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ABC MADRID 23-12-1969 página 38
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ABC MADRID 23-12-1969 página 38

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. M A R T E S JSS BE DICIEMBRE DE 1069. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 34. ABC DISECTOR: Torcuato LUGA TENA DISECTOR ADJUNTO: Pedro Le LORENZO SUBDIRECTOR: Jesús REVUELTA 1 MAZ R E D A C C I Ó N Aa MlHI 5 TRACION Y TALLERES: SERRANO, SI. M A D R I D APARTADO 43- TEL. 2251710 y 2759408 ama Editor: PRENSA ESPAÑOLA, S. A. Lana CA BE LA Un comentario editorial ás Nuevo Diario ha planteado directamente el problema de la financiación de la televisión española, en el cual va implicado el problema de la publicidad en este medio de difusión. Nuestra opinión ha sido reiteradamente expuesta en estas columnas. Hace un. mes, a primeros de noviembre, escribimos: El verdadero nudo de la cuestión no se centra tanto en el hecho de que exista publicidad en la televisión como que ésta sea un monopolio estatal, porque resulta, así, establecida la competencia publicitaria en condiciones de flagrante desigualdad. ¿Cómo comparar los recursos y posibilidades de atracción publicitaria entre una televisión estatal única y las empresas privadas de Prensa y radio? Señalábannos, luego, que admitido el particularísimo status de la televisión convendría limitar, como se hace en otros países, ios espacios publicitarios en la misma. Naturalmente, esta limitación, que exigiría operar con criterio selectivo sobre las propuestas de publicidad, tendría una consecuencia: ios ingresos de televisión, por este concepto, serían más reducidos. Serían incluso insuficientes para financiarla. Y entonces debería establecerse, como medio complementario de ingresos, un sistema de tasas o impuestos sobre los televisores. De esta forma el soporte económico de la televisión quedaría montado sobre dos apoyos: ingresos directos por tasa o impuesto e ingresos limitados por publicidad. La televisión podría, así, funcionar con un criterio gerencial más próximo al de una empresa privada- -aunque incluida en el ámbito de las empresas públicas- -y su planteamiento económico resultaría paralelo al de la Prensa, que obtiene sus ingresos del precio de cada ejemplar y de la publicidad. La reducción de espacios publicitarios, anunciada pero todavía no puesta en práctica, no parece ya discutible. Más aúnr si las tiras de spots se proyectaran correctamente- -es decir, en espacios que permitieran al espectador prescindir de verlos a voluntad- la. reducción se produciría en parte apreciable por sí sola. No tiene el mismo valor, seguramente, para el anunciante que su mensaje publicitario sea intercalado en la proyección de una película o que, liberada ésta de cortes se inserten los anuncios antes de su comienzo o después de su final. En este aspecto, la publicidad en la Prensa tiene una corrección insuperable: no se intercalan frases de anuncio en el texto de los artículos. El criterio selectivo a que obligaría la reducción puede tener, por su parte, otras ventajas muy estimables. Actuaría sa primer término como barrera defensiva de los telespectadores, porque limitados, con equilibrado criterio, los espacios de publicidad no caería sobre ellos, casi sin remedio, una intermitente catarata de anuncios. Liberados de esta servidumbre muchos espacios de televisión podría mejorar la calidad de los programas, también en beneficio legítimo de los espectadores. Y la reducción serviría, además aplicada con acierto, para la mejor orientación dei consumidor y para la promoción de conductas económicas positivas (ahorro, inversiones, moderación de consumos superfluos) Por otra parte, el criterio selectivo podría también abrir camino a una publicidad indirecta, cualificada, que patrocinase programas extraordinarios, de gran audiencia, consiguiendo un considerable impacto publicitario, sin necesidad de multiplicar anuncios en cortes de la proyección o retransmisión. El establecimiento de tasas o impuestos para la financiación de la televisión tropezará con más resistencias, porque se ha enraizado la costumbre del disfrute gratuito de los programas. Sin embargo, esta mentalidad debe cambiar o debe ser cambiada, porque no responde a una posibilidad cierta de gratuidad. La televisión- -dice muy bien Nuevo Diario es un servicio público, y como tai hay que pagarlo Y desechada, por la incorrecta competencia que