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ABC MADRID 15-04-1972 página 128
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ABC MADRID 15-04-1972 página 128

  • EdiciónABC, MADRID
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E los 4.831.365 vehículos de que consta actualmente el parque automóvil nacional, 2.784.676 son automóviles de turismo. Dentro de pocos meses rodarán ya por las carreteras españolas tres millones de coches, con lo que la industria dependiente del automóvil (talleres de reparación, chapa y otros) ha paido a ocupar un papel importantísimo dentro de la economía del país. Aunque en lo que se refiere a este apartado de las reparaciones no se puede obtener el dato preciso, dada su variabilidad, comprobemos el enorme interés que ya tiene con sólo enunciar este otro dato adyacente: en 1971 se vendieron en España 400.000 automóviles, lo que representa un volumen de facturación próximo a los cuarenta mil millones de pesetas; esto es, el 3,50 del producto industrial bruto del país. En torno a estas cifras millonarias ha ido creciendo una industria potente, dispersa y, en ocasiones, anárquica que ha tenido sus mejores años al amparo del desorden y la falta de estructuración. Es esa industria imprescindible en un país motorizadc que se encuadra dentro del complejo universo de los talleres de reparación. Una industria, diríamos, que se ha ido improvisando conforme los usuarios de automóviles precisaban asistencia técnica. Y el caso es, en ocasiones, tan singular que no privaré al lector de una anécdota generalizada. lleres, que empiezan a ser totalmente insuficientes para la riada automovilística que ya cruza las calles. Quien tenía un pequeño taller a la salida de cualquier pueblo ha observado que con harta frecuencia se detienen coches a sus puertas para tal o cual pega mecánica. El pequeño tallercito- -un cocherón mugriento atendido por el dueño y un aprendiz- -empieza a rotular en el friso de su portalón: Talleres García. Reparación de automóviles en general Y sólo a la espera de los que pasan, nuestro García, Rodríguez o López ve nacer un DEL PEQUEÑO AL GRAN TALLER Cuando allá por los años cincuenta había que tener recomendación de ministro lograr u n Seat 1400 y después un CC los escasos talleres de reparación que había en España dependían generalmente del exclusivo patrocinio de un viejo y excelente mecánico acostumbrado a técnicas remotas del automovilismo y, durante los años cuarenta, dedicado a la instalación de gasógenos en los vehículos que se habían salvado de la contienda civil. Finalizan los años cincuenta y esos antiguos talleres apenas han sufrido variación. Quien se compraba un coche en este país conocía las dificultades de reparación que habría de encontrar y la escasez tantas veces de recambios originales. Era una aventura que sólo la naciente idea de la motorización podía sufragar. No era raro que el propietario de un coche, aun fabricado en España, tuviese que esperar con el automóvil encerrado en el garaje quince, treinta días hasta la recepción de la imprescindible y rarísima pieza de recambio. Para los años sesenta empiezan a cambiar las cosas. ¿Pero cómo han cambiado? Han cambiado sobre la base de una reforma y acondicionamiento de aquellos ta- El decreto que acaba de publicar el B. O. E. arma de gran alcance contra la facturación abusiva El Gobierno ha interpretado con acierto el clamor de la opinión pública frente a la ilegalidad negocie cuyo mercado es la propia cinta de asfalto que pasa delante de su casa. Es por estas fechas cuando empieza la gran competencia. Las grandes marcas que se han instalado en España exigen de sus concesionarios talleres oficiales, que en la mayoría de los casos son modelo en lo que al personal especializado, local y utillaje se refiere. Alguien da el alto a las viejas fórmulas de reparación. Ahora el automovilista es recibido en el taller- -en el gran taller- -por un señor de bata blanca, el recepcionista, que aplica el fonendo de su experiencia sobre la estremecida piel del coche, y diagnostica. El propietario del automóvil suda en sus adentros: recuenta mentalmente en su billetera, hace números otra vez, se arma de valor y exclama: ¡Que sea lo que Dios quiera! Esto era así, sin hipérbole ni sensacionalismo. Esto era así de crudamente, y quien hoy haga examen de conciencia tendrá que reconocer en sus adentros que el sufrido automovilista español- -que es quien ha pagado la motorización del país- -tenía motivos para sudar y estremecerse cjjando aquel señor con bata blanca ponía gesto dudoso y repetía ese veremos a ver EL FRAUDE DESCARADO ¿Qué sucedía? ¿Qué empezaba a ocurrir en el mundo de las ya abundantes reparaciones de automóviles? Que me rectifiquen si incurro en error al enumerar separadamente las razones que he escrito en este periódico en otras ocasiones: La incipiente industria del automóvil en España no había dado ocasión a la ex- fe EL DECRETO, EN SÍNTESIS TALLERES T NUEVAS INSTALACIONES Para instalar un nuevo taller o para ampliar los ya existentes habrá que obtener el permiso oportuno de la Delegación de Industria para lo que se exigirá una serie de documentos acreditativos que justifiquen los equipos técnicos y de personal que se exigen, en este decreto. Se establecen tres tipos de talleres según que se dedique a una sola marca, a una especialidad o a todo tipo de vehículos. Deberán tener en la fachada una placa distintiva, cuya forma y modelo varía según la clase de taller. RECAMBIOS Todas las piezas, elementos conjuntos que los talleres 1 r ABr 9.036 Taller mecánico autorizados utilicen en sus reparaciones deberán ser nuevos, salvo algunas excepcio- nes. Las piezas auxiliares, ta- ¡les como arandelas, pasadores, etc. y aquellas otras que por su configuración o tamaño no permitan fijar la marca del fabricante, deberán poder identificarse por la marca del mismo fijada en etiquetas, marchamos o en el estuche o paquetes que las contenga. Queda prohibido a todos los talleres, sea cual fuer? su calificación, instalar en los vehículos automóviles piezas, elementos o conjuntos cuya utilización no esté permitida por el Código de la Circulación. Será riguroso I control de precios. Las averías o defectos ocultos que eventuahnente puedan aparecer durante la repara- ción deberán ser puestas en conocimiento del cliente, con presupuesto de su importe FACTURA OBLIGATORIA Todos los talleres están obligados a entregar al cliente una factura de la reparación efectuada, en la que se detallará cada una de las operaciones realizadas, con sus precios, de acuerdo con el presupuesto; o bien, separadamente, las piezas, elementos o conjuntos sustituidos, con sus precios. También están obligados a tener disposición del público los precios medios de la hora- taller aplicables a los presupuestos para los trabajos normales de mecánica, electricidad o carrocería, así como los recar-

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