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ABC MADRID 17-02-1972 página 24
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ABC MADRID 17-02-1972 página 24

  • EdiciónABC, MADRID
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ABO. JUEVES 11 E FEBRERO DE 1872. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 24 P DECLARACIONES DE MALRATJX 1 1 MAO, UN GRAN REVOLÜ- I ¡CIONARIO HACE CINCUEN- ¡TA AÑOS; AHORA, NO 1 Si en la entrevista hablan del niH vel de vida de los chinos y de proÜ blemas económicos, el encuentro será importante 1 j 1 3 3 3 3 S 3 s 3 3 gj 3 3 5 3 ü 3 3. S EL FINAL DE VEINTITRÉS AÑOS DE INCOMUNICACIÓN ENTRE PEKÍN Y WASHINGTON E L 2 de agosto de 1949 John Leighton abandonó el territorio chino, dos meses antes de que se proclamara en Pekín la República del Pueblo. Cuando Richard Nixon llegue el próximo lunes a China se habrá roto un silencio de veintitrés años, durante los cuales se han ignorado- mutua mente, la primera potencia económica, y militar del mundo y el país de mayor demografía de nuestro planeta. Por la Casa Blanca han pasado en este lapso cuatro presidentes- -Truman, Eisenhower, Kennedy y Johnson- ere Pekín, Mao permanece en la cúspide del Poder, canto siempre. Un silencio de decenios está a punto de romperse. H 3 3 r 3 S S S 3 Ü S 3 Ü 3 jj 5 S París 16. Mis palabras han sorprendido relativamente a Nixon y esto me parece importante. Todos creen que van a encontrar en Mao Tsé- tung a Lenta. Mao era un gran revolucionario hace cincuenta años. Ahora, ya no lo es comentó hoy en París el ex ministro del general De Gaulle, Andre Malraux, a su regreso de Washington, donde fue invitado por el presidente Richard Nixon. Malraux, que mantuvo con el prestdente del ejecutivo estadounidense un intercambio de Impresiones sobre China- -ante su próxima visita oficial- (nsistió en destacar que había dicho a 2 Víxon que t. Mao está obsesionado actualmente por el aumento del nivel de vida de los chinos, como lo estuvo bastante tiempo Stalin. ¿Cuál es la meta de un revolucionario? Cambiar el nivel de vicio. -Efe. Tradicionalmente las relaciones chinoamericanas habían sido cordiales. Hasta 1937 pocas nubes enturviaron estas relaciones. Después, Estados Unidos apoyó el bando nacionalista durante la guerra entre Mao y Chian Kai- Check. La derrota del generalísimo nacionalista puso en situación dific- U, pero no irreparable, las relaciones tshino- americanas. Todavía el 5 de enero de 1950 el presidente Truman afirmaba categóricamente: Estados Unidos no tiene intención de intervenir militarmente. Nuestro Gobierno no facilitará a Formosa ayuda militar ni consejeros. No queremos mezclarnos en un asunto interno chino. Estados Unidos se retrasó con respecto a Gran Bretaña y Francia en reconocer el régimen de Pekín. De pronto la fatalidad surgió en Corea. En la madrugada del ZS de junio de 1950 tropas norcoreanas (no está aún muy claro si Corea del Norte estuvo alentada por China, como tradicionalmente se ha creído, o más bien por la V. R. S. S. como defienden autores de prestigio) cruzaron el paralelo 33. Corea sería en los años cincuenta, como Vietnam en la década siguiente, un foco sobre el que ni norteamericanos ni chinos pudieron tender un puente seguro que les aproximara. Otra causa permanente que mantuvo separados a Washington y Pekín fue el compromiso norteamericano con el Gobierno Ae China nacionalista, con el que Estados Unidos firmó un Tratado de defensa en 1954. DIALOGO DE SORDOS EN VARSOVIA Nixon; He preferido actuar, con riesgos a corfo plazo, a tío actuar, con riesgos a largo plazo de Chu En- lai. John Kennedy ftfeo algunos gestos de buena voluntad hacia China, pero el presidente demócrata no se atrevió a desafiar el alobby chinoy, poderosísimo, de Washington. Johnson, con tta control superior sobre el Congreso, no pudo adelantar en la cuestión china debido al conflicto vietnamita. EL CAMBIO DE NIXON tadounidenses pudieron entrar en China. Nixon levantaba el embargo