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ABC MADRID 27-02-1972 página 153
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ABC MADRID 27-02-1972 página 153

  • EdiciónABC, MADRID
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ECOLOGÍA POLÍTICA A LGUNAS amenas tertulias televisivas y la difusión por fascículos de manuales de Historia Natural han contribuido eficazmente a vulgarizar un término anteriormente reservado a los científicos. Las expresiones ecología, equilibrio ecológico, han bajado del panteón de los vocablos abstrusos a la arena de los términos inteligibles para el gran público. A través de estos medios hemos aprendido las ideas de equilibrio de las especies, del proporcional reparto de la fauna, de cómo una especie no puede crecer en detrimento de las otras sin comprometer su propio futuro. Toda una lección de cómo la vida se protege a sí misma en un complejo mecanismo perfectamente armonizado, Aunque ocasionalmente la armonía conduzca a la aparente paradoja de que una fiera se coma a un simpático rumiante. A mí, la idea me ha parecido fascinante, no tanto por lo que se refiere al reino animal como por lo sugerente que resulta, hechas las correspondientes correcciones, aplicada al terreno de la convivencia humana: en concreto, al terreno de la convivencia política. Pues bien, resulta que en toda sociedad normalmente constituida, el espectro político tiene que recoger todas las bandas del espectro social, de los diversos talantes, dentro, naturalmente, de unas reglas; ahí está la ecología. Tiene que haber posturas conservadoras y evolutivas, conciliadoras y radicales, moderadas y avanzadas, y ninguna de ellas es absolutamente eliminable sin deshacer el natural equilibrio de la sociedad, que necesita de toda la policromía del espectro para evolucionar ordenadamente, aunque, a veces, para mantener esta armonía se den aparentes estridencias que son más bien exponentes de la vitalidad del conjunto social que de antagonismos irreconciliables, simples contrapuntos. Conste que no estoy hablando desde los supuestos del liberalismo clásico del laissez faire, laissez passer sino desde la plataforma de un sano pluralismo, justo del necesario para que la vida política del país discurra por los cauces del equilibrio. Del mismo pluralismo que mana del espíritu de nuestras Leyes Fundamentales. Espíritu esbozado pero pendiente todavía del correspondiente desarrollo, porque para que haya contraste de pareceres es necesario que tales pareceres se encarnen en hombres y que quienes los comparten puedan estar presentes. Una gran tentación del político, y más que tentación casi presupuesto para la acción pública, es creerse firmemente asen Una gran tentación del político, y más que tentación casi presupuesto para la acción pública, es creerse firmemente asentado en la verdad. Yo diría que esto es bueno; lo malo comienza cuando desde esta verdad subjetiva se pretende fulminar de la escena a quienes no comparten plenamente idénticas perspectivas. Tentación tanto más aguda cuanto que el criticismo de los tímidamente discrepantes se presenta con las uñas cortadas por su fidelidad al constituyendo un centro o sistema, moderador por naturaleza con su S importante papel dentro del juego z político. (En la imagen, un mo mentó de las votaciones durante las pasadas elecciones familiares. tado en la verdad. Yo diría que esto es bueno; lo malo comienza cuando desde esta verdad subjetiva se pretende fulminar de la escena a quienes no comparten plenamente idénticas perspectivas. Tentación tanto más aguda cuanto que el criticismo de los tímidamente discrepantes se presenta con las uñas cortadas por su fidelidad al sistema, constituyendo un centro moderador por naturaleza con su importante papel dentro del juego político. Centro que por su congénita templanza va a mantener una circunspección de la que carecen otros grupos. Cuando se sucumbe a esta tentación exclusivista, y se circunscribe el área de juego a los incondicionales de la coyuntura, se está dejando voluntariamente una tierra de nadie que tras algunas convulsiones vendrá a ser ocupada por los elementos más extremistas, o por la misma subversión, comprometiendo así, innecesariamente, no sólo la economía del sistema sino la misma supervivencia de quienes creyeron verse así libres del molesto mareaje de la crítica. Como en las especies animales, la fauna política, dicho sea en términos exclusivamente dialécticos, tiene sus propios mecanismos autorreguladores, de tal modo que cuando se manipula sobre el espectro político, olvidando determinadas familias, se produce un desequilibrio que puede afectar toda la estabilidad del conjunto. Nunca cegar una alternativa ha conducido a nada positivo y mucho menos si esta alternativa corresponde a una vía media. El cierre de las vías medias conduce inexorablemente a los extremos, y los extremos, del color que sean, nunca han resuelto nada. Evidentemente la vida política no es cómoda, exige una continua tensión; por eso ningún estamento puede ser ignorado; más aún, a veces aquellos más incómodos por su actitud crítica pueden constituir, por su fidelidad a las líneas axiales del sistema, el puntal más firme de una evolución serena. Vicente ROA

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