ABC MADRID 27-02-1970 página 119

EL MUSEO IMAGINARIO Por Vicente VEGA UNA NUEVA ESPECIE DE ARTE ...En un momento no se tiene alrededor de si más que edificios que escalan el cielo con sus dieciocho o veinte pisos. El arquitecto que los ha construido, o mejor dicho, maquinado, renunció a las columnatas, a las molduras, a los embellecimientos clásicos. Aceptó brutalmente la condición impuesta por el especulador: multiplicar tanto como sea posible pequeño trozo de tierra de la base multiplicando los 1 pisos superpuestos. Se creería que es este un problema capaz de interesar solamente a un ingeniero. No es nada de eso. La simple fuerza de la necesidad es un principio de belleza, y estos edificios manifiestan esta necesidad con tal evidencia que se siente una singular emoción al contemplarlos. Se presiente el anuncio da una nueva especie de arte, de un arte de democracia hecho por la muchedumbre y para la muchedumbre, de un arte de ciencia donde la certidumbre de las leyes naturales da a la audacia, en apariencia, la más desenfrenada tranquilidad de las figuras geométricas... Paul Bourget, Ultramar, notas sobre América (Lemerre, París, 1895) El éxito no da ni afta la nué a te i Cmiww 4 1 CutIB ffe 4 e I deewdeaeia fefiapafia p jr 39. EL COLOR no constituye simplemente un procedimiento que favorece la imitación más o menos fieJI y ligada al dibujo o al pensamiento discursivo de las apariencias fugitivas del universo. Desde hace generaciones, se une el color con el efecto. Uno de los acontecimientos estéticos mayores del último medio siglo será, sin duda, a despecho de las torpezas de la ejecución, el descubrimiento por los artistas de las cualidades especificas de una modalidad dé la percepción tan importante como la que se expresa por medio de líneas y arabescos. El color es una de las categorías fundamentales de la visión óptica; y el empleo de los colores permite la fijación de valores sensibles tan significativos en sí mismos como los que comportan la linea o el plano. El color da fundamentalmente la profundidad del espacio, es decir, el movimiento, del mismo modo que la línea da la partición del espacio. Todas las civilizaciones que no han utilizado de una manera exclusiva el vehículo de la lengua escrita han confiado al color un gran número de valores. La capacidad de distinción entre los colores que tenían los hombres era, sin embargo, infinitamente más limitada que en nuestros días. A esta razón obedece, sin duda, el hecho de que el lenguaje de los colores se subordinase en las sociedades evolucionadas al de las líneas o al de los símbolos abstractos. Fierre Francastel, EmWémes, Totems, Blasons en el Catálogo de la Exposición del Museo Guimet, París, marzo- junio 1964.