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ABC MADRID 09-04-1972 página 134
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ABC MADRID 09-04-1972 página 134

  • EdiciónABC, MADRID
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CARLOS Salvador de Madariaga concluye con este artículo la serie que ha venido publicando en estes páginas dominicales de A B C sobre ei fenómeno marxiste y sobre su profeta Carlos Marx. Con singular acuidad el Insigne profesor traza la semblanza biográfica de este Judío cenverso y su programa de acción totalitaria! Madariaga nos ofrece en toda su verdad el duelo singular de Marx con la sociedad capitalista que le ha humillado y explica la pervivencia del marxismo como una pasión, una energía, lo que el autor de El capital mal detestó. EL PROFETA Y EL HOMBRE (y III) es un fuego que prendió en el alma individual del fundador de esta fe, que fue Carlos Marx. y UIEN era C a r l o s flf Marx? Un tipo de f j C hombre que conocemos bien los españoles, porque a él pertenecen muchos de los que más espíritu han aportado al ser de España. Carlos Marx fue un judío converso. Vastago de una familia no sólo judía, sino rabínica, de apellido Leví, que cambió en el de Marx, nombre de su padre, el padre de Carlos, al convertirse al protestantismo. Esta conversión formaba parte de una actitud general del último L e v í espíritu pacífico y liberal, deseoso de paz cívica e interior, que no sólo aceptaba el credo protestante, sino el gobierno prusiano. El ideal del padre de Marx había sido desaparecer en el pueblo prusiano como uno de tantos, obedecer al rey y a la ley y vivir tranquilo. Toda esta sumisión, que expresa la curva en que el espinazo casi se doble ante la autoridad establecida, vino a actuar como el resorte de un reloj, la compresión de un pistón de máquina que concentra energía para expulsarla luego más fuerte que nunca: y tal que, al erguirse en el espinazo rebelde del hijo Carlos, suelta el tremendo poder acumulado de que aún vive el marxismo. Por doquiera que va, este racionalista que se cree sociólogo, historiador y economista científico, crea paradojas y levanta tormentas de irracionalidad. Si como ciencia su doctrina sucumbe a la experiencia de todo un siglo, resurge más pujante que nunca como lo que él más detestó: como una energía, una pasión, una fe. Así el marxismo actual vive no de las ¡deas de aque! E L éxito del marxismo entre la clase obrera obedece a causas mucho más complejas e interesantes. En primer lugar, hay que poner en claro que el marxismo, como el liberalismo o cualquier otra forma abstracta y general de abordar las cosas, no le viene al obrero de por sí. No es en él actitud espontánea, sino derivada. Su actitud espontánea es la empírica. Si llega a veces a tomar postura de revolucionario es por exasperación y rebelión contra todo lo existente; pero por idea general y raciocinación, el obrero no se mueve, porque sabe de instinto que el mero pensamiento no mueve ningún corazón. De aquí la queja constante de los agitadores: la dificultad de hacer que el obrero se sienta consciente No es eso, pero a eso apunta La historia de los movimientos sociales sugiere que los obreros van al socialismo porque se sienten reforzados en su actitud socialista, impresionados por lo que dice el profesor La primera causa del éxito del socialismo entre la clase obrera es, pues, su índole de movimiento burgués. Porque el obrero no es de suyo antiburgués. Los únicos antiburgueses son ciertos burgueses al fleco, de la manta de la burguesía. El obrero, lo que quiere es ser burgués. Se da, pues, entre los so 6 cialistas un cisma natural e inevitable: el socialista burgués aboga por el pan del otro, es (o cree, o pretende ser) abnegado, desinteresado, altruista, héroe, quijotesco. El socialista obrero aboga por su pan; es, pues, al menos en parte, egoísta y barre- pa- dentro; ni es altruista ni héroe. Es positivo, práctico y sanchopancesco. Para salvar el honor del movimiento ha menester de los burgueses que, con su intelecto, le garantizan que no yerra, y con su quijotismo coronan su cruzada con una cimera de desinterés. Este cisma natural podría terminar por quebrar irremisiblemente el movimiento marxista si no fuera por el factor más profundo de todos los que lo unen: el fervor, la pasión. Y aquí sí que nos encontramos con la contradicción más asombrosa de las muchas que e! marxismo abriga en su amplio seno. Marx vio su doctrina como una exposición científica de una evolución inevitable; pero la causa de su pervivencia, pese a su muerte como tal doctrina científica, es que el marxismo es hoy una religión por obra y gracia de la vida y pasión de su fundador. Hace ya tiempo que se ha revelado como inútil discutir el marxismo como tal conjunto de doctrinas: el marxismo es una pasión. Y esta pasión colectiva de hoy intelectual, al parecer se y frío, sino del fuego que e día en aquel corazón vibra te. Todos los que lo tratare dan testimonio de su sob bia intelectual, su sarcasm su desprecio para todos l que, en sus ansias social tas, conservan un sólo ada me de amor al prójimo, caridad, de humanismo, esperanza en el triunfo jano pero seguro de la razó Todos, y él mismo en si escritos, atestiguan su tot litarismo, su condena tot sin ambages ni distingos medias tintas, su condei total de la sociedad existe te que había que arranc de raíz. ¿Qué vemos aq sino el contrachoque de i resentimiento personal tran figurado por un alma a diente en odio t la soci dad y deseo violento de de truirla? En su juventud, en Trév ris, la ciudad de más an gua tradición romana d mundo germánico, donde n ció y se crió, se sabía ciud daño de segunda clase corr judío que era por muefj que lo disfrazara la máscaj de protestante que se habí puesto su padre. Quiso, adj más, su suerte o su desvel tura que un amigo de í padre, Ludwig von Westph len, de buena familia alem na, le diera real y profunc amistad, ideas, afectos hasta su hija Jenny, de qui se enamoró y que fue Í mujer fiel y aun heroica í su larga vida de pobreza brega civil. Pero esta misrr aventura de su alma ha d bido de aumentar su desaz ¿de judío desterrado al h cerle vivir la distancia q va del trato humano al tr to inhumano que entonces aun hasta hace poco se dat a los seres de su estirpe. ¿Qué mucho si aquel j ven, de inteligencia ultrac paz, de energía ¡ndomabl en una explosión de su o güilo y resentimiento irgui

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