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ABC MADRID 06-11-1969 página 139
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ABC MADRID 06-11-1969 página 139

  • EdiciónABC, MADRID
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MIRADOR Vista parcial del Archivo Catedralicio. cisamente, de las aficiones biblióíilas de ambos, educados en la Corte de Juan II. Por tanto, conociendo esas aficiones, y conociendo el invento de la imprenta en Europa, nada tiene de extraño que trataran de introducirla en España- -y precisamente en Segovia- donde ellos pudieran ordenar, visar y dirigir los- trabajos. EL SÍNODO DE AGUILAFUENTE Con objeto de imprimir una savia nueva en el clero y en las costumbres, el Sínodo de Aguilafuente fue convocado y presidido por el obispo Juan Arias Dávila en 1472 y a su celebración- -que tuvo lugar en la iglesia de Santa María de aquella localidad segoviana, del 1 al 10 de junio de ese año- -asistieron representaciones de orden religioso y seglar. Fueron convocados arcedianos, arciprestes, abades, priores, ministros y administradores de monasterios, vicarios, curas, clérigos, beneficiarios, regidores, escribanos, etc. Para quienes pueda interesar los pormenores del citado Sínodo les remito a un magnífico y completo trabajo publicado por don Carlos Romero de Lecea, con abundancia de datos, y de donde yo lie tomado algunos. EL INCUNABLE DEL SÍNODO Al referirse Colmenares en su Historia de Segovia a este Sínodo dice: Concluyóse el Sínodo en 10 del mismo mes de junio Cde 1472) y luego se imprimió. Lo que, al parecer, dio más que hacer a los investigadores fue la interpretación de ese luego, que, según parece, determinó interpretarse como un inmediatamente. Más aún, se puso en duda durante muchos años la existencia del incunable, ya que se ignoraba su paradero y sólo se conocía su existencia por referencias históricas. Respecto a la- impresión, nada tiene de extraño, dadas las inquietudes bibliófilos, como decía, de la princesa Isabel y del obispo Arias Bávilá, quien mantenía e s trecha relación con Romár, de donde parece ser llegó el impresor alemán Juan Parix, sin duda, después de hablar el obispo segoviano con el cardenal español Juan de Torquemada, introductor de la impreta en Italia y de semejantes aficiones que Dávila. Lo que parece claro es que el libro se imprimió en otoño de 1472 en las dependencias episcopales anejas a la catedral y está por determinar si se hizo en una imprenta fija o en un taller ambulante. Se abunda en este último criterio, ya que los maestros segovianos estaban agrupados entonces en distintos gremios, a los que sólo se tenía acceso tras haber aprobado sobradamente su maestría en un arte gremial. Juan Parix, seguramente, no tuvo tiempo de demostrar su eficiencia ante los gremios segovianos, al menos al imprimir ese primer libro en España. Existen varias razones determinantes de tal impresión en Segovia: allí se guardaba el manuscrito del Sínodo (que en una de sus sesiones determinó se hiciera con las mayores seguridades y garantías) era la ciudad mejor preparada para el diseño y fundición de tipos- -como dice Romero- -y, sobre todo, el que, ordenada por Arias Dávila su inmediata impresión, se hiciera llegar a Segovia urgentemente un impresor de fuera por no existir la imprenta aún en España. Numerosos incunables también impresos por Juan Parix y pertenecientes a la biblioteca de Arias Dávila) se encuentran, asimismo, en el Archivo Capitular de Segovia. LA JOYA BIBLIOGRÁFICA Destaca, a prflhera vista, la tosquedad y rudismo de la pieza bibliográfica. Para Romero de Lecea es muy parecida a la que se obtiene al contempwr algunas producciones de las prensas italianas. Advertimos, además, una falta de paralelismo en el reglaje de las líneas, un saltar las letras dentro de la composición tipográfica y, al mismo tiempo, una evidente falta de proporción entre el tamaño de unas y otras letras. Parece como si la finalidad y el destino del ejemplar que conocemos fuera fundamentalmente el de mostrar a quien estaba muy curioso de conocerlo qué y cómo era el nuevo arte de la imprenta El papel del incunable es muy rústico y con medidas de 17,5 y 22,5, si bien las de la caja son de 11 por 15, generalmente. Está encuadernado, pero carece de las tradicionales datas comunes de imprenta: nombre del impresor, fecha y lugar de la impresión. Por eso dio origen a tantas controversias. Consta de cinco cuadernillos de doce hojas cada