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ABC MADRID 22-03-1970 página 141
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ABC MADRID 22-03-1970 página 141

  • EdiciónABC, MADRID
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No soy un tío echado p alante Su familia, el miedo a nacer daño a su madre pudo más que su deseo de aventurase negó a seguir estudiando. Le pusieron a trabajar en un almacén de distribución de pollos y huevos. Los domingos acudía a cantar a festivales de principiantes. En aquel tiempo yo cantaba fatal. Se presentó a muchos concursos; no ganó ninguno. Un día vio claro que tenia que dejar de cantar canciones manoseadas y dedicarse a expresar lo que su tierra le inspiraba. Consiguió permiso de sus padres y se vino a Madrid. Grabar el primer disco es fácil: es cuestión de un poco de enchufe Luego el éxito depende de la suerte. Y de la publicidad. A muchos cantantes sólo les sostiene ella. Y los condicionamientos exteriores. Es decir, la incultura del auditorio, su falta de preparación estética. Cuando presentó sus canciones a la casa discográfica, a sus ¡promotores, acostumbrados al otro folklore, les sonó a chino. San embargo, ya existían precedentes (Serrat) de un tal tipo de canción con éxito, y decidieron ¡probar suerte con él, como a diario prueban suerte con otros muchos. Y así empezó Víctor Manuel a ser rentable. Mi canción tiene sabor a mi tierra. Está hecha con cosas sencillas. Las podían haber cantado gentes de hace doscientos años. Son delicadas y bravas como Asturias; preñadas de melancolía. Abiertas al sentimiento. Víctor Manuel las canta con altivez, el orgullo y la dulzura mezclados. Ha cantado en todas las cuencas mineras. En los periódicos le sobrenombran el poeta de la nina el ídolo de Asturias El se limita a pensar que habría que desmitificar el mundo de los mineros. Son gente normal, si quieres con un trabajo más duro que el resto, pero gente normal. Gente de 1970, ansiosa de seguridad económica. Y es que Víctor Manuel no se cree con suficiente derecho como para atacar a su sociedad. No carita para, denunciar nada. Simplemente describe poéticamente una realidad. Describir y no gritar, es el signo de la eficacia. No está contento con el tipo de canción que ha hecho hasta ahora. Mis canciones son una mezcla de música- chicle y de lo que a mí me gustaría hacer. Ahora quiero empezar a componer otro tipo de canción. Si no lo he hecho antes es porque no soy valiente. Quería tener las espaldas bien guardadas. Va recorriendo el camino a la inversa de lo usual. Empezó cantando cosas rutinarias, prostituido y lentamente se va alzando hacia su propia forma de expresarse. Y sé que si las hago como yo quiero me daré la bofetada. Porque piensa que hay que hacer algo para dignificar la canción. La mayoría de las canciones modernas son una especie de cuasi- droga. La gente las escucha, las tararea mecánicamente. Por un solo camino. Dando igual importancia al texto que a la melodía. Víctor Manuel, pálido, triste. No ha costado una peseta a nadie. Independiente como sus montañas. Con un anhelo: que no cantaran sino los que tuvieran vocación. Sencillo. Sincero. Y como ocurre siempre cuando uno es sincero, cuando comenzamos a hablar de él mismo se llenó de contradicciones. Eseéptico. Creo que hay muy pocas cosas que tengan arreglo. Idealista. Es necesario atacar un revulsivo para que las cosas cambien. Asustado. Me siento manejado. Para poder cantar he tenido que ceder una parte mía y ahora tengo miedo de que me maleen. 1 Seguro de sí mismo. Me gusta cantar... Creo que me saldré de la canción. No sé si pobre o cargado de millones. Me cansa mucho todo lo aue estoy haciendo. No canta por dinero. Está insatisfecho con su labor. No le gusta el mundo de la canción. Quiere salirse de él y proyecta con ilusión nuevos tipos de canciones. ¿Dónde está el hilo que engarce todo esto? No sé. Nunca he sabido definirme. -Pero tú ¿para qué vives? -Yo veo la vida como una- manera de hacer tiempo hasta que llegue una cosa que no sé lo que es. -No eres feliz... -Sería infinitamente más feliz viviendo como un señor normal. Todavía no sé cómo me he metido en todo este tinglado. -Eso es fácil de solucionar. Salte del tinglado. -Creo que quien ha hecho todo esto lo ha hecho muy mal. De un modo injusto. Yo no tengo vocación de nada. Quizá, lo que me ocurra es que no he tenido nunca un ideal al cual entregarme. De repente me doy cuenta de que ocurre, que nos ocurre eso. Que llega un día en que no sabemos qué hacer con nuestra vida. Que nuestra tradición cultural se ios ha quedado inservible. Que nos tenemos que enfrentar con la tarea de crear una nueva cultura y no sabemos cómo. Todo se convierte en ensayar caminos, buscar lo nuevo que habrá de hacernos felices. Siempre ha sido asi, pero hoy de forana más urgente que nunca. Son tres generaciones las que se preguntan, unas con más sinceridad que otras, qué es lo que está ocurriendo en el inundo y. por qué ser feliz, tal y como ahora vivimos, resulta tan problemático Quiza lo que me ocurra es que no he tenido nunca un idead al cual entregarme. No me creo con derecho a atacar a la sociedad, ni a los que toman drogas. Creo que hay pocas cosas que tengan, arreglo. Si no tuviera una esperanza, me tiraría por la ventana ahora mismo. Espero. Entretanto me muevo por inercia. Samuel Beckett ganó el Premio Nobel con una obra: Esperando a Godot Una obra que cada vez ha de ser más inteligible. Más plena de sentido. El mundo va siendo así: una esperanza de cambio. Eso le sostiene. Las películas americanas suelen acabar con un beso feliz. Esta entrevista acaba con una pregunta: ¿Qué vamos a hacer? Enrique IPARRAGUIRRE Víctor Manuel, pálido, triste. No ha costado una peseta a nadie. Independiente como sus montañas. Con un anhelo: que canten aaueilos aue tienen vocación. 37

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