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ABC MADRID 13-02-1972 página 123
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ABC MADRID 13-02-1972 página 123

  • EdiciónABC, MADRID
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ESDE mi norte hasta mi sur el metro y medio, un poco más, árbol torcido, casi cruz... se autodefine Ismael en su último álbum, y a mí no me parece que esto sea pasarse en la alabanza, la verdad, pero la oposición le llama farol ¡Ya será menos del metro y medio lo que mide! -c l a m a n Y cuando el artista va por ahí confesando treinta y seis años- -que es una edad muy discreta para confesar, me parece a mí- -la oposición se echa las manos a la cabeza, se retuerce de risa o marca con cualquier otro viaje su incredulidad para acabar afirmande aquello tan original de ¡y los que a n d u v o a gatas! ¿Quién constituye la oposición de un cantante cualquiera? Todos los demás cantantes. Y si uno es un poco pigmeo y tiene encima a que abrirse paso a machetazo limpio por la jungla de los ajenos juicios peyorativos habría que concluir que ¡así, no hay quien triunfe! Pero el caso es que Ismael está triunfando. Charlamos durante muchas horas, lo descubrí todo y comienzo a escribir la entrevista con la apenada convicción de que necesitaría mucho más espacio del sólito p a r a contar a mis lectores cómo es este interesantísimo personaje. Pero haré lo que pueda. D PEQUEÑO GRAN HOMBRE Al p r i n c i p i o de nuestra charla seria me h a b l ó de Eddie Barclay y orgías; de Salvador Dalí y la princesa del Irán que tenía la boca lacia. Me dijo, antes de nada: Sé de pintura, sé de música, sé de efebos. Ismael va siempre disfrazado de Ismael, lo que no resulta fácil. Tiene un abrigo con entorchado de coronel de ejércitos f u t u r o s c o r o n e l d! e ciencia- ficción; y chalecos de ante que son como justillos. Y la noche de la entrevista llevaba una camisa entre cuaresmal y o r g i á s t i c a con sobrios morados, pecaminosos encajes, cascabelitos cascabeleros. Defíneme esa camisa -le pedí yo, para templarle un poco- y me contestó que prefería definirme lo que llevaba debajo, añadiendo, en su sempiterna preocupación promocional: Cuestión de Piel (que es el título de otro tema suyo) Pero yo no quise apearme del burro cronológico: ¿Cuántos años tienes por fin, Ismael? Defendió erre que erre la teoría de su nascencia en el 36. ¿Me reconocerás, sin embargo, que eres un poquito mayor que los ídolos pop al uso? Y me lo reconoció, claro. Añadiendo que le enorgullecía. ¿Tú sabes- -me preguntó- -lo que es encontrarme en las listas pop cuando tendría que estarle robando planos a Jorge Sepúlveda? De Jorge Sepúlveda se me escapa, no sé por qué, a Tony Ronald, y dice admirativamente que es altísimo. Se me escapa a Guillermina Motta, tampoco sé por qué, confiándome que está muy impresionado por una Capricornio ella, y añadiendo que tiene una pierna bonita Yo le pregunto: ¿Y la otra? y no me contesta, sino que se pone las gafas y pregunta a su vez: ¿Sorprendíte? Y yo replico que no, en vista de lo cual pretende asombrarme haciéndome tremendas revelaciones sobre los nativos de Capricornio, signo al que pertenece. También me quema un dedo sin querer, con su cigarrillo, y me lo besa para curarme Seguimos hablando, y él despojándose de su antifaz entretejido en seda de frivolidades, de la adarga de cinismo con que trata siempre de protegerse de un mundo que no ha sido bueno con él. La empresa no me resulta fácil porque Ismael es muy inteligente y está siempre a la defensiva. Lleva puestas varias camisetas de recelo, diversas escafandras de suspicacia, y se agazapa, por si fuera poco, tras una Línea Maginot construida con bloques de escarmientos. Pero yo estaba empeñado en descubrir el por qué de la insólita cilindrada de su motor y seguía convencido de que no funcionaba sólo con ese fuel barato y débil de la frivolidad. Trasteé mucho. Y luego: ¿Quién eres, Ismael? Me contestó una vez más con estrofas de su poesía, párrafo de su canción: Soy aquel niño que un día en Castilla, en plena guerra, cortó usa flor. ¿Por qué tienes esa insólita voluntad de triunfo? Y nos situamos ya mucho más cerca del llanto que de la risa, y cayó a pedazos su máscara jocosa, y se le derramó por t o d o el rostro la trágica realidad. I s m a e l comienza a contarse en serio a sí mismo: Nací en Torreadrada, provincia de Segovia, y nací vestido ya con dolor. Un pueblo sin luz eléctrica. El álamo, por el álamo. El viento, por el viento. Y los álamos recogían el aire que movían los vientos... Y yo: ¿Por qué naciste ya con dolor, Ismael? Ante cuya pregunta ocurrieron varias cosas casi simultáneamente: Ismael me respondió con una frase que era también pura poesía, referida a los primeros meses de su vida, y que no reproduzco, a pesar de todo y con gran pesar, porque me lo prohibió. Y al mismo tiempo se puso a llorar como un niño perdido en las más remotas simas del desconsuelo. Sí, sí, se tapó el rostro con una servilleta y lloró largamente. Después, en el p o s llanto, senda de rosas para el entrevistador y confesión completa de este héroe, de este pequeño gran hombre que es Ismael: Nací completamente cojo, con los pies para adentro. Mi madre era maestra y mi padre labrador. No había dinero para operarme. Mala época también para estas nimiedades, porque vi la luz el 13 de enero de 1936 y la guerra estaba encima. Las gentes compasivas me llamaban, de lejos, el Cojito Los niños, que me repudiaron, que me zahirieron, el Patapalo Pasé mis diez primeros años totalmente s o l o en contacto con la Naturaleza. Y... ¿sabes cómo aprendería al fin a andar, mucho más tarde, hace poco? Gran Vía arriba, Gran Vía abajo, miles de veces, contemplándome en los escaparates para medir mis progresos, corregir mi técnica. Bajando aprendes a echar el pie izquierdo. Subiendo, el derecho... ¿Voluntad? Sí, sí, sobre todo t e n i e n d o una pierna seis centímetros más corta que la otra. No, no se me nota. ¿La gente, dices? Mira, si yo fuera un Feliciano cualquiera tendría la compasión del público, pero mi dolor es mío y no lo vendo: lo regalo, lo comparto en mis canciones. A eso le llaman mala uva, a ese dolor. Cuando yo sea viejo, viejo de verdad, podré contarles tranquilamente a todos, como te la cuento a ti ahora, la verdad de mi juventud. Bueno, infancia. ¿En qué quedamos, juventud o infancia? Tras la confesión, la serenidad. Y me contesta, ya con pinitos de renovado humor: Es que tengo una infancia muy larga, o una juventud prematura... Hablamos de sus años franceses, de lo raro que es haber triunfado, también en la Rive Gauche, cantando romances españoles del siglo XV, pero ya me temía yo que no iba a caberme y no importa mucho porque lo esencial de la entrevista es que me salí con la mía, que descubrí lo que mueve a este increíble Ismael. Es una cosa que rima con motor: DOLOR. Joaquín MERINO

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