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ABC MADRID 10-12-1969 página 26
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ABC MADRID 10-12-1969 página 26

  • EdiciónABC, MADRID
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POR TIERRAS FINISTEBRE C ON bastante frecuencia he oído nombrar nuestro Finisterre gallego como proa de España y tajamar de Europa Encuentro muy acertada esta expresión, puesto que. además de resaltar muy eufónica, la estimo como obediente a su categórica, situación geotopográfica, cansidíeraba cano el final de fst Tierra antes del descubrimiento de América. EL CABO Y SU FARO el cual, dicho sea de paso, fue el templo de mayor preponderancia, gentilicia en la Península Ibérica, siendo además aquí donde el Hijo del Trueno, y por primera vea em Galicia, sacrificó la sangre del Augusto Cordero sobre el ara pagana de los sacrificios. Como fruto maduro de la visita del Apóstol, el pueblo hace siglos que entregó su fe al Cnscífieado. incorporándose de tal manera a la ruta jacobea que, antiguamente, no se consideraba completa la peregrinación a Compostela sin que terminase en Finisterre. LAS PUESTAS DEL SOL EN EL CABO Quienes hayan tenido la dicha de contemplar las puestas del sol en el cabo, habrán de comprender en seguida que por su esplendor bien supieron elegir los paganos el emplazamiento ideal de su templo. El espectáculo que desde allí se divisa en cada ocaso viene a resultar sorprendente, porque el sol, en una agonía lenta, e inflamado en tonos rojizos que iluminan de manera fantasmagórica la pétrea mole de Monte Pindó, situado a estribor, del cabo, va hundiéndose despacio en la mar, hasta que desaparece súbi- tamente en un indescriptible alarde de luminotecnia. lias puestas del sol en este rincón, tienen asimismo en su haber una valiosa procedencia histórica que data de los años 36- 38- a. J. C y con ocasión de haber llegado hasta aquí Décimo Junio Bruto al frente de sus victoriosas legiones. Pues bien, en esta ocasión, al con- templar los legionarios tan magna visión, y al creerse anteóla- presencia del tártaro o antesala de ía muerte, presos de terror supersticiosso iniciaron una desbandada en masa, qus hubo de cortar la mano de su caudillo, con la aplicación de serias medidas disciplinarias. LA CIUDAD DÉ DUGGIUM Una grácil gaviota, como presagio de que se acerca un vendaval. No obstante a este factor, el caso es que el cabo de Mnisterre o Promontorio Nerio de los romanos, todavía sigue constituyendo un símbolo para los navegantes y un lugar misterioso para los hombres de tierra. Su inconfundible silueta de gigantesco cetáceo, está investida del eterno rango de marcador de rumbos marineros, coadyuvando eficazmente ahora su faro, en esta misión orientadora. Por otra T arte, el cabo de Finisterre, ha sido testigo de excepción de ritos religiosos; de invasiones; de combates navales; de singladuras felices y de otras que no lo fueron, presentándose algunos de los escollos que lo rodean como verdaderos cementerios de barcos, y como túmulos funerarios de muchos hombres. LA TILLA FRENTE A LA MAR AI abrigo del Promontorio sienta sus reales la villa de Finisterre, típico pueblecito pesquero; patria chica de esforzados varones y valiosa plataforma desde la que se- pueden alcanzar los más ricos caladeros o postas. Vive de la mar y para la mar en una entrega absoluta, pendiente de su flotilla pesquera, y anhelante por elevar su nivel de vida. -EL ARA- SOLIS T LA ERMITA BE SAN GUILLERMO Por otra parte, Finisterre es dueño de una vida palpitante y de un pasado tan henchido de religiosidad, como asi lo certificaron en su tiempo el famoso Ara- SoSs o templo del sol, ly posteriormente la ermita de San Guillermo, esta última con su laja para el ayuntamiento de matrimo- nios estériles que engendraban ante el ermitaño. Se dice que la regentó el propio San puillermo de Aquitania, y se sabe que la supresión de esas prácticas de culto fálico data del siglo XVTJJ, motivado a una visita episcopal, que las encontró escandalosas. PRESENCIA DEL SEÑOR SANT- YAGO Un ¡rrmisericorde bajío en rugiente remolino y espuma. También anduvo el señor Sant- Yago por estos pagos, en el ejercicio de una especie de fuego de contrabatería espiritual a la acción y secuelas del Ara- SoHs, Desde las cercanías del Semáforo, enclavado próximo al Faro, y hasta el bajo de la Carraca se extendía la populosa ciudad de Duggium, capital de los nerios y sede temporal de los muchos peregrinos que de todas partes llegaban al Ara- SoBs. Ya no existen rastros de la misma, pero independientemente de su constancia histórica, han quedado ciertas pruebas de carácter arqueológico, tales como hachas de silex, ánforas, monadas y puntas de lanzas de cobre biseladas, cuyo descubrimiento se debe al doctor Esmorís, que en paz descanse. Sobre la desaparición de esta ciudad- -que algunos historiadores han concatenado la magnitud de su pérdida con las hecatombes de Fompeya y Eferculano- se dice que obedeció a la depresión experimentada por estes costas del litoral gallego.

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