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ABC MADRID 04-12-1969 página 8
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ABC MADRID 04-12-1969 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
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MÁQUIÁVELO, SU PRINCIPE Y EL MAQUIAVELISMO Para tal nombre ningún elogio es digno. S E han cumplido este año cinco siglos del nacimiento en Florencia de Nicolás Maquiavelo, el día 3 de mayo de 1469, cuando la primavera, como la de Boticelli, despuntaba sus simbólicos lirios mediceos y Lorenzo el Magnifico asumía, de hecho, el poder que conservó veintitrés años, intentando fundar la concordia y el equilibrio entre los Estados italianos. El hombre de rostro ascético, que fue político, historiador, novelista, comediógrafo y poeta; que gozó de altos cargos y sufrió persecuciones; que supo del bienestar cómodo y de la pobreza humillante; que tuvo tanta ambición cerno curiosidad insaciable; que le aureoló la Fama todavía vivo, aunque le hizo universal después de muerto; el autor de los Discursos sobre la primera década de Tito livio del Arte de la guerra de las Historias florentinas de la deliciosa Mandrágola que es una pochade renacentista, y de otras obras Nicolás Maquiavelo por Santi di Tito. Lorenzo de Médiois. menores, vive, casi exclusivamente, en la memcria humana por haber escrito un pequeño libro que intituló en latín De Principatibus blanco perenne de criticas acerbas y de aitmiracrortes encendidas. Y asi se da el caso- -quizá único- -que, superados quinientos años y en época tan conturbada y perturbada como la nuestra, se habla y se escribe en el entero mundo, con acento polémico y sin pausa ni desmayo, sobre les brillantes argumentos que dejó en El Principe el llamado, por antonomasia, Secretario florentino Libros, monografías, ensayos, artículos, discursos se han escrito, se escriben y se seguirán escribiendo abundantemente mientras el hombre padezca el libido dominandi con que calificara la política San Agustín y que para Maquiavelo, en su pensamiento, fue la aceptación vital del mal, con discutible sentido cristiano, que trataba ds mantener a gala, pese a su disimulada adversión a la moral religiosa. ¿Qué tiene, pues, su filosofía de corte clásico y su alfarería de barro político para provocar siempre, antaño y hogaño, explosiones de indignación y de exaltación en torno a los principios y a las ideas, expuestos con tan bello estilo en su Fríncipe Publicado el libro cinco años después de su muerte- -en el 1532- se tradujo y se difundió con asombrosa velocidad por toda la Europa culta, imponiéndose soberanamente como hasta entonces no había sucedido con ninguna otra obra impresa. Cierto es que tampoco nunca aconteció que una obra se leyera y se dis- cutiera tanto en su época como en las posteriores y, a la par, se elogiara y se vituperara con la misma ardorosa pasión en el correr de los siglos. Sin duda, en esa grandeza inmemorial e intelectual se cifra el orgulloso epitafio de la tumba de Maquiavelo, en la iglesia florentina de la Santa Croce Tanto nomini nullum par elogium. En este 1989, conmemorativo de los cinco siglos pasados, desde el nacimiento del admirador de Fernando el Católico y de César Borgia, de quienes, evidentemente, tomó inspiración para su texto fundamental, ¿qué se podría decir de nuevo ante El Príncipe abstracto e inmortal, origen del llamado maquiavelismo que para unos es virtud y para otros vicio de les reinos y de las repúblicas? Por los síntomas, no parece que haya nada que añadir a cuanto se ha venido escribiendo y diciendo, polémicamente, en las largas singladuras cronológicas que, arrancando del 1532, están ya casi avizorando las playas del año dos mil. En esta línea inalterable de discusión y de crítica, Maquiavelo es, y será, el de siempre. Para unos, el mejor observador político de la Europa de aquel tiempo. Para otres, el cínico defensor de lo extremos y de evitar las vías del medio Para los de más allá, el agudo estratega de la tiranía y del autoritarismo. Para aquéllos, el prepugnador de que los fines justifican cualquier medio. Para éstos el despiadado analista de su época y de las nefandas costumbres políticas. Para algunos, como Bit-

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