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ABC MADRID 04-02-1972 página 96
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ABC MADRID 04-02-1972 página 96

  • EdiciónABC, MADRID
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y poesía, cada día Gerardo Diego- -vna vez más inigualable en sus intuiciones musicales, perfecto en la adecuación del ritmo y la fonética a los temas cantados- -nos trastada hoy el clima musical de Mozart en un amplío y magnífico poema, del que recogemos una primera parte. LAS BELLAS ARTES La Música REVELACIÓN DE MOZART Todo es divina superficie, todo humanidad profunda. Mozart vivo, pintura vegetal, hoja aplicada a una pared, él v el misterio del vacío infinito. Y una línea- -bisel cortante- -en ángulo quebrada que es un perfil de espejo metafísico. Nadie intente salvar esa frontera, entre la plenitud y el lienzo puro o la nada. Los dos orbes eternos, la vida y lo que nunca nacería. Es imposible ya comunicarse sin cortarse los ojos que se atrevan a transgredir la puerta. Pero el hombrt. de ese retrato está mirando allende tocando, revelando con sus 0 J 03, sus ojos que querrían ir de vuelo si las riendas sutiles no tensaran su esclavitud. Los ojos mozartianos bañados de otra luz que no es la nuestra besan, rajan cristal, niños y abiertos en abultado éxtasis, nos salvan al salvar el abismo, nos redimen. Ob Mozart. Mozart flor, libre y atado para quedarte siempre con nosotros. Tres voces niñas cantan a la puerta del misterio inminente. Hechiza un pájaro las nieves y los juegos de una flauta. Y la revelación ya en nuestros dedos- se deja acariciar, nos da sentido. Con las piernas cruzadas toca un niño de nueve años- -triste ya y jugando, creando melodía y equilibrio- el pianoforte que ahora está naciendo al tacto de unas yemas delicado, y no al hundir, al levantar las teclas timbra, encadena, cristaliza escalas y aroma de mvosotis todo el ámbito. No me olvides. La música es no olvido y yo sólo sabré toda mi vida decir cómo os quiero y cuánto, cuánto- -no me olvidéis- -seré menesteroso de vuestro amor. Y así como ahora errante de corte en corte os lo voy cantando, improvisando variaciones, arias, sonatas onduladas de agua fresca, así continuaré transparentando cada año de mi vida más profunda mi pena sonreída azul myosotis. Rocas, fontanas, plazas de Salzburgo en la octava del Corpus. Un sol lírico calienta en los jardines de palacio las casi negras máscaras mortuorias que fingen los enormes pensamientos entre los jaspeados y amarillos. También la tierra piensa, piensa y canta, y sus muertos se asoman a la vida a gozar de este sol, oro de música, y a oír cantar los mirlos y los niños. La tierra, el ruiseñor, el niño, el muerto Cantan sobre la orquesta que hace el río. cantan, miran y piensan. Tal la vida se enreda con la nada y doce tonos modulan de uno en otro sus mensaje -color melancolía, matiz gloria, tinte desmayo, iris esperanza- No olvida, no, la música. Ella cree Mas qué verán los ojos- ¿niño, hombre? que así penetran más allá del límite. Porque ellos ven la bienaventuranza y la espejan en cláusula, en cadencia ofrecida al candor, porque ellos rondan y descubren la espalda de los sueños, por eso ya nosotros nos alzamos, somos corpóreos, prietos e infinitos, sabemos dónde pisa cada instante, por qué curvas, volutas, por qué estrías resbala tan feliz, a qué se expone, come se salva y gira y es ya otro y a la vez sigue siendo el mismo, suma de todos los instantes presentísimos, orbe acabado y siempre siempre haciéndose... Gerardo DIEGO

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