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ABC MADRID 11-02-1972 página 98
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ABC MADRID 11-02-1972 página 98

  • EdiciónABC, MADRID
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L yS ANUi i- i Halcón ha edificado sobre m 1 nuestro panorama literario una am plia y sugerente obra de escritor, ngularmente de novelista. Hablando con parece que todo ocurrió sencülamente. in esfuerzo. Quizá haya sido así: el vasmundo de su cultura sólo es comparae a su capacidad de fabulador literario. la sagacidad con que contempla hechos y ersonas. A su trayente saboreo de la soedad y el paisaje. Inmerso en ellos, pero n el suficiente distanciamiento estético ara utilizarlos como materia de creación. Ahora acaba de aparecer el primer tomo e sus Obras Completas Pocos escrito ¡s no ya en España, sino en el contexto e la novelística europea, ofrecen más den y extenso mundo imaginativo. Es un olumen de cerca de mil páginas, pulcratente presentado, con. encuademación ijosa, publicado por Ediciones Prensa Esañola, bajo la dirección inteligente de tro escritor: José Luis Vázquez Dodero. ontiene los libros Recuerdo de Fernando rillalón Aventuras de Juan Lucas La ran borrachera Los Dueñas y Mofólcgo de una mujer fría Pronto le seuirá el segundo tomo. Obra suficiente para definir a un noveista pleno, pero el río de la tabulación lalconi na no se remansó aquí. Prosiguió ti discurrir a lo largo del cammo y de la ida, cual el espejo stendhaüano. Y llegó creaciones recientísimas, como Manue la novela best- seller patentizadora e su capacidad de descubrimiento en amitos como el campesino, proclives al tópio paternalista tanto como al demagógico. Ulna vez más, el novelista reveló el conrerno social y el paisaje con trazos vigoosos sobre los que la poesía del pájaro ne su acento y la pasión del hombre insala el drama. Ni ésta, ni las anteriores lovelas de Halcón posibilitan fáciles eroismos, aunque sí proclamen la imperioidad del sexo, factor determinante en muhas ocasiones para hombres y mujeres uya vida no siempre se orienta a metas an altas en el renunciamiento como la solada por Bruno el protagonista de Ir a más De Halcón, como novelista, puede deirse también que el hombre es el estilo, ístas Obras Completas suyas aparecen trologadas por un estudio admirable de aulina Crusat. No queda un sólo punto jenado al penetrante análisis. Pocas obras orno las del gran escritor y académico ropician la tentación crítico- erudita. La rologuista de e s t a s Obras Completas la escrito a este propósito: Nunca hubo irte de aristas más claras que el de Halan, y con menos sabor a filtro. Una maíipulación mucho menos fantástica y más lelieada; el arte de extraer lo esencial, lúe en Halcón, por su sobriedad casi esluemática, era tan visible. LA SUGESTIÓN DEL ESTILO Porque este tema del estilo de. Halcón sugestiona con su poderosa diafanidad. I ¡a srologuista aduce que lleva en sí la transparencia y la luminosidad que comunica 1 ambiente. El ritmo impaciente y vivo de ai prosa es el ademán del andaluz, pero ao el de su vida. T agrega: En Halcón s como si la tradición se despertase cada mañana enamorada de sí misma y dissuesta a trascenderse. Es forzoso acudir a la argumentación srologal para adentrarnos con mayor caoacidad asimilativa en las hermosas pá inas de Halcón. Tocamos el mundo pleno iel novelista. Podríamos calificarlo de conedia balzaciana, pero nunca multitudinaria. Paulina Crusat precisa: las figuras de esta comedia son representativas, innumerables no. Pero el Conde de Gribalbín es antepasado no lejano de dos primeras figuras de La gran borrachera Jesús Vargas llena dos novelas entre las No puedo aguantar lo antiguo. Sobre todo la parsimonia y el énfasis descriptivo cuales su presencia y la de un cortijo son el único enlace; y Mauro Osuna de Desnudo pudor es primo suyo. En Ir a más el príncipe de Prisca tiene raíz, por el lado materno, en la misma tierra andaluza. Para mi, sin embargo, la gran definición de Manuel Halcón y de su arte literario la da Azorín cuando escribe: Manuel Halcón es un hombre no de libros- -lea lo que lea- sino de cosas Entre esas cosas- -o temas- -están, para Halcón, el campo y la ciudad. No se sabe nunca si el escritor va del primero a la segunda o su caminada es inversa. Jamás, ni en el caso de Manuelas, donde el campo es un tránsito, se queda en ei camino. Ni un solo tópico habita en este escritor, tan limpio y claro en la descripción campestre. Más que a lo sensorial, se eleva a lo telúrico en sus toques situacionales: el olivo- -escribe- -es el árbol que sólo habla al hombre. Al que no arranca el viento extraños sonidos. Es el árbol silente entre los árboles. Mira al hombre con temor. Teme tanto al inexperto filo del hacha como al olvido. VALORES LITERARIOS DEL CAMPO La exaltación de tos valores literarios del campo no puede hacerse sin conocer la obra del novelista. Y por contraste, nada queda más lejos de una supuesta literatura rural que el entramado y aliento de sus novelas. Escritor moderno (está más junto a los nuevos prosistas que al lado de los que pudieran considerarse escritores de su generación) Pedro Sainz Rodríguez, en su artículo sobre Manuela publicado en A B C, detectó los valores novísimos de Halcón. Cuando le sugiero la existencia de este fenómeno, reconoce sensillamente: -Me hace el efecto de que yo no voy a encajar entre los de mi tanda, que son los de después de la guerra, sino entre quienes les siguen. Tenso la satisfacción de ver que la gente joven lo advierte asi Una prueba de esto es el estudio que ha publicado Ruiz Copete y que es preludio de un libro que tiene en preparación. Estoy dialogando con Manuel Halcón en su despacho de trabajo. A través de los cristales, un cielo límpido de azul y frío. Como un rumor, el trafago de la calle. Vive y escribe el novelista en la eiudad, sin olvidar el campo. Le pi- egunto si el campo, verdaderamente, puede nutrir como tema la obra total de un autor. Tiene pronta la respuesta: -Sí, porque en la tierra adánica, como en la cultivada, donde transcurre la vida de los hombres con sus pasiones enconadas y sus virtudes, hay ue añadir la implacable lucha de instintos de los irracionales. Hay en la prosa del escritor páginas en las que late franciscana hermandad entre el hombre y las bestias. Así, en Ir a más describe el gesto de Bruno al buscar la pobreza en el humilde oficio de mulero: Tomó entre sus manos la cabeza de la muía. Las moscas pegajosas le comían los lagrimales. Fue a cortar una hoja de remolacha, jugosa y ancha. Como si fuera un paño le l i m p i ó cuidadosamente el cerco de los ojos. Le espantó las moscas, que volvieron al instante. Le puso derecho el bozal. Le separó algo el collerón sudado para que entrase el aire. Le aplastó un tábano del cuadril, que dejó sobre el pelo las gotas de sangre fresca. Pobres mártires, pensó. Sobre todo el mulo Morisco ya viejo, que arrastraba la canga inmediata; éste tenia más moscas porque tenía más lágrimas, mas miseria en la piel. Es el campo vivido en su faena y su dureza. ¿Lo ha tratado así siempre el novelista español o lo utilizó generalmente como recurso ambiental? ¿Conoce otras obras modernas que traten del campo desde dentro? -le digo. -Que recuerde, la novela de Diego Mo- Cuanto más se escriba sobre la mujer, más se avanzará en el estudio del hombre

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