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ABC MADRID 31-01-1971 página 158
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  • EdiciónABC, MADRID
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SALUD Y BELLEZA LA CARDIOPATIA DE LA OBESIDAD Por el doctor M. DE AGUILAR MERLO Jh: t Sovittlud Española de ilédlrnx S vriturc P REOCUPACIÓN de todas las personas con sobre peso cuando llegan a la cuarentena es si perjudica a su corazón una obesidad más o menos encubierta. A partir de esa edad son más frecuentes la angina de pecho y el infarto cardiaco, y quién no conoce lo conveniente de vigilarse para evitar en lo posible estas enfermedades. El corazón es una doble bomba muscular para impulsar y aspirar sangre, como órgano motor central de toda la circulación sanguínea. Asi se dice que hay un corazón derecho y otro izquierdo, y cada uno está dividido en dos cavidades llamadas aurículas y ventrículos. En síntesis la circulación transcurre asi: la sangre de todo el cuerpo- -excepto de los pulmones- -entra en la aurícula derecha, luego vara al ventrículo derecho, de allí es lanzada mediante la contracción cardiaca y a través de la arteria pulmonar hacia los pulmones, donde se oxigena y se vuelve más roja, para pasar a continuación, por medio de las venas pulmonares, a la auricuta izquierda, luego al ventrículo izquierdo y de allí salir, por la contracción muscular hacia la aorta y las demás arterias derivadas de ella. El mecanismo autónomo de regulación cardíaca se comporta como una red telefónica, llevando la llamada de la excitación a todo el músculo cardiaco. A su vez, la central de los impulsos está gobernada por el sistema nervioso, que puede aumentar o disminuir los latidos y el trabajo desarrollado. LA OBESIDAD PERJUDICA AL CORAZÓN altera el ritmo y la forma de contraerse normalmente al corazón, S i n embargo, no son estos tres depósitos de grasa lo peor para el funcionamiento del motor cardíaco, sino otra serie de circunstancias que se acompañan, de vital importancia para el mismo. Por ejemplo la misma obesidad en conjunto, que causa una disarmonia entre el tamaño del corazón y su capacidad funcional, mor un lado, y, por otro, el aumento del volumen del cuerpo de la persona, con mayores exigencias fisiológicas de las aue su corazón pueda soportar, otro perjuicio de la obesidad es el contenido de grasa en el vien- que la grasa- -oprime también dicho aire el corazón, desplazándolo hacia arriba, asi como a los vasos sanguíneos, impidiendo la reabsorción de nuevos gases. Se cierra un circulo vicioso donde a más depósito de grasa, más meteorismo y más elevado está el corazón, con peor función según avanza el proceso. A esto se une una serie de hábitos comunes en la persona obesa; entre ellos el sedentarismo, el aumento de grasa en la sangre y en las paredes de las arterias, las bebidas alcohólicas y el tabaco, uno de los tóxicos peores para el corazón (El hombre grueso es la persona de banquete, con puro y copa) El ex- seer una sangre viscosa por la cantidad de grasa que arrastra, con deterioro de las paredes vasculares, aumento de ¡a tensión arterial y dilatación del corazón izquierdo. No ss dramatizar el problema de ¡a obesidad en los cardíacos, sino hacer ver que las plétoras abdominal, pulmonar y de líquidos viscosos en la sangre, ante cualquier incidencia de las que frecuentemente suelen ocurrir en las personas dinámicas y competitivas alrededor de los cuarenta años, muestran a los obesos sin capacidad de lucha contra esas enfermedades de moda, como la angina de pecho y los infartos cardíacos. No hay que descartar- tampoco la importancia de las anormalidades endocrinas y los disturbios nerviosos que, alrededor de la cuarentena en el hombre y de la menopausia en la mujer, producen una irritabilidad, o distonia, de todo el sistema nervioso vegetativo, que es, precisamente, el que gobierna el corazón. ALIMENTAR AL CORAZÓN Y NO AL ESTOMAGO R I NDUDABLEMENTE se está en lo cierto al creer que la obesidad perjudica al corazón y ñor numerosos motivos. Uno de ellos, la misma grasa que se deposita en sus capas superficiales, intermedias y profundas. Cuando se acumula en el exterior, las venas y arterias que entran o salen del corazón están rodeadas de paquetes de grasa que se infiltran hada el ttitirior entre las venillas y- terias de pequeño calibre. t or dentro, las fibras musculares quedan distendidas, separadas, dificultándose la circulación y nutrición, y, a veces, degenerando esas mismas fibras. Cuando la grasa se acumula en sus partes más profundas, afecta a esas conducciones de hilos telefónicos que llevan las ¡lomadas de la excitabilidad cardiaca, con lo que se tre, empeorado sf se usa faja. Las fajas son muy malas para el corazón obesb, porque la grasa del vientre es aplastada y dirigida hacia arriba, elevando el diafragma y poniendo horizontal el corazón. Pero las fajas- -o la grasa solamente- -perjudican porque presionan también sobre I o s vasos sanguíneos del intestino y estómago. Al estar la circulación sanguínea del aparato digestivo comprimida, no puede recoger los productos nutritivos y sus desechos, acumulándose gases y produciendo meteorismo. Esto dilata todavía más el vientre y- -al igual cesivo reposo, la falta de ejercido hacen disminuir la fortaleza de los músculos y, entre ellos, el corazón. Pero también se debilita el diafragma, que no puede aspirar aire por los pulmones, provocándose una congestión pulmonar que dilata el corazón derecho; y al estar la sangre menos oxigenada, el corazón se alimenta peor y las fibras musculuares quedan desentrenadas, mal nutridas y sin fortaleza. Sumemos a todo esto otra serie de factores causantes del endurecimiento de las arterias, o arterioso lerosis, que en el obeso está acelerada por po- ESUMIENDO: a la hora de las comidas hay que pensar más en el corazán que en el estómago. Y para alimentar sabiamente a la viscera cardiaca, único músculo que nunca descansa y está continuamente necesitanda azúcar para poder contraerse, hay que hacer comidas pequeñas y frecuentes, no distanciando excesivamente las tomas de alimentos. Por las noches, en muchas ocasiones, también. Esto lo deben tener en cuenta las personas obeiks que estén a dieta, pues además de hacer el régimen prescrito por su médico procurarán cenar muy tarde y desayunar muy temprano, para disminuir esas horas nocturnas sin comida. La cena deberá ser una hora antes de acostarse, o de dos horas si fue abundante, fin Norteamérica son frecuentes los infartos cardíacos nocturnos y yo pienso que influye entre otras cosas) la temprana hora de cenar, pues deja a la sangre sin suficiente azúcar para el trabajo cardíaco. Toda persona con un corazón enfermo, o aquella que siendo obesa está a dieta hipocalórica, sí se despierta por la madrugada deberá comer algo para evitar esta contingencia. Con mucha más justificación quienes trabajen por la noche tomarán una pequeña comida ifrutas, etc. i para evitar ese infarto de las cuatro de la madrugada

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