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ABC MADRID 10-02-1972 página 11
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ABC MADRID 10-02-1972 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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TRIPLE DIMENSIÓN ESDE el alto cielo, por el que vuela serena y majestuosamente, el avión pareciera apacentar los inmensos rebaños de nubes blancas que por todas partes cubren el horizonte. Vamos hacia el Extremo Oriente y la ruta es larga y heterogénea. Ha quedado atrás el mar de los griegos y sus quebradas islas doradas por el rojo sol del atardecer; y nos adentramos en la noche, que se echa velozmente encuna saliendo a nuestro encuentro. Ahora, destacando en la oscuridad como un desfile procesional de antorchas, los pozos de petróleo de Kuwait, que arden constantemente para alimentar tantas fuerzas de la riqueza industrial de nuestros días. Y cuando amanece, más allá de la rugosa corteza que con sus gigantescos pliegues marca las estribaciones remotas del Himalaya, nos plantamos en un periquete sobre el verdor infinito de los campos de arroz del sudeste asiático. Y de allí, a los rascacielos de Hong- Kong, al Mar de la China y a nuestro destino final en este viaje, que es la trepidante Tokio. Todo ha ido ensamblándose, visto desde arriba, en forma parecida a como se montan, poco a poco, sobre el suelo, las piezas de alguno de esos grandes rompecabezas geográficos con que los niños que viven en países de alto nivel de consumo aprenden sus nociones básicas de Geografía. Y todo el caleidoscopio del variante paisaje nos hace pensar en la vertebración de mundos distintos, complemen t a r i o s unas veces y otras antagónicos, que, inevitablemente, deben articularse en crecientes formas de cooperación, de paz y de crecimiento paralelo, lo que constituye tal vez uno de los problemas más complejos y fundamentales de nuestro tiempo. Pues, en otros siglos, cada espacio geografico- cultural tenía bien circunscrito y marcado su propio ritmo evolutivo, su propia y diversa peculiaridad; y cada uno de ellos, cuando estaba suficientemente alejado, podía ignorar- -y de hecho ignoraba con frecuencia- -la existencia de los demás v desarrollaba su perfil específico con sutpropias formulas. Mas hoy, el desarrollo increíble de las comunicaciones ha hecho que en escasas décadas esos mundos, a veces de muy distinta hondura en los estratos de su civilización, hayan quedado prácticamente unificados por la facilidad y frecuencia de la comunicaciones aéreas que los empalman Un largo viaje en avión, uno de esos viajes que en la actualidad dan la vuelta a mundo diariamente, descubre ante nosotros la imagen de la triple dimensión ei que el vfaje mismo se apoya. En pirae lugar, para el viajero está vigente y M A sin cesar la superficie de la Tierra, el aun suelo que, como en el mito de Anteo nutre y justifica. Se ven sus infinitos accdentes geográficos muy pequeños desde Uidiez mil metros de vuelo de crucero, pe! no dejan de estar allí en sus fragosidadr y ea su enorme dimensión comprada co la minúscula dimensión física del hornos Pero ocurre, ademas, que por llevar i dos nosotros sin poder evitarlo núes 1 propio mundo personal a nuestras espa das, cual si fuera una alforja, tan proi to el avión alza el vuelo todo el mum o de abajo queda como cortado, como mt (rrumpido en su fhur y en su incidencia Y todo pasa a centrarse en el fluii j ia incidencia minúsculos del viaje o en el aburrimiento y reclusión del que uela cuando el viaje es largo. Y es por el. por lo que este mundillo- -autentica unidad en si misma, de máquina y pasajeros- D pasa de repente a tener algo de cerrado e introvertido; y por ello, también, por lo que todas las compañías aéreas rivalizan en rodear al viajero de actividad y atenciones incesantes, ofreciéndose sin pausa objetos, bebidas, canapés, comidas y atenciones, entretenimientos en suma, con lo que, aunque tratemos de concentrar nuestro pensamiento en las cosas al ras de tierra, se fija éste cada vez más en el vuelo y su coyuntura, o en el paisaje de densas nubes que adquieren extraños contornos, tan sólidos y precisos que es difícil a veces imaginar que se trata simplemente de masas de vapor de agua modeladas por el volátil efecto de la dinámica de los gases. Estos dos mundos, estas dos dimensiones, están claros para nosotros ahora- -falazmente ciaros- mientras esa extraordinaria formula mecánica de potencia y sustentación, ese producto de la lógica humana y de la aplicación de la lógica al dominio de las fuerzas naturales, cual es el avión, sigue su olímpica y serena marcha entre el alto cielo azul y el paisaje fantasmagórico de las nubes. Y pensamos en el arduo camino que ha sido necesario al hombre para encontrar estas fórmulas que se resuelven en seguridad y velocidad. Nos parece ello tan natural en estos tiempos nuestros en que docenas de millonss de pasajeros van y vienen recorriendo los cielos, que a veces no paramos mientes en el tremendo esfuerzo milenario que ha sido necesario para encontrar el recendito secreto de aquéllas. Fues es posible que, tal vez. nos encontremos en el mundo entero en un momento que da por descontado y natural que i todo este ingente esfuerzo creador es asi porque no podía ser de otro modo; que suprime de nuestros esquemas la reflexión sobie la maravilla que te do elle supone que infravalora el sentido profundo que tienen los descubrimientos de la técnica y de la ciencia, que van al encuentro de las claves del universo. Fenómeno de olvido que puede ser grave, pues al utilizar simple y llanamente estos instrumentos de tanta perfección, de tan largo y difícil lo. gro, reducimos la propia dimensión espiritual que ha permitido al genio del hombre el alcanzarlos La voz de la azafata femenina y firme al mismo tiempo, interrumpe el hilo de este pensamiento. En vanos idiomas ordena a los pasajeros abrocharse los cintura- nes de segundad, entramos en una zona de gran turbulencia y el enorme avión a a moverse como una hoja en el viento Curante algunos minutes muy eoucs pero enormemente largos, el aparato se zarandea, pareciendo perder control Y. súbitamente, las dos dimensiones anteriores quedan en suspenso, tede queda sumido en el silencio tenso con que se contempla cómo el avión parece perder su rotundo poder. Y todo en esos breves instantes pierde de repente importancia: las nubes lejanas, el ir y t- enir de las azafatas las culturas y su sentido, la maravilla de la técnica... Estamos solos e indefensos fíente a la presencia de fuerzas naturales que parece van a devorarnos. Tan solos indefensos y pequeños como se sintiera frente a; rayo y las tormentas el hombre prehistórico abrumado por la inexplicable giande de un mundo hc a i! tremendo Hrn side solamente unos minutes unes egundes quiza Eawcn sale del bache leeupera su sol: íez su majestuosidad Ei mundillo interior reactiva sus ideas y emdas. sus canap? s MIS bebidas, sus ent: etemmientos Peic en eses bieves momentos ha aparecido la tercera dimensión del vuelo: la de la pequenez, en el espacio y en ei tiempo en que nuestia vida f ¿sica e ustenta la del misterio de la vida de la muerte, del sei y del tiempo de la glande y maiavillcsa en que eon- is- te el vivir de les humanos, peiecede: os j eternos insignificantes glandes la ez; incapaces, poi desgracia, con tan excesiva frecuencia en la Historia de coi ccerse o domina: se si mismcs pero ca jaces. en cambio de encontrar desde el silencio de algún mi culo laboratonc el u eto Je muchas de i mistencsas leyes me rigen la marcha del universo. J FEREZ CEL AR O Panorámica aerea ae Tokio

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