plantea y por el propio interés de ios telespectadores, la subvención total de la televisión con cargo a la publicidad parece más justo implantar upa tasa o impuesto a abonar por quienes tienen televisión que nutrirla con un impuesto general, gravoso también para los que carecen de televisor y no disfrutan, por tanto, de este servicio. Pendiente aún la televisión de su particular Estatuto- -hemos escrito también en ocasión anterior- la elaboración y aprobación del mismo será momento oportuno para moderar cuanto haya de exceso publicitario en ella y para definirle unos ingresos subvencionadores que descarguen su presupuesto en el renglón de los anuncios. El Estatuto de televisión puede y debe ser medio apropiado para implantar un sistema de financiación en el cual tengan entrada las tasas o impuestos por el uso de televisores. Para que el servicio público de televisión comience a ser pagado, al menos en parte, por quienes se benefician del mismo. Para corregir, en fin, su defectuosa organización económica actual. UNA CARIA DEL TÉNSENTE CORONEL FOtfTCUBERTÁ ACERCA DEL SUCESO m QUE FALLECIÓ LA DUQUESA. DE ALBURQUERQUE Señor director del diario A B C. En aras a la fidelidad informativa, y corno homenaje postumo de amistad a la duquesa de Álburquerque, quiero puntualizar- -no rectificar- -la Información aparecida en su periódico e propósito de tan luctuoso suceso. Dio la casualidad de que poco después de las nueve pasé- -como cada día, en dirección m La Moraleja- -por el lugar del accidente, recién retirados los protagonistas y los vehículo inmovilizados, entre una gran mancha fs aceite, tal como quedaron, sin moverse todavía y con las rodadas perfectamente definidas. Hace muchos años que tengo coches deportivos- -ahora precisamente, un Ferrari- v en consecuencia, idea de su conducción y reacciones. La reseña de ABC del día 18 y el gráfico del 19 es ambigua y no exacta. Independientemente del enjuiciamiento que la autoridad, con su capaz, ponderada y aplaudida Jefatura de la Guardia Civil de Tráfico haya realizado, este testigo firmante, que estuvo a los pocos minutos, hace constar: 1. Que en la curva abierta donde se produjo (no exactamente donde puntea el gráfico, sino unos 30 ó if! metros más hacia el cruce de Hortaleza) hay visibilidad buena y, aunque había niebla, se veía sobradamente más de cien metros. 2. Que Teresa Álburquerque bajaba en dirección a Madrid, acusados sus frenos en el suelo, totalmente por su mano y a un metro y medio o dos al interior de la doble cuerda amarilla separadora de las dos direcciones de la ruta (no como vurrca el croquis de nuestro diario del día 19, que lo sitúa justo en el centro de la carretera) 3. Que hay un límite de velocidad marcado, y por la apreciación del golpe, el impacto del Ferrari que se fue encima del Jaguar debía ser sobre 100 a 120 kilómetros hora, y prueba de ello era que el otro vehículo, de superior peso, por ir reglamentariamente lento en aquel lugar llevó la peor parte y las máximos destrozos. 4. Que al invadir el Ferrari la dirección descendente a Madrid, por donde debidamente rodaba el Jaguar, le dio el golpe metido más de la mitad en el encintado del deseenlo, chocando contra su rueda delantera Izquierda, y arrastrándolo en sentido contrario al de su marcha le hizo girar 90 grados, dejándolo perpendicular a la carretera, mirando a la plaza de Castilla, y con su ruedas traseras dentro de la calzada a Madrid, a su mano y sin rebasar la línea de separación de ambas direcciones. 5. El Ferrari quedó sobrepasado el Jaguar, id que empujó en el choque estando a contramano, totalmente en la calzada de dirección a Madrid, con sus ruedas trasera casi pegadas al límite de la cuneta de dicha dirección y su parte delantera unos 60 gradoi en relación al eje carretera, mirando a Hortaleza. Desgraciadamente, quien tenía toda la r zón, a mi juicio, en este trágico accidente na volverá a la vida, pero estoy seguro que Ut autoridad y el Juzgado en sus inspecciones oculares no tendrán ninguna duda, que puede haberse producido en los lectores fe Ut Prensa de Madrid al informar sin la precisión coü veniente. Ajeno a toda polémica, y sólo en aras a esta precisión y a lo que antes señalé, le remito estas puntualizaciones, enviándole un saludo atento y cordial- -Trino DE FONTCU BERTA EOGER, teniente coronel ds Cal Hería. Que conducía don Rafael Leónidas julo. Al rolante, la. de

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