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ABC MADRID 27-11-1969 página 139
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ABC MADRID 27-11-1969 página 139

  • EdiciónABC, MADRID
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MIRADO ESCRITORES OLVIDADOS EN LA MUERTE DE IGNACIO ALDECOA RAFAEL CANSNOS- AftENS Nació en Sevilla, el año 1883, pero, siendo aún muy joven, se trasladó a Madrid, donde murió en 1964. Se incorporó a la vida literaria de lá capital de España, convirtiéndose muy pronto en uno de sus más significados animadores. Era aquella una época de vivas controversias, de manifiestos beligerantes, de ¡guerra de ideas estéticas, cuyos cuarteles generales radicaban en kts tertulias de los cafés y de las redacciones de periódicos y revistas! Se luchaba por romper con el siglo XIX al toque de clarín del modernismo, que irrumpía con un incontenible brío juvenil y deslumhraba con el fulgor de sus metáforas y la musicalidad de su lenguaje. Hombre de gran talento y de vasta cultura, Cansinos- Assens se afilió a las vanguardias. Fue promotor ardoroso de las ideas renovadoras en literatura, paladín y teorizador del (modernismo que, por aquel entonces, alcanzó las más altas cotas en sus real i z a c i o n e s como también del dadaísmo y del movimiento ultra a través de su. asidua colaboración en las principales publicaciones. Cansinos- Assens cultivó con especial dedicación la crítica literaria, en la que brilló a gran altura. Fue el crítico de más prestigio entre los jóvenes escritores de aquel tiempo, y puede decirse que sigue siendo un testigo- -y a la vez que notarío- -excepcional d e la historia de nuestra literatura correspondiente al primer Rafael Cansinoscuarto de siglo. Tan Assens es asi. que no se puede intentar siquiera un estudio de las corrientes literarias vigentes en nuestro país durante ese período sin tener en cuenta su testimonio y sus valoraciones, aunque se difiera en criterios críticos, por la obvia razón de que Cansinos- Assens observó, catalogó y diagnosticó todos y cada uno de sus fenómenos dentro del contexto vital- -sociológico y estético- -de una época, como piezas de un todo temporal y complejo. Fue tan grande su fama como crítico y teorizador literario que oscureció sus indudables méritos en otras ramas y géneros, porque Cansinos- Assens nos ha dejado excelentes traducciones de Goethe. Dostoievski, Juliano el ¡Apóstata, El Koran ¡Las mil y una noches etc. algunas novelas y un libro de poesías, Odas inmortales además de sus trabajos de crítica literaria, tales como Poetas y prosistas del novecientos y La nueva literatura Como novelista publicó las siguientes obras: El pobre Baby La encantadora El eterno milagro La madona del carrusel En tierra florida Los sobrinos del diaMo La huelga de los poetas El movimiento U. P. El madrigal infinito (Las luminarias de Hanukah y algunas otras, todas ellas olvidadas e inencontrables hoy, por no habar sido reeditadas, psro de cuya calidad quedan elogiosos testimonios entre varios colegas coetáneos suyos. Mi primer contacta con Aldecoa fue través de la lectora de su novéis. 1 E 1 fulgor y la sangre ea uno de cayos pasajes describe con tanta presencia el paseo del Cuarto de hora de Vitoria, recuerdo de mis años de seminarista, que me reveló un escritor con ana singular faena evocativa, precisa, exacta y, a la vez, Hombrada con es gracia irreal de la poesía interior que irradian las cosas. Desde entonces segoí con interés creciente su también creciente obra. Cada vez, antes de comenzar la lectora de sos libros, apostate a su favor, porque ye siempre esperé de Aldecoa 1 inesperado. Haba un tiempo en que se detuvo y fne cuando lo conocí personalmente y bable con él por primera y última vez. Aunque marchábamos cada uno por nuestro camino, cada cual absorbido por su quehacer, yo no perdí nunca de vista las coordenadas de su rombo. Y no ciertamente por rivalidad o cosa parecida, porque no creo en rivalidades dentro de la actividad de la creación literaria- -que no es una competición deportiva o comercial en qoe unos ganan a costa de otros que pierden- sino por esa espontánea admiración ue uno siente por todo aquel a quien creemos capaz de asombrarnos. En aquella única ocasión le pregunté por el motivo de so silencio y él me contestó, con ¿quel gesto habitual, entre desdeñoso y amargo, que se hallaba en un momento de perplejidad, porque andaba tras el logro de un cierto tipo de novela poemática. La llevaba dentro- -me dijo, señalándose la frente- pero se resistía a salir, a tomar forma y crecer en sus manos. -Presiento cómo debe ser, pero no he logrado aún dar con la forma de realizarla. No sé. Tal vez no la logre nunca- -fueron sus últimas palabras. Ignacio Aldecoa, efectivamente, era un escritor de dentro afuera Buscaba y buscaba dentro de sí, ajeno a toda música que no fuera la propia, como todos los verdaderos artistas; lo contrario de quienes sólo son instrumentos qne vibran al soplo de músicas extrañas. Auténtico y sincero, sin trucos ni concesiones. Un novelista del hombre, con el hombre y para el hombre. Su misma prosa, tan trabajada. no es, a mi juicio, un jugueteo estetícista, sino que obedece a una última exigencia y fidelidad y exactitud de este autor. La prosa de AMeco puede parecer compleja, y lo es a veces, porque es un instrumento de alta precisión, como es complicado un reloj que no miento. Se fue, por desgracia, cuando había llegado a lz cumbre de su vida, cuando no se es ni joven ni viejo y se doran las cosechas del espirito, es decir, cuando todo lo que llevaba dentro hubiera granad en frutos redondos y maravillosos. Confieso que la inesperada, insospechada e increíble noticia de su muerte me dejó estupefacto. Pero luego comprendí que era el último asombro que me regalaba, el de morir por cansancio del corazón, que es la muerte más limpia y más hermosa que un escritor puede desear. A. M. de L.

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