comercial de una serie de productos chinos. Era el éxito de la diplomacia del ping- pong. Gesto por gesto; sonrisa por sonrisa SOPESAR LOS RIESGOS El siguiente paso fue el anuncio de Nixtfti, ti 15 de julio de 1971, de que visitaría Pekín, en un viaje que había sido preparado por su consejero, Henry Kissinger. El anuncio por Nixon de este viaje, que mañana, por fin, inicia el presidente, supuso un cambio de 180 grados en la política exterior norteamericana. Algunos aliados de Yfashingtoh se sintieron consternados; otros, simplemente molestos. A todos trató de calmar la Casa Blanca con mensajes del presidente y en algunos casos con encuentros personales (las cinco cumbres mantenidas por Nixon en diciembre y enero pasados) Richard Ntxon explicaba en unas recientes declaraciones: Esta apertura no se ha hecho precipitadamente; la puse en marcha en febrero de 1969. Tenemos que sopesar los riesgos de actuar a corto plazo contra el peligro de no actuar a largo plazo... Al considerar la historia venidera me parece que cualquiera que ocupe mi puesto, con todo el poder que los Estados Unidos representan, tiene la obligación de mitigar él peligro de una China continental aislada. Durante veintitrés años el dragón chino ha estado aislado. La entrada de China, hace cuatro meses, en la O. N. U. y la llegada de Nixon a Pekín significan el ingreso real del coloso chino en el concierto internacional. Si una China abierta es más peligrosa para la comunidad internacional que esta otra que ha permanecido encerrada detrás de sus murallas es algo difícil de predecir. Richard Nixon, de momento, ha jugado la carta del realismo y también la esperanza. -Antonio ALFÉREZ. No han faltado intentos en estos veintitrés años para poner fin al silencio entre las dos potencias. En 1955, el primer ministro, Chu En- lai, propuso que China y Norteamérica iniciaran una serie de contactos diplomáticos. Las conversaciones se iniciaron aquel mismo año en Ginebra, para trasladar más tarde la sede a Varsovia. El total de los encuentros de Varsovia alcanza la cifra de 136. Estos contactos, a nivel de embajador, arrojan un balance pdbrísimo. Ningún resultado, salvo el acordar la repatriación de unos cuantos norteamericanos cautivos en China y la marcha al país de Mao de una serie de chinos residentes en Estados Unidos. El clima era poco propicio para que prosperara cualquier negociación. (En un encuentro ínternacional en Ginebra el secretario de Estado Foster Dulles se negó a estrechar la mano Dos circunstancias simultáneas iban a suceder en 1969: la llegada de Nixon a la Presidencia y la vuelta a la normalidad en Pekín, después de la Revolución Cultural. Nixon había escrito en 1968 en Foreign Affairsm: Estados Unidos tendrá que habérselas urgentemente con la realidad de China roja... No es posible mantener a China alejada para siempre de la familia de las naciones, sólo para que cultive sus fantasías, acaricie sus rencores p amenace a sus vecinos... No habrá seguridad en el mundo mientras China roja no cambie. Así, pues, el fin que deben perseguir los Estados Unidos es inducirla a cambiar. Diez días después de jurar el cargo como presidente, Nixon encargó un doble informe a los chinólogos de la Universidad de Harvard y al propio Consejo Nacional de Seguridad. La Casa Blanca exploró a una serie de terceros países que la pudieran poner en contacto con Pekín. Uno de estos países fue Rumania. Cuando Nixon visitó Bucarest en octubre de 1970 se refirió en su brindis a China, denominándola, por ves primera, República Popular de China Por su parte, Pekín oía con agrado estos mensajes. En abril de 1971 el escritor Edgard Snow, fallecido anteayer en Suiza, aseguraba que Mao estaba dispuesto a recibir a Nixon El anuncio sensacional de Snow coincidía con la llegada a China de un equipo norteamericano de ping- pong. Chu tuvo palabras amables para et pueblo norteamericano. Periodistas ¡f cientiíieos es-

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