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ABC MADRID 26-11-1970 página 94
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ABC MADRID 26-11-1970 página 94

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC J U E V E S 26 DE NOVIEMBRE DE 1379. EDICIÓN BE LA MAÑANA. PAG. 94 TANGO déSSI a womi r Mrb ¿éks que íinerece última peripecia vital de don Juan Manuel de Montenegro todos esos efectos que amaba don Ramón y que forman parte Inseparable de su mundo literario, de su estilo: el kikirikí del gallo negro, las campanas que doblan, el murmurar terrorífico del viento en los pinares, el latir de los perros y el piafar de los caballos, el murinullo del agua. Don Ramón del ValleJnclán fue iin escritor fundamentalmente auditivo, de la misma manera que fue visual Azorín y olfativo Gabriel Miró. Las sensaciones auditivas constituyen un poderoso medio de expresión vaikintlanesco. Cuando todas las campanas de Ugura- -se dice en Sonata de primavera -S despertaban tocando a muerto. Un O esquilón tocaba a misa de alba en la Sonata de estío mientras Bradomin y la niña Chole se amaban furiosamente. ¿Poco después cantó un gallo- -escribe en esa sonata don Ramón- Era la hora nupcial y augusta de la media noche. Peí sacrilego sonar de las espuelas s habla allí también, y esa sonoridad solemne, melancólica misteriosa, sorlilégica, constituye la atmósfera que envuelve los personajes valleinclanescos y que, eomo muy bien ha estudiado Amado Alonso a propósito de La gloria de don Ramiro es una innovación de la estética modernista. Todos esos elementos sonoros que atraviesan la acción dramática en el montaje de Romance de lobos son bellos, son justos, son necesarios. No ha de oponérseles reparos, ya que sin ellos la comedia perdería una parte de su ensalmo que debe caer piadosamente sobre el terror del espectador sobrecogido por el aura gxanguiñolesca de los acontecimientos. Pero esa brillante y felia utilización pedía, exigía un volumen de sonoridad verbal, una contundencia de la palabra, que el ilustre director no pudo arrancar al instrumento vocal constituido por su numerosa compaSía. Ese es un reparo inesquivable y mayor. En su hondo y entregado trabajo hubiera debido poner José Bódalo un potencial sonoro tres veces mayor. Y eso no sólo porque ya decía el marqués de Bradomin que su pariente era hombre de poderosa voz y que a nadie consentía que, como él lo hacía, pudiera hacerse oír a una legua de distancia, sino por la necesidad de dominar el coro de mendigos como el tenor y la tiple dominan coro y cuarteto en los grandes concertantes de la ópera. Bajo el tono del protagonista, el tono general fue excesivamente bajo. La frase perdió su valor rotundo. La musicalidad se atenuó. El volumen verbal no impuso su riqueza a esa sona coral de tos gallos, las campanas, Ua galopea. los bra- midos del ventarrón, y el resultado fue una debilitación expresiva, que con un trabajo suplementario puede ser corregida. Tal vea la obra ganaría galleguizando sus elementos visuales en vez de tratar de unlversalizarlos, ya que el barroquismo de elementos empleados por Nieva corresponde fielmente no sólo al barroquismo del texto, sino a ese aire barroco que le viene a Galicia por sus pámpanos, sus mazorcas de maíz, su viento mareiro que ondula el paisaje, sus nieblas que lo transforman y hechizan y que se trasunta en REX HOY ¡ACONTECIMIENTO! SALA ESPECIAL ¡VUELVE! LA OBRA MAESTRA DE WÍLUAM WYLER AUDREY Hli BU 8i SHIRLEY M LAIKE JAMES GARNEg OiFSSENTE A TOCO. DIRECTOR: WILI- IA 1 VI W Y L E R V. O, SÜB ITl 1 ULADA DIFERENTE A TODO. MAYORES 18 A OS las torres barrocas y en el Obradoiro de la catedral eomposieiana. Con todo, muchas de las escenas granguiñolescas, están conseguidas eos plenitud de eficacia. Así la espléndida del robo sacrilego de Don Pedrito y Don Farruquiño en la capilla del pazo; la exorbitantemente romántica del encuentro de don Juan Manuel con su esposa ya sepultada, en la que Bódalo está insigne y José Luis. Alonso ha logrado un efecto visual al levantar la lápida digno de los pinceles de Alonso Cano; la muy bella, simbólica y cargada de valores literarios de los pobre alzando los brazos al hogar- corona que entre ellos se levanta; la cruelísima solanesca, ya puro esperpento, del amortaja miento de la difunta. En todas ellas hay una composición, un tetiigo un sentimiento plástico, magistrales. El relato estaría mejor sin las acotaciones. Ganaría agilidad con la supresión de algún trasto y necesita imperiosamente de un aumento de considerables decibeles por parte de los actores. Los grandes fondos utilizados por Nieva son de una belleza deslumbrante. La iluminación logra perfiles de personaje. Hay momentos en que este don Juan Manuel de Montenegro errante nos parece un Rey Lear gallego y, sobre todo, en los de esas escenas hermosas, felizmente expresadas, de su coloquio) con el loco Fuso Negro, enérgica, descaradamente incorporado por José María irada. Exacto, tal vez con sequedad excesiva, está Gabriel Llopart. Justo, Félix Dafauce, Excelentes Margarita García Ortega, María Luisa Arias, Luisa Rodrigo. Insuficiente, falto de la necesaria crueldad, el quinteto de los hermanos, aunque Ricardo Merino y Arturo López lograran una de las mejores- escenas de la noche. De José Bódalo ha de decirse que lleva con nobleza, con dramatismo muy humanizado, la triste aventura del vinculero Montenegro, y logra escenas muy valiosas, pero está quizá con exceso contenido sin tocar casli nunca los extremos granguiñolescos que pide su personaje. Cuando lo hace- -escena. de la sepultura- -su talento de actor logra, una expresión de alto y bello dramatismo. Es una empresa alta, altamente intenta- da, este montaje de Romance de lobos que tiene muchos aciertos y muchos méritos junto a algunas deficiencias corregibles. Lo peor es el eterno desfase español. La genial intuición vallelnclanesca, aherrojada por el contexto social español incorregible al parecer, llega tarde. El grito social de don Ramón está desgastado, aunque no pueda decirse aún que es innecesario. El mundo alucinatorio, medieval, supersticioso, está también teatralmente consumido después de aquel belga tremendo que fue Mlshel de Ghlederode. Eso es lo que hacemos aquí con nuestras glorias y nuestros descubrimientos. Malbaratarlos. -l B 3 í SAÜCHO.

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