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ABC MADRID 25-05-1971 página 7
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ABC MADRID 25-05-1971 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
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PROBLEMA NUMERO UNO DE ESPAÑA L problema número uno de España ya lo sabéis: si hemos logrado, al fin, una Ciencia española o, solamente- -aún- -unos cuantos e s p a ñ o l e s científicos: Viejo problema. Planteado ya, según Pedro Sainz Rodríguez, desde Alfonso García Matamoros, en 1553, con su Apología de adserenda hispanorum eruditione sey de viros Hispaniae doctos enarratio Y llevado a reportaje, en estos días, por Manuel Calvo Hernando, con Documentos informativos sobre la Ciencia española actual Quien da ya por resuelto el existir de tal Ciencia con ritmo creciente desde el momento que hay científicos españoles que participan en Congresos internacionales y obtienen contratos de trabajo en Centros extranjeros de Investigación. Y ello gracias a organismos como nuestro Consejo Superior de Investigaciones Científicas y sus Patronatos, entre los cuales- -como ejemplo- el Juan de la Cierva ha dado lugar a un centenar de patentes de invención. Habiendo compatriotas nuestros que logran el Nobel, como Severo Ochoa, o investigan, tal que Mallen, en la Universidad de París, o Múgica Boñigas en Munich. Y nombres europeicos: a lo Sanjuán, Armenteros, Ors Aracil, Torroja, García Santesmases, Ríos, Abellanas, García Morato, Romana, Morallo, Lora, Goicoechea, Juan de la Cierva. Sánchez Pérez, Ricart, Casablancas, Aparicio, Ballesteros, Velasco, Picatoste, Valenciano, Sistiaga... entre otros. Y descubrimientos como los radicales libres inertes, el fusil Cetme, el cohete NTA, motores CJ 5. T. A. el Pegaso el Talgo un reactor atómico y más prototipos aparecidos en la Exposición Monográfica de la Inventiva Española 1970, que se unieron al autogiro de La Cierva, al Ictíneo de Monturiol, al instrumental de Torres Quevedo, al artificio de Juanelo, a la grúapluma de Juan de Herrera... Y existe todo un léxico tecnológico hispanizado que al escritor nos llena de delicia (glicéridos, glutelina, biónica, diodos, poliester, aeropónico. polímeros, espuma de poliuretano, viriásico... Y si a todo esto ss añada el incremento de vocaciones científicas juveniles, no es de extrañar que exclame: Vivimos en otro país que nada tiene que ver con la España de hace un cuarto de siglo. Quizá recordando exultaciones como la de Zarco del Valle en 1831, o la esperanza de Echegaray en 1866, o aquel formar la raza científica de Carracido E en 1896, o el echar las bases de Cajal, en 16 7... Faro también con el mismo inquietante postulado: Se necesita potenciar nuestra investigación. Para evitar que las diferencias tecnológicas que separan a España de los países más desarrollados se hagan insalvables (Y que este gap o abismo, si logramos cerrarlo, nos ahorre royalties, las patentes extranjeras de Invención, que ascendían, según EuropaPress, a 6.790 millones de pesetas en los primeros meses de 1970. Royalties... Realezas de la invención humana. Las que clasifican a los pueblos en señores y siervos (o, piadosamente, en super y sub- desarrollados Realezas científicas, Royalties de España... Ernesto y Enrique García Camarero afirman, como Calvo Hernando, que la vieja polémica de si era necesaria la Ciencia en nuestro país y de si había habido Ciencia española parece haber terminado. Pero, también, el mismo desasosiego: ¿Y no surgirá otra al preguntar sobre el tiempo que se necesitará para que Europa y el mundo nos deban algo sustancial en. materia científica producida por españoles y en España? Luego tal Polémica no estaba, no está, conclusa. Aquella famosa de 1782, cuando en el artículo España de la Enciclopedie Methodique preguntaba desde París Nicolás Masson de crvilliers: ¿Qué se debe a España? ¿Qué ha hecho por Europa? España, en todo, es un niño que tiene que crecer todavía... Viejo problema. Intuido en el XVI, tras Matamoros, por Alejo Venegas, y en el X v u por Quevedo. Y ya interrogado en el XVIII por Feijoo. Hasta que para responder a Morvilliers intervinieron en ese siglo Cavinilles, Fbraer. Denina. En esta línea reivindicativa retornarían en el XIX Laverde, Menéndez Pelayo, Pidal y Mon, frente a las nuevas negatividades de un Revilla, un Perojo, un Azcárate. Hasta que el propio don Marcelino, por 1894, llegara a la conclusión de que nuestra Ciencia era dislocada y fragmentaria con puntos brillantes y falta de continuidad Lo mismo que concluiría Ortega entre 1906- 1908: Ciencia, no; hombres de ciencia, sí Ciencia supone una continuidad en el esfuerzo La ciencia y los sabios españoles son monolíticos Que nacen sin precursor ss Es en nosotros un hecho personalísimo y no una acción social Por lo que propuso, hace más de medio siglo, lo que ahora acaba de dar título a nuestro Ministerio: Educación y Ciencia Tomándolo Ortega- -para Villar Palasí- -nada menos que de la República platónica, en la iue se afirmaba que si no se acartaba con la Ley creadora de la Educación y Ciencia que es la ciudadela del Estado, nos pasaremos la vida haciendo leyes y rectificándolas, imaginando que así llegaremos un día a lo. perfecto Fue Ortega también el que se preguntó más a fondo que ninguno de sus predecesores en el problema, de dónde procedía esa desventura o imposibilidad de una Ciencia española. ¿La Inquisición, la situación geográfica, el descubrimiento de América, la procedencia africana? Más bien: La falta de una levadura para la fermentación histórica, los pocos que espiritualicen y den un sentido de la vida a muchos Comparándonos, en cierto modo, con Rusia. Pero Rusia, más oriental aún que España, así como Japón o la India actual, están dando muestras alucinantes de cientifización y originalidad. Ahí, el caso de ese Shri Aurovindo en el Estado de Madras, levantando una Ciudad Auroville que va a resolver la Utopia soñada desde Tomás Moro, y llegando asi a las mismas conclusiones que Teilhard de Chardin entre Tecnología y Espiritualidad. Por lo que yo me permito demandar: ¿Se ha preguntado alguien la relación en- tre capacidad utópica y capacidad científica Si se lee a W. H. G. Armytage sobre ese tema en su Yesterday s tomorrows. A historical Survey of future societies 1968, se constará en seguida la ausencia de españoles. Aunque España podría aducir el Criticón de Gracián (1601- 58) inspirado, se dice, en Aben Tofail (1163- 84) y en el inglés Barclay (1582- 1621) Y el mismo Cervantes, pues además de su utópica ínsula Baratarla estudiada por F. J. Conde, todo el Quijote es una utopía de la justicia sobre la Tierra. Así como sus idealizaciones del Persues y de La Galatea que como todas las relaciones bizantinas y pastorales fueron las consecuencias evasivas de una Edad de Oro sobre la Tierra que aportara el humanismo renacentista. Luego habría que saltar a Ganivet, con su Reino de Maya y al Baroja de Paradox Rey Pero todo ello no invalida la invectiva Santiago Ramón y Cajal que tantas provocó Unamuno con el su ¡Que inventen ellos! en rapto tremendo de genialidad hispana, al enfrentarse con el problema superior al de la vida: el de la muerte. Porque la vida era, y es, el origen luzbeliano de toda capacidad utópica, tecnológica, científica. La vida o el sueño del Paraíso sobre la Tierra, de la superhombría y de la muerte de Dios para llegar a ser Eios. Mientras que la muerte: el problema de algo más que la vida aquí: el de la eternidad. El de la capacidad mística del hombre. Su capacidad de salvación, o verdadera ciencia. Y plan- teado en la Carta Magna reciente de Pablo VI. Vida y Ciencia. Muerte y Salvación. Problema número uno de España, ¿pe España? Y de toda la Humanidad. De esa pobre Humanidad para la que nunca tendremos bastante amor (y piedad bastante) Ernesto GIMÉNEZ CABALLERO

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