ABC MADRID 23-01-1972 página 166

J SWÜS 5 La prinoesa Carolina de Monaco s gran aflolonada a toda oíase de deportes, y además los praoti oa oon gran brillantez. En esta doble página podemos contemplarla en la playa, praotloando el patinaje sobra hielo y oonduolendo un graoioso kart T 0! i. i ODAS las lluvias de enero tienen el preludio de una cercana primavera, sueñan en silencio con unas flores de juventud y alegría. Incluso aquellas aguas tormentosas que se deshacían sobre los tejados del pequeño principado monegasco la mañana del 23 de enero de 1957 poseían esa intima esperanza del abril que aguardaban. Y aquel abril ha empezado a entreabrirse apenas tres lustros después. Aquellas lluvias de enero trajeron el agua azul de los ojos de la pequeña Carolina y la risa clara de Monaco, con sus trece kilómetros cuadrados de superficies volcados hacia el Mediterráneo... A las nueve y media de la mañana, la, princesa Gracia Patricia había dado a luz una niña, la princesa Carolina Luisa Margarita. Cuando Rainiero III de Monaco anunció la feliz noticia por la radio, su voz era temblorosa y su acento cálido y nervioso. El agua que, años antes, en 1949, se había unido gozosa al acto de coronación del soberano, se unía ahora también a la alegría del nacimiento de la heredera del segundo país más pequeño de Europa. La llegada al mundo de la princesa Carolina representó para los subditos del Principado un respiro feliz que se trocó en colgaduras y globos multicolores. Su nacimiento suponía la liberación de la amenaza que pesaba sobre el pueblo monegasco de que, en el caso de que los principes no tuviesen descendencia, el Principado pasaría a depender de la soberanía francesa. Toda esa amenaza que- M daba disipada y la alegría se desbordó, N junto a las sirenas de Tos barcos surtos