Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 01-02-1972 página 11
ABC MADRID 01-02-1972 página 11
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 01-02-1972 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página11
Más información

Descripción

A afición de los españoles a escribir sobre sí mismos y su país es multisecular, arraigadísima. Podríamos documentar el hecho remontándonos nada menos que a San. Isidoro o al Rey Sabio. Pero los himnos triunfales- -loores o laudes de la belleza y fecundidad de la tierra española- -que uno y otro nos legaron, bastante escépticamente recibidos por una posteridad desencantada, no tienen gran cosa de común con las ceñudas introspecciones con que generaciones más cercanas y descontentadizas pudieron dar la sensación de complacerse. Comienza a venir al mundo la literatura en que tal sentir se refleja, coincidiendo con las primeras manifestaciones visibles de la decadencia de nuestro Imperio. Y alcanza, cuando aquel declinar llega, en 1898, a su trágico nadir, una cúspide de superabundancia a extremos que autorizaron a pensar si esta especie de narcisismo a la inversa no constituía ya una morbosa manía. Pasada la apocalíptica coyuntura del desastre colonial fue remitiendo aquel elegiaco manar. Aun así, todavía hoy los españoles continúan preguntándose lo que son y quiénes son, de suerte que no es difícil sentirse, como yo, tentado a querer ahondar en las razones de este curioso fenómeno, descartando, desde luego, por insuficiente la más evidente de ellas: la persistencia y reitera- ción de profundas crisis históricas en la vida de nuestro país. La primera observación que la reflexión sugiere al lector de tales análisis es obvia y general. Siempre entre la visión del que contempla y lo contemplado se interpone un velo, tejido de ideas, de experiencias vitales y, sobre todo, de lecturas. El profesor Laín Entralgo acaba de subrayarlo certeramente a propósito del influjo de toda una tradición poética en la manera de ver Castilla y lo castellano, manera de ver que sufre los efectos de lo que por mi parte llamaría yo intoxicación literaria. Generalizando, se trata de la interposición de un subjetivismo que condiciona y, en algún modo, vicia los resultados de cualquier interpretación. Esto es grave; más todavía cuando lo analizado es un país y éste se llama España. Pues parece, a lo que vemos, que esta vieja y venerable nación, calificada de enigma histórico no puede ser simplemente vista ha de ser entendida interpretada Pregúntase, por tanto, el lector, candidamente, si no sería España mejor entendida si fuera únicamente mirada. Mas, como una observación despersonalizada sería quimérica (y acaso no del todo deseable) el lector, con la mejor voluntad una vez más, retira esta primera reserva. Advierte, en segundo lugar, el que lee, una tendencia algo tediosa a la inmutable reiteración de ciertos puntos de vista un tanto gastados, devaluados (y casi inutilizados a veces) por el discurrir del tiempo. ¿Qué es lo que pasa, qué lo que queda? ¿No cambia España? Pregunta, la última, que yo contestaría afirmativamente sin vacilación. Sí. Los españoles están en trance de cambio, y aún diría yo que cambio decisivo. Los hechos, hechos nuevos en gran parte, hablan. Son el aumento demográfico, el elevado y creciente porcentaje- -dos tercios del total- -de la población urbana, una rápida industrialización y menor énfasis en la agricultura movimientos migratorios, inquietud viajera hacia el interior y el exterior, mayor gusto por y mayor capacidad para la técnica... Hechos todos que han creado una realidad distinta, compuesta de aspectos positivos y, naturalmente, negativos también, de rasgos y problemas que perviven al lado de otros inéditos; todo un conjunto de cosas que reclaman L CASTILLOS EN EL AIRE San Isidoro, arzobispo de Sevilla lienzo de ffiurillo que se conserva en la catedral hispalense. un nuevo enjuiciamiento critico. No poco de lo que se escribe está en riesgo grave de desacordado anacronismo. No habrá pasado una década desde que cierto semanario madrileño publicara un número especial dedicado al acercamiento de España al conjunto de Europa, representando a ésta simbólicamente por una esbelta chimenea Humeante, a España por una enorme tinaja ventruda... Muy claramente se ejemplifica la necesidad de actualización en el examen de cuestión tan añeja y batallona como la de los particularismos regionales. Dejando a un lado los tradicionales individualismo y tribalismo hispánicos, que pudieran hacer de estos fenómenos esencialmente románticos una especie de proyección sublimada de sentimientos característicamente nuestros, se nos figura que hay en los aludidos exámenes muy notables omisiones. Echamos dé menos, por ejemplo, alguna referencia a la coetánea multiplicación (hasta en países donde no lo esperaríamos) de particularismos de tinte nacionalista: falta también el debido reflejo de una evolución económicosocial de la que son aspectos un movimiento de capitales y materias, unas migraciones humanas interiores a las que no podrá sujetarse indefinidamente a un riguroso jus solí factores nuevos todos ellos; de homogeneizacíón, con una secuela de intercambio de emociones y de ideas; factor de aproximación. En consecuencia, cualquier nuevo montaje del vivir regional no debería tener como base el ámbito exclusivo de las regiones tradicionales su célula fundamental podrían ser las nuevas divisiones geoeconómicas que así se dibujan. Falta, por último, el no considerar tan sólo las notas diferenciales, sino asimismo los elementos centrípetos dentro de cada región: su cre- ciente participación en la ¡evolución g (neral del conjunto nacional. En otro términos: apego a la tierra natal, a lengua, costumbre y tradiciones, variad un lado; economía, sociología y técnica por otro; es difícil que éstas no influya! en aquéllas, armonizándose tal vez ñu tuamente. Los ensayistas se acercan a nuestro días. Ahora es cuando puede asomar 1 disconformidad con el recetario que h servido para la vida de nuestra socieda y nuestro Estado, y ahora, cuando escr tor y lector tendrían que estar aiert pues ¿no es este el momento en que i la serenidad no vela, o a su sombra, pu de el apasionamiento colarse a la chit callandoy de rondón? Y, aunque así n ocurra, lo que empezó como frío escrt tinio puede convertirse en doctrinaria d sertación, impregnada tal vez de difus emocionalismo. En efecto: el escritor coi templa el objeto amado- -España- -co cierta decepción, con una irritada dess zón incluso. ¿Por qué? ¿No será pfmjp no le satisface tal como es y la quisier otra? Tal ocurría a los reformadores d XVIII... Y ahora comprendemos meje por qué motivo bastante de lo leído no parece fragmentario, truncado, f a l l i d irreal en suma. Es por lo que todo ell encierra de aspiración, de esperanza ili sionada... Castillos en el aire todo como se dice en francés (que viene aqi como anillo al dedo) castillos en Españ; El tono en que se discurre delata tana bien la callada penetración del sentimien to en la especulación. En el tono qued hoy el poso dejado por la hipocondri nacional de otros tiempos; huellas de acerbo pesimismo de los exámenes d conciencia en que aquel padecimiento s tradujo. ¿Está en su punto esto en día de hoy? Es lícito dudarlo. La vid de nuestro pueblo ha sido durante sjgjj hondamente dramática y en ocasione trágica. Así y todo, España ha vivido progresado. Cuando comparamos núes tros cruentos conflictos civiles con aque líos otros internacionales, precedidos seguidos con frecuencia de dolorosos en fremamientos internos, o con las ocupa ciones e invasiones sufridas por otro países a las que el nuestro ha escapade tomamos conciencia de que el llanto v por barrios, de que el destino historie exige a todos los grandes pueblos un pe sado tributo de sangre y sufrimiento. 1 tampoco han faltado paréntesis de paa Siempre ha sabido el español, hasta cuan do rabiaba o no tenía blanca reír y can tar. Todo ficticio, precario, se dirá, o prue ba de inconsciencia... Puede ser, pero ¿habrá habido nada más precario, má preñado de riesgos y conflictos que es; belle apoque que tanta gente añora flf ¿no es verdad que hay en nuestra larg; biografía como país, vista hoy, superad tanto escollo, además de una fuente di enseñanzas para evitar sacrificios innece sarios o estériles más motivos de espe ranza que de desánimo? Pero... parece me que estou a fazer frases escribió uní vez, graciosamente, Camilo Castello- Bran co, después de una arrancada retórica No quisiera yo que algún burlón hipercrítico me tildase de fabricante de frases. El lector ha llegado al final de su lectura. Y sólo sabe que no sabe. De cadí afirmación surgen ramilletes de pregun tas. Y los españoles seguirán escribien do libros sobré España. Buena cosa, duda, si va acompañada de una revisió y reajuste de bastantes cosas. Aunq se diga lo que se diga, se escriba se escriba, guste o no, los países la costumbre de vivir su vida. Ramón MARTIN HERRERO

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.