamente entre jo, García Val de casas, 1968- -han pasado Conde, Cardenal. En en la Kscolástica mas que disputas unifor- Borges y Neruda? La afinidad de ideolo- quince años- con motivo de cumplirse los mes o un alegre saber histórico que con- gía, sentimiento, o la distinta actitud pocebía a la Filosofía como esclava de la lítica, como ha ocurrido siempre, no se setentay del filosofo, la Sociedad de Estudios Publicaciones le rinde en el Teología Zubiri, poderoso, temido, respe- inmiscuía ya en el recio entramado de una que participan Justamente casi otro centeun tado siempre, ha seguido siendo más teó- cultura soportada por un aparato socio- nar de firmas prestigiosas. Todas ellas de logo que filósofo en el tiempo en que político ambiguo y, regularmente, contra- la misma o de próximas, caían implacablemente los valores tradi- dictorio. ¿No recitaba versos Robert Lo- muy vinculadasdos generaciones ha pasado entre si ¿Qué cionales al pie de la sociología, economía, well, en el Amibassador Ittieatre de Wash- hasta nosotros? Existe un rcicio sisteteoría política, antropología y- -hemos de ington, poco antes de ponerse en marcha mático ineludible, eficaz, a ies tangendecirlo- -de las ciencias positivas. Otros, la más grandiosa manifestación que se con todo el esplendor de congruentes y menos suspicaces, advertían haya organizado en Estados Unidos contra cial, que llega vigoroso y lúrfóu hasta un la el recodo crítico donde el tiempo separaba la guerra de Vietnam? ¿El estudio de la pensamiento filosófica ie nr i spaña procuidadosamente en nuestra época las ac- forma no proporciona, en definitiva, los preocupación algunos í e a niveles más titudes y concepciones que dibujaban un más densos contenidos sobre el fondo? Y blemática en perfil cultural vigoroso. Uno podía adscri- desde esta perspectiva, que no tiene nada intransigentes. 1! r PEGKOS XAVIER ZUBIRI UNA NUEVA REALIDAD CRITICA

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