Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 17-02-1972 página 115
ABC MADRID 17-02-1972 página 115
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 17-02-1972 página 115

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página115
Más información

Descripción

HISTORIA DE LA CAZA EN ESPAÑA L Cuaternario, esa época altamiriense en nuestro país se le denominó el paraíso de la caza Tras el uro o toro salvaje, el bisonte, los cérvidos, equinos y paquidermos, los primordiales cazadores españoles, que, al decir de Ortega no inventaron la caza, sino la recibieron de su antepasado prehumano, tenían muy desarrolladas sus facultades, sabiendo esperar horas y horas- -con suma astucia- -a sus presas, tal que nos informara el especialista y amigo Martín Almagro, disimulados en sitios estratégicos. (Al modo que los australianos actuales camuflados de barro o los bosquimanos capaces de cronometrar la velocidad de tránsito por las huellas en los antílopes. Otras veces, sabían acercarse con tal sigilo que sorprendían a las incautas reses para incautarse de ellas. Así con el machairodus o el oso megacerio. Y hasta se ha llegado a sospechar que el simbolismo de las manos pintadas sobre animales en las paredes de Altamira y otras cuevas (Hornos de la Peña, el Buxu, del Castillo, Cabrerets) respondían a esa técnica de ponerlas encima de tales piezas, aprehendidas así Asimismo, existía otra modalidad: la trampa. Unas veces con redes, otras con hoyos, y con ojeos masivos para llevar las bestias oxeadas a un brete o encierro por donde se despeñaban, con el sistema del pis kun descrito por George Bird Grinell en Black- Foot Lodge Tales (origen altamirano de nuestras corridas de toros, con toril, plaza, barreras, matador y cuadrillas, banderillas o azagayas, cogidas y quites y la ovación final al rematar la faena asegurando carne y botín al pueblo tribal. Ese cazador altamfrico iba mimetizado para disimularse (como todos los cazadores hasta hoy) Y como los de hoy, con prácticas de atracción hacia sus presas. Tal El Enmascarado de Trois Fréres en Lascaux estudiado por Begouen, Oiedion y mi inolvidable amigo el abate Breuil, que conocí en Estrasburgo. También para esta caza originarla se ha llegado a interpretar los ideomorfos o signos de las paredes- -retiformes, tectiformes, claviformes, barras, círculos y flechas, como señales de tráfico que guiaran a los cinegetas tras sus víctimas- Todo el techo de Altamira- -según Gómez Tabanera- sería una mágica aglomeración o embotellamiento de bóvidos y otras reses, como caza propiciatoria. En la misma forma que se seguiría ejercitando luego, a lo largo de la Historia, hasta nuestra Era actual, industrial y maquinizada. A atrapados en triunfo ante damas y caballeros a la orilla de este pis kun barroco, contemplando tal venación. Cuya carne será luego repartida al pueblo y, parte, la mejor, saboreada en mesas opulentas a lo Rubens. Tal técnica de la trampa y la red fue llevada a nuestra América, donde ya existían otras semejantes, como Juan José de Madaríaga ha expuesto en una reciente y preciosa publicación: La caza y la pesca al descubrirse América Allí existían divinidades propiciatorias como Mixcoatl al modo de nuestro San Huberto o los tótemes de Altamira. Y los reyes aztecas, cuenta López de Gomara, solían salir con sus nobles a un parque espacioso con fosos de aguas, donde le traían las reses de los montes vecinos, siguiendo esas batidas el estilo de nuestros monteros (Todavía existen en una finca del banquero Arburúa cerca de El Escorial, y yo con él los he re- Siempre el engaño, la trampa, para la pobre víctima. Desde los homínidos y los gravetenses hasta hoy, en la Era maquinística e industrial. HI. LA ERA MAQUINISTICA E INDUSTRIAL En la que se siguen empleando las mismas características de toda cinegesis. Un cazador escondido. Una trampa con signos ideoformes. Unas manos que caen sobre la presa y la disparan. Y un triunfo por lo cobrado. Ya no la caverna donde ejercitar la magia propiciatoria. Pero sí una previa planificación de posibles aprehensiones. Ya no un bosque o matorral donde camuflarse y montería ofrecida por Carlos V al duque de Sajonia en el bosque del castillo de Torgau ouadro existente en el Museo del Prado y obra de Luoas Cranach, célebre pintor y grabador. corrido, restos de tales fosos, al final de los cuales se ponían telas o plazas volantes para embotellar o aglomerar las piezas y zaherirlas con venablos, o mosquetearlas delante de una señorial concurrencia, que, a veces, participaba en tal acosamiento) Para el jaguar, en América- -cuenta otro de nuestros historiadores de Indias- hacían un hoyo en el suelo, tan profundo que no pudiera saltar, y recubierto de ramaje. Es como yo cacé uno en el Chaco, dejándolo luego libre para escopetearlo, mientras Huarte y La Chica, II. A LO LARGO DE LA HISTORIA operadores de NO- DO, se arriesgaban conmigo a introducirlo en nuestro DocumenSí: la historia antigua, medieval, rena- tal Paraguay, corazón de América con centista, barroca, ilustrada, romántica, de toda autenticidad. España. El marqués de Warrin, en Les betes Por ejemplo: ¿conocéis la Cacería ofreci- sauvages de l Amérique describía esa preda por Carlos V- -bosque del castillo de dación, los indios escondidos en malezas Torgau- pintada por Lucas Cranach? ¿O hasta aparecer las fieras, excitándolas y al aquélla de esa misma época, por P. Vos? atacar ellas tirarse a matarlas con lanza ¿O la más tardía de Felipe V, pintada por como estoque. Hy un grabado en el libro Juan Andrés Mastellete, conservada por el d Madariaga que parece de nuestra FiesPatrimonio Nacional en Riofrío? Esta úl- ta nacional: El Emperador mejicano en la tima, en vez de las cavernas altamiranas, Presidencia. Un palenque o plaza con liunos burgos fantásticos al fondo con una diadores, clarines y timbales y una o dos cercanía de frondas y ramajes entre los fieras en el coso, como en las Corridas que se tienden redes donde los cérvidos, Reales de nuestras antiguas Plazas Mayoazuzados, van cayendo, o bien hacia un río, res. esperar que vayan irrumpiendo las piezas incautas. Ya no una aglomeración de bóvidos o cérvidos oxeados a través de señalaciones ideográficas. Pero sí- -vedlo- -ese incauto cronometrado por la velocidad de sus huellas o ese otro que busca detenerse, y no sabe donde situarse, los ojos encendidos, el resuello trepidante sobre el asfalto humedecido por la lluvia, la selva de rascacielos detrás, la manada pasando por delante furiosamente... Sigiloso, enmascarado con su casco y correaje, avanza el cazador siguiendo los signos ideomorfos de las prohibiciones... Como flecha, dispara de pronto su bolígrafo sobre el blanco de la infracción. O bien ha sonado un silbato y avanza la grúa. Para alzar la res y conducirlo al Parque, donde acumuladas van cayendo las máquinas, las nuevas reses trampeadas. Mientras la vida de la capital, de la selva urbana, sigue y otros cazadores agazapados tras las marañas de esquinas y sombras- -casco, bolígrafo y graiú- -esperan nuevas incautaciones. En el pis kun inmenso de la ciudad maquinizada. Paraíso de la caza en España, como en el Cuaternario. Ernesto GIMÉNEZ CABALLERO

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.