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ABC MADRID 22-03-1970 página 124
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ABC MADRID 22-03-1970 página 124

  • EdiciónABC, MADRID
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NO de los términos que más se mencionan en la Prensa diaria en estos momentos es el de agresión. Desgraciadamente, la agresión ha quedado sin definirse, no obstante los esfuerzos que se han hecho desde la época de la exinguida Sociedad de las Naciones hasta la fecha en la O. N. U. Los tratadistas, y entre éstos merece especial mención el eminente profesor Augene Aroneanu, han seguido, sin embargo, sus trabajos durante estos últimos años, a fin de poder definir este concepto, y no son pocos los estudios que se han publicado, en espera, naturalmente, de que estos trabajos sean llevados a una más alta autoridad mundial, y en este caso la llamada a actuar es la O. N. U. a efectos de aue allí se dé solución al problema, solución que no es difícil desde el punto de vista estrictamente jurídico, sino por la resistencia que se ofrece a que se defina de una vez por todas, conforme al moderno Derecho Internacional, lo que es la agresión. En Dumbarton Oaks, en San Francisco, en Londres, el tema se inscribió, sin lograrse por ello que se plasmaran en algo positivo las tentativas que se hicieron para una definición apropiada del término agresión. Su novedad hizo que se le atacara no sólo por la Prensa, sino por juristas de gran prestigio. El caso es que después del fracaso por definir la agresión, en estas reuniones, desde 1953, en la primera Comisión, así como en la Asamblea General de la O. N. U. se acordó, tras largas y laboriosas discusiones, nombrar una Comisión de quince miembros que debían reunirse en agosto de 1953 para dar un dictamen e inscribir provisionalmente el tema en la agenda de la novena sesión de la Asamblea General. El profesor Aroneanu, jurista mundial que se ha ocupado, y se ocupa, del problema de la agresión, escribe que si se consideran como formando parte de la verdadera criminalidad internacional los crímenes de guerra, la piratería, el Jráfico de estupefacientes, la trata de blancas y de niños, la esclavitud, etc. también debe quedar como el crimen mayor del Derecho Internacional, siendo como es el peor de todos, el crimen de la agresión y el crimen contra la Humanidad que son justamente lo que no se auiere definir. Estos son los antecedentes. Volvamos a la actualidad. En términos generales, oodemos decir que cualquiera parece capacitado para definir cuándo un país es agresor, y la calificación así sentada queda y se repite, como si en el término agresor, lanzado a vuela pluma muchas veces, no hubiera un elemento que tiene su origen en el viejo Derecho Internacional, o sea el de la agresión base del colonialismo, concepto que luego se ha ampliado hasta llegar a considerarse en la actualidad la agresión como un crimen contra la Humanidad. Hay casos que todo el mundo conoce. Países pequeños a los aue se les llama agresores o puentes o cabezas de agresiones, cuando en verdad son ellos los agredidos, ya que, aparte de la agresión militar, existen la agresión económica, la agresión publicitaria que ahora se hace por la Prensa, la radio, la televisión, el cine. Estas terribles campañas de difamación a países que están luchando en América por mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, por liberar las fuentes de riqueza natural de la garra de los monopolios, tergiversan las cosas humanas a tal punto, que hay que tomarse la cabeza entre las manos y sacudírsela y confesar que ya no se entiende nada de lo que se escribe. La confusión bíblica de la famosa to 20 U rre es un juguete comparada con lo que ahora ocurre en el caso de la agresión, que es el que nos ocupa, y todo porque no ha querido definirse, porque los Estados colonialistas y los imperialistas no han querido dejar que se defina. Sin embargo, es de esperar que los esfuerzos lleven, por fin, 3 la O. N. U. a tratar esta cuestión, que es cada vez más urgente. ¿No serán los verdaderos agresores los que impiden que estos países de economías atrasadas alcancen un mayor desarrollo que permita elevar el nivel de- vida de las clases trabajadoras por el laboreo de las tierras incultas, diversifica- LA OTRA

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