Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 21-12-1969 página 163
ABC MADRID 21-12-1969 página 163
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 21-12-1969 página 163

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página163
Más información

Descripción

A ORILLAS DEL AMOR E RA domingo y en París había menos bullicio de lo que es normal. Menos ruidos de coshes en las calles j? más gentes en los parques. Paseaba yo en las Tullerías por un camino a n c h o que va desde el Louvre al Obelisco. Era de arena blanca y gorda. A los lados había varias hileras de á r b o l e s viejos cargados de h o j a s amarillentas a punto de caer. Corría un aire fresco y el sol no calentaba a pesar de estar solo en el cielo. Me fijaba en la g e n t e que paseaba. Todos muy endomingados; eran los parisinos que no podían o no querían pasar fuera el fin de semana. Los niños jugaban cerca de los bancos donde sus padres estaban sentados. No había no una s o l a niñera, ni un solo soldado. Andaba yo cavilando cuando me encontré ante un estanque muy amplio, redondo, con un finísimo y no muy alto surtidor en medio. Alrededor habla varias filas de sillones de hierro dispuestos para sentarse. El bullicio era ligeramente mayor; los niños jugaban con barcos de vela y echaban migajas a los peces. Me pareció que el sol calentaba más y decidí sentarme. Los árboles, enormes, tapaban los edificios y daba la sensación de que se estuviera en el campo. Era un ambiente de sosiego y de quietud. De vez en cuando los chavales se arremolinaban cerca de donde estaba el único pez rojo del estanque, y- le hablaban al tiempo que le echaban migajas de pan. El cielo estaba azul pálido. El sol se deslizaba como un mechón de ámbar por el agua verdosa del estanque. Un vientecillo fresco empezaba a desnudar las ramas, las palomas iban y venían en vuelos cortos y parsimoniosos Me encontraba a gusto y no pensaba en nada. De repente sentí que alguien hablaba detrás de mí. Un joven de palabra fácil y desenvuelta abordad a en conversación a una mujer envidiable: los ojos verdes como uvas de piel tersa y brillante; el pelo rublo de candeal y la tez de bronce pardo como las montañas de mi tierra seca. Su cuerpo era una vara joven y firme clavada con fuerza en el suelo. Se sentó y empezó a leer un libro. El joven hablaba y de vez en cuando se reía de sus propias ocurrencias. Ella, envuelta en una capa gris, seguía leyendo. Los niños continuaban afanados con los barquichuelos y los peces. El joven seguía su monólogo, gesticulaba, se pasaba en ocasiones las manos por los cabellos y se los despeinaba más. Dijo algo muy ocurrente y soltó una carc a j a d a. ¡Ella sonrió y yo me reí por dentro. Cerró el libro y el joven, crecido, arreció con sus chanzas. Iban más de quince mitos y la joven no decía ni una palabra. Seguía envuelta en su capa gris y en postura hieratica. De repente, vino una racha de humo espeso que se escapaba de un puesto de castañas que había cerca. Ella dijo: ¡Oh, qu elle me pique les yeux! y algunas lágrimas transparentes se le escaparon de los ojos. El joven sacó un pañuelo y dos cigarrillos. Y lo que hasta hacía segundos había sido monólogo vivísimo como una torrentera, se transformó en diálogo suave de frases muy cortas, a veces monosílabos. Las palabras se deslizaban como hilos de aceite. Al poco tiempo se levantaron y se fueron. El seguía atusándose el pelo que el viento despeinaba aún más Ella, las botas altas, la capa gris y los cabellos rubios confundidos con las hojas amarillas que el sol, ya cayendo, hacía palidecer más Yo seguí todavía un rato sentado. Quedaban pocos niños en el parque. No había barquichuelos en el estanque y los- peces no se veían ya. Una ráfaga de aire fresco me hizo reparar que el helor del sillón de hierro empezaba a calarme los huesos. Me levanté y me fui andando, a paso tranquilo, por la arena blanca y gorda, llena de hojas del color de la canela. El sol se hundía despacio par entre las copas de los árboles centenarios, y dejaba allá en lo alto, un finísimo velo de color malva. El cielo traía el color gris de la plata antigua, y una niebla muy clara empezaba a abrazar lentamente las casas de París. Emilio CONTBERAS (Dibujo de Saboundjian. 47

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.