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ABC MADRID 16-04-1972 página 130
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ABC MADRID 16-04-1972 página 130

  • EdiciónABC, MADRID
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LOS VERDADEROS DESCVB DE AMERICA Miguel Ángel Asturias nos ofrece en este articulo una prueba de la diversidad y riqueza de su pluma. Su inquietud y su curiosidad le han llevado a asistir a una conferencia sobre loros en ese París donde las charlas sobre los temas más peregrinos cambian su meruí como en los restaurantes Y ahora lo cuenta con algo de magia, de ironía y de verdadera complacencia, recordando, de paso, que un reguero de aves de verde color de esperanza señaló a Colón el camino de América. QUÍ en París, donde se dan conferencias sobre los temas más peregrinos, el menú cambia, como en los restaurantes, todos los días, Se a n u n c i ó no hace mucho una charla sobre loros, y lo que de momento p u d o creerse que era una broma resultó tan serio como cualquier otro de los actos académicos. El conferenciante empezó diciendo, con toda honestidad, que más que una conferencia iba a ofre cernos una charla sobre esos curiosos charlatanes verdes, tan calumniados por los que viven a sus costillas, contando chistes, y tan perseguidos por los que les dan caza para domesticarlos, aprov e c h a r sus plumas o exterminarlos por el temor a la famosa psitacosis. Y entrando en materia lorística expresó que su domesticación es tan antigua que no cabría fijar cuándo empezó, pues ya en la época de Catón lucían estas aves, traídas de la India, en jaulas de plata sobre estacas de marfil. Era la época en que un loro que h a b l a r a bien valía más que un esclavo. Y lo primero que aprendían a pronunciar los loros era el nombre de César, y los de las favoritas. Luego, después del descubrimiento de América, Europa se llena de loros. Sientan sus reales en las Cortes, en las casas de los señores y, poco a poco, van bajando en la escala social hasta vérseles en las posadas de Cádiz, en las mancebías y otros sitios poco recomendables. Es acoquinante el hablar de estos monos alados Llenan el aire con sus palabras y gritos estridentes, y aunque ya se les tiene catalogados no falta nave con sorpresa, y la sorpresa es A cíosos y parlanchines animales, por el color de su pluma, el brumoso y entintado ojo y su soltura para imitar el habla del cristiano. Además del oro, el loro se decía ya entonces comentando la riqueza de los que volvían de Indias, y emperadores, reinas, príncipes y primados entretuvieron sus ocios con estas aves malignas, astutas y aun bastante caprichosas, a las que muchas veces se pensaba no ajenas al demonio, tan bien imitan el don de la palabra. v ciante a detallar lo evolucionado de ios sentidos de los loros: ven, sienten, oyen, gustan, tocan, paladean con la lengua los alimentos, reconocié n d o I o s; estornudan al respirar humo; en cautividad beben agua, pero no cuando están libres, por lo que con elfos sí reza de verdad aquello de la sed de la libertad Poseen memoria, discernimiento, prudencia; se hacen agradables o inaguantables, según quieran agradar o desagradar a las personas con quien tratan... D EL campo de la historia pasó el conferenciante a la clasificación, indicando que los loros, cotorras y guacamayos, constituyen un orden de aves bien determinado que se caracteriza por la conformación de su pico, que no la presentan otras aves, por lo que los ornitólogos les dieron el nombre de globirrostros. Pueden ser consideradas como las aves más superiores por su inteligencia extraordinaria. Utilizan el pico como órgano de locomoción y en ningún ave se observa, como en ésta, la articulación que existe entre el hueso frontal y la mandíbula superior, así como la articulación del maxilar inferior con el hueso timpánico. El desarrollo de los músculos de la laringe les permite imitar la voz humana con toda naturalidad, y sus colores llamativos y vistosos, azul, negro y amarillo, se deben a pigmentos, mientras los verdes tornasolados, a la estructura de las plumas y dispersión y refracción de la luz. Sobrepasan de 600 las especies conocidas. P ERO donde el conferenciante sorprendió a sus oyentes fue cuando dijo, m dio en broma, medio en serio, que después de discutirse mucho si el descubridor de América había sido Cristóbal Colón, ya que m u c h o s pretendían que antes habían llegado a nuestras costas los vikingos, los portugueses y otras naciones de navegantes, lo que no podía negarse era que los verdaderos descubridores del Nuevo Mundo habían sido los loros, quienes salieron al encuentro de la Santa María la Niña y la Pinta Los loros, las bandadas de loros hicieron cambiar el rumbo a Colón, que por silos descubrió tierra de aquel lado del océano. Algo así como un milagro para el Almirante el encontrarse de pronto con un reguero de aves de verde cclor de esperanza, gritándole: ¡Es por aquí, ¡Es por aquí... con el sonido gutural, vibrante, de sus agujeres nasales Y por allí era, por allí era América Miguel Ángel ASTURIAS

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