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ABC MADRID 03-06-1970 página 135
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ABC MADRID 03-06-1970 página 135

  • EdiciónABC, MADRID
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A U S 5 DE LA TARDE NUEVAS HfSTORíAS DE VIEJOS TIEMPOS PARAR, TEMPLAR, MAHDAR a i- -MHbMe Can Mefej ttm baH M S yÉgittM áfücwfti MMrint tinte. Esy se advierte a ...ufe Mes t t f detodas 1 M a i M site de m e B WM s ewKvartfaae Mr ¿CUANTOS PUYAZOS? Acerca de este extremo se multiplican las opiniones sin que sea posible llegar a eso que se llama ahora la convergencia de pareceres. Leamos a Corrochano: El toro, de salida, tiene un estado levantado, descompuesto, que es necesario fijarle para la lidia de a pie. Esto sólo puede conseguirse con la suerte de varas. En esa lucha del toro por coger al caballo y al picador por evitarlo, tiene la puya su eficacia decisiva. La puya no está hecha para matar al toro, ni siquiera para malherirle; pero si está hecha para castigarle cuanto sea necesario. La misión del picador es ir rebajando la pujanza del toro, puyazo a puyazo, ahormarle la cabeza, pero sin inutilizarle por exceso de castigo. Según esto, ¿cuántos puyazos se deben dar a los toros? La contestación es bien simple: Los que necesite. Cada toro tiene su poder y su bravura y su estado distinto, y necesita más o necesita menos para ahormarse y aplomarse. Uno tendrá suficiente con tres puyazos y otro necesitará seis. Contamos puyazos normales, no contamos con el palo basta la arandela, aunque sea frecuente verte entrar hasta la arandela y aún pasarse. Esto es lo que hay que tratar de evitar. Y solamente se podrá evitar con la intolerancia de que el picador clave más de una vez en un puyazo, bueno o malo, porque no es rectificable, y menos rectificar para agujerear en el puyazo anterior; y con el capote de brega del matador, que debe intervenir rápidamente al quite, en un quite a la inversa de lo que se entiende por quite. El quite en la suerte de varas siempre fue- -antes del peto- -quitarle al picador el toro. Ahora- -después del peto- -quite es quitarle al toro del peligro del picador. Corrochano, que habla de toros- toros, dice que quizá sean necesarios tres puyazos, o seis, según el poder, según la bravura. Como ahora no hablamos de toros, podríamos decir un puyazo, tal vez dos, según sea la Tdebilidad del bicho. Lo curioso es que mientras las re- ses que pasan por toros apenas aguantan el castigo, son muchos los novillos que toman tres y hasta más varas antes de ver mermada su pujanza. Y nos parece que es que los novillos tienen la edad y el peso que les corresponde, y los toros tienen más o menos esa misma- -edad, pero muchas más carnes, hasta el punto de que su armadura ósea no soporta la pesada carga.

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