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ABC MADRID 13-04-1972 página 53
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ABC MADRID 13-04-1972 página 53

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. Uri JUEVES 13 DE A B R I L DE 1973. EDICIÓN OE LA MAÑANA. PAG. 53. EL CUAJARON EDITORIAL ESPASA CALPE: Mana de Borgoña, de Yves Cazaux, Tartessos, de Adolí Schulten; Que nada se sabe, de Francisco Sánchez; Mucho ruido y pocas nueces y Timón de Atenas, de William Shakespeare EDITORIAL MAGISTERIO E S P A- ESCAPARATE de José María REQUENA Ediciones Destino, Barcelona, 1972, 206 páginas. por Antonio IGLESIAS LAGUNA ACE tiempo dediqué un ensayo a la novela de toros. Alguien había negado la existencia cieJ género y me costó muy poco demostrarle su error. Si el toreo es fiesta nacional, parece lógico tentara a los narradores. No vamos a caer en el papanatismo de creer, como mi contradictor, que la narrativa taurina es invento de Hemingway. Una ÑOL: Cincuenta perprueba adicional la tenesonajes del teatro mos en El cuajaron de universal, de Alfredo CROh. -A José María Requena, preMarqueríe; El despismio Eugenio Nadal 1971. te nacional (Tercera Con la particularidad de tocar un tema ya abordaAntología, 1966 délas do por Ramón Solís en El 1971) 4 e Evaristo canto de la gallina la Acevedo; La oración LETRAS intimidad del diestro, su de Santa Teresa de existencia particular. AhoJesús (Introducción y ra bien, como El canto de la gallina trata de un selección da textos de torero retirado, mientras Carmen Castro) que El cuajaron se ocupa de otro en activo, en esta última EPESA: Lord Byron, de José L Blanco lo privado se confunde con lo públiy Quiñones; Palabras básicas del Evangeco, cortijo y ruedo se alternan sin solio (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) Conlución de continuidad. El pasado y el presente, el futuro, inclusive, son exmemorativo del Año Internacional del puestos por el autor para dar, inconeLibro xamente la trayectoria vital del espada famoso. EDITORIAL DON ¿Quién es él? Sería imprudente seCEL: Física sin señalar con el dedo. Cualquiera. La vida cretos, de Landau y de los monstruos cucharinos suele ser Kitaigorodskij; Exmuy parecida: origen humilde, afición traños en la Tierra, desde chaval, hambre, capeas, novillade Predric B r o w n, das, alternativa, éxito, popularidad, William Tenn, Isaac millones y, para variar, una cornada Asimov y Raymond de tarde en tarde. Resulta difícil no Gallum; Hobbes, de ensoberbecerse cuando las mujeres se Watkins; Schopenle disputan a uno, cuando los hombres hauer, de Icilio Vecle jalean, ios intelectuales le admiran chiottl; El estructuy los millonarios le dan coba. ¿Por qué ralismo, de Gianni esta extraña psicosis nacional, esta Puglisi postración multitudinaria ante el matador? Nunca lo he entendido, tal vez EDITORIAL CUADERNOS PARA EL porque las corridas de toros no me gustan. Me pasa lo que a Wenceslao DIAÜOGO. El hombre dominado (Un esFernández FIórez, que prefería las cotudio sobre la opresión) de Albert Memrridas de gatos, mucho más emociomi; Hojas de roble y espliego y Canta, nantes, según él. Sin embargo, el hegallo perseguido, de Sean O Casey; Antocho no tiene vuelta de hoja: el toreo logía de Marx, de Enrique Tierno Galván. apasiona; apasiona aunque esté en decadencia, en crisis, como el teatro (el teatro está en crisis desde AristófaEDITORIAL GREnes) apasiona casi tanto como el fútDOS: Los picaros en bol, mas que el baloncesto y más, muLOS pfCAROS EN I A la literatura (La nocho más que las enmiendas a la ley de lo Contencioso- Administrativo. LleIXTERATURA vela picaresca en Esvamos miles de años toreando al toro, paña y Europa, 1599 al bisonte, al uro, animalito éste que 1753) de Parker; fastidió a los cristianos primitivos y Sentido y estructura que, según la Academia, extinguióse del Guzmán de Alen 1627. Ya no queda un uro ni para farache de Mateo un remedio. Y restan pocos bisontes. Pero todavía, gracias a Dios, abundan Alemán, de Ángel San los toros. Y mientras haya toros haMiguel; Sátira e inbrá toreros y aficionados. vectiva en la España La afición se enfada con eso del medieval, de Scholberg. H afeitado de los cornúpetas. Promete no reincidir, no volver a caer en la tentación de pisar una plaza. Sólo que luego no resiste a la atracción mágica del redondel. El torero famoso- -el monstruo, el emperador del ruedo- -le saca de sus casillas y le lleva a la taquilla. Ciertos son los toros ¿Por qué? ¿No será que, espectáculo sangriento aparte, le emociona tener ante sí a ese semidiós llamado torero, intuyendo en él un destino trágico, una vida brillante y amarga con tanto de oro como SEMANAL de oropel? El tópico de sangre y arena tiene visos de verosimilitud. Por sabido, se calla que la vida privada de las grandes figuras del toreo suele ser descabellada. Vidas apasionadas y apasionantes que, en su relativo misterio (vivimos en un mundo publicitario) contribuyen a engrandecer, a endiosar a los artistas de la muleta. Esta vida secreta o semisecreta de un mago del capote constituye el argumento de El cuajaron Escrito por un hombre de sabe mucho de toreros, conocedor de la vida del campo andaluz, del anúblente de ganaderías y cortijos. La acción de El cuajaron se desarrolla en algún lugar de Andalucía (de Sevilla, presumiblemente) El torero Goyo, ídolo del público, vive en su finca, en un palacete próximo al pueblo natal, dedicado a sus fantasías, extravagancias y malas faenas entre corrida y corrida. El pueblo le odia. La finura psicológica de José María Requena va descubriendo paso a paso el porqué de tal sentimiento. Goyo, hijo de un anarquista suicida y nieto de Gregorio, el ventero de la Venta de la Curva, debutó como novillero en su aldea, sufriendo una cogida aparatosa. Restablecido, luego de pasar hambre y humillaciones, demostró ser el gran torero que llevaba dentro

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