ABC MADRID 02-04-1972 página 131

ERIA UN MUSEO SIN TECHO OS países, las. ciudades, los exóticos, ejercen una influencia decisiva en las imaginaciones juveniles, creándoles un mundo de fantasía que se aumenta y recrea añadiendo al bagaje de conocimientos adquiridos la llama de su propio temperamento. Almería, apretado puñado de montes y llanuras de contrastada geología, fue ese mundo impulsador en la mente y el ánimo de aquel claro varón belga que se llamó Luis Siret. En la plana quietud de tierras y de azares de la Bélgica de finales y principio de siglo, Siret fue alimentando el deseo de investigación a que le movían sus firmes estudios arqueológicos, acrecentados con conocimientos sobre la geografía, la historia, las vicisitudes. y la propio idiosincracia almerienses, de manera que cuando llegó a ella, e inició su recorrido, fue comprobando, afirmando y fijando, con hitos de maravillosos descubrimientos, lo que su fantasía intuyó y lo que la memoria le recordaba. El paisaje era así, como él pensaba: áspero, recio, retador. Y, en efecto, como si la Península, al replegarse en esta punta oriental que es Cabo de Gata, se despidiera de Europa, ofrece un mosaico de perspectivas que bajan en una escalera acelerada: profusamente vegetal en sus altos tramos, desde las Alpujarras, resonantes de nombres y sucedidos históricos, ofrecedoras de una toponimia de viviente y movido zoco; o de las altas cumbres de la Sierra de María, con pinares alpinos y nieves eternas, basta los arenales dorados y ardientes de las dunas, al borde del mar, que ofrecen su paso hada una África cercana y visible, en las claras fr a n desde las cumbres costeras. Y este mosaico de paisajes, que va desde el verde oscuro al dorado estallante de la duna, se derrama partido por dos ríos de escaso caudal, que brotando en las cimas con gozos de recién nacidos llegan exhaustos a la orilla del mar, exprimidos por una tierra sedienta, pero creando a su paso una riente teoría de pequeños pueblos encalados; donde la vid, el olivo, el naranjo, la palmera y el cactus van abriéndose paso, disputándose el sol y acomodándose al terreno. Estos dos ríos, el Andarax y el Almanzora, formaron, apartando montes, allanando orillas y abriendo el abanico de sus deltas, el camino de importantes culturas para Europa y España en las primeras edades históricas. Almería, este mosaico de paisajes que va desde el verde oscuro al rado estallante de ta duna, se- T ma partido por dos ríos de caudal, que brotando en la elm V con gozo de- recién nacidos Jlegan exhaustos ala orilla del mar, exprT- midos por una tierra sedienta, pero oreando a su paso una riente teoría de pequeños puehlos neniados. -J LUIS SIEET, NUEVO COLON La fijación de esta idea, intuida en un principio, confirmada después, fue obra exclusiva de Luis Siret, nuevo Colón de cerros y cavernas, que al colocar a Almería y a su provincia como transito y vehículo de uno de los capítulos más interesantes de la Prehistoria, vino a abrir nuevos ho- rizontes, aclarando cuestiones y fijando he- 33 í- ífi.