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ABC MADRID 19-01-1972 página 11
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ABC MADRID 19-01-1972 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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FALACIA DE LA BELLEZA FÍSICA I LA FORMACIÓN DEL HOMBRE DE HOY m TT 7 ERBADERAMENTE existe la belleza física? En el más- A W razonable de los casos cabe pensar que la belleza física, 9 antes que por una norma objetiva y un canon riguroso, viene determinada por un compuesto vivencial en el que intervienen los gustos personales, la coincidencia de ideas previas, el acostumbramiento, la proximidad a las imágenes difundidas por los medios de comunicación, de manera que la belleza en realidad se halle sólo en los ojos del que mira, sea un elemento subjetivo proyectado hacia el objeto o la persona en cuestión. Esto explica la venda en los ojos del enamorada y el afortunadamente proteico núcleo de los gustos, pero no excluye que por eneima de esta lógica, subjetiva proyectada palpiten en la atmósfera de la estética tradicional, de la cultura cinematográfica, de las convenciones físicas divulgadas por las revistas gráficas y la publicidad, ciertas normas o, esbozos mediante los cuales, t sin ninguna sutile W v JL za, sólo situándonos en un ámbito elemental y extremo, podamos identificar la belleza física res Los ideales de belleza no son vapecto de la fealdad lores absolutos y mañana o dentro de la vulgaridad, be- mil años quizá la evolución del guslleza cifrada en la to y sus misteriosas añagazas favoarmonía de linea, en las equilibradas rezcan a las personas que hoy norproporciones en la malmente se entienden por feas gradación colorista y en un no sé qué de culturales légamos y tópicos esteticistas que nos obligan a admitir la especie de que una mujer con ojos verdes, nariz helénica, tez suave y cuerpo esbelto y exuberante (esta definición se la debo al periodista José Luque) sea más bella que otra mujer con cara, por ejemplo, de cargador de muelle. No olvido ni por un segundo que partimos de convenciones y que los ideales de belleza no son valores absolutos; y que mañana o dentro de mil años quizá la evolución del gusto y sus misteriosas añagazas favorezcan a las personas que hoy normalmente se entienden por feas Pero aquí reside precisamente la falacia de la belleza física, la amargura de saber que se trata de una convención y el no poder sustraerse a ella. Hoy yo admito los valores de la inteligencia, del sentido común, de la educación, incluso de la elegancia, es decir, de todos los elementos fácticos en los que ha intervenido la voluntad, y me resultan intolerables los aparentes dones distribuidos al azar por la Naturaleza. Intolerables teóricamente, como individuo que se sienta a una máquina de escribir. Mas en cuanto frente a mi área visual aparecen una bella desconocida y una fea igualmente desconocida, me domina la zozobra, pues no sólo se viene abajo mi aparato teórico y lúcido, sino que a la supuesta bella, aparte de la admiración exterior que me causa, le atribuyo inevitable y superficialmente mayor inteligencia, otra finura y hasta otra remota y sutilísima condición social Me comporto casi en racista, aunque habría que determinar cuáles son los elementos fisiológicos y sexuales que legitiman un amago de racismo, por oposición a los sabidamente injustos elementos políticos y sexuales. in desviarnos del tema, quiero terminar denunciando la falacia que late en la belleza física y en los restantes dones del mundo- -base primera y profunda de la injusticia humana con resonancia social (basta pensar en la influencia de artistas de cine y televisión, en los políticos elegidos por razones no siempre ajenas a la apostura física, en la escalada social de tantas damas hermosas, en los crímenes pasionales, en la unión de los mejores en la alteración del cñdigo genético, etcétera) y en la contradictoria imposibilidad de sustraernos a su ensordecedor canto de sirenas. Eduardo TIJERAS UESTROS hijos tienen en la guerra una referencia, un dat importante, pero no una experiencia directa. Nuestros nie tos, ni eso. Han crecido ante la televisión, se han educadc con los procedimientos pedagógicos audiovisuales y en la plena floración de la técnica. Lo que quiere decir que como no han tenido que apencar prácticamente con ningún tipo de dificultades van a ser flojos de piernas y gordos de cabeza. Esa hipertrofia de cerebro, que les condiciona inexorablemente para una deformación intelectual del conocimiento humano, les va a restai otros valores que son tan necesario: al hombre como lo ¡inherentes a Su inteligencia. Son útiles siempre Jas conversaciones de ur hombre de otra ge neracicn con los qjjj van viniendo, ííor que uno y otro s enriquecen en si mutuo contraste d pareceres. La formación del hombre de hoy es más exigente, más dura 3 más meritoria si s quiere. Pero no olvidemos que el hombre de ayer no ests deshumanizado y e equilibrio intel e c tual en que ha ere c i d o- le permito mantenerse derecho Son útiles siempre las conversacio- Abocamos inexora nes de un hombre de otra generación blemente a problecon los que van viniendo, porque uno mas de crisis, por y otro se enriquecen eñ su mutuo con- que estamos en mo traste de pareceres. La formación del mentes críticos. LÍ hombre de hoy es más exigente y dura. c r i s i s formaciona de nuestra hora reclama un análisis urgente. Pienso que la universidad a veces emborracha, más que cultiva, a los educandos. Una borrachera cultural es tan nociva como una ebriedad de pippermint. Los efectos secundaria radican en el subconsciente y no son siempre controlables. Pero es indudable que el hombre de hoy se cultiva con mayor celeridad y con una más amplia ambición de ideas y conceptos. Todo son exigencias, imposiciones, impedimentos, imponderables. El Die Welt exige título académico a sus redactores. Ya hemos visto elevada a la máxima categoría universitaria la profesión del periodismo en España. A la vista está el incremento masivo que todas las profesiones, incluso los oficios artesanos y mecánicos, tienen en esta hora. Se exige la perfección, el conocimiento responsable y radical del trabajo a que uno se dedica. Estas exigencias, que son en cierto modo una reacción ante el desenvolvimiento rutinaria de una sociedad adormecida durante mucho tiempo, me parecen lógicas hasta cierto punto, porque la solera y el prestigio sólo se obtienen haciendo de tripas corazón, que es una manera ímproba de convertir los intestinos en un mayestático símbolo. En algunos aspectos esta intención superadora ya se tenia en otros tiempos. La Trasatlántica exigía que todos sus oficiales tuviesen el título de capitán. Los mayordomos ingleses podían no sólo competir, sino rebasar la educación y buenas formas de muchos jóvenes extrovertidos de la aristocracia a la que servían. Cuando a veces se tercia una conversación con algún joven universitario lo que más me sorprende es su lenguaje dogmático. Todo lo que dicen parece estar escrito en alguna parte, con idénticos giros y acotaciones, pero de sus conceptos apenas emana una sensación de verdad, de calor humano. Los libros son, por lo general, una gran verdad, pero su interpretación, su trasvase a la realidad, es algo que necesariamente se hace con sangre o con efusión de vida. Hasta que no surge la fricción de la verdad, de lo vivido, tanto la ciencia escrita como el arte catalogado c ¿recen de entidad. Les falta, diría yo, el ejercicio práctico. TóaB esto queda resumido en el gran fenómeno de la comunicación que hoy invade todos los órdenes de la vida. Los medios han extremado sus técnicas y los jóvenes empiezan a saber más de prisa y hay que irles traduciendo esa celeridad al lenguaje de la experiencia. José Gerardo MANRIQUE DE LARA N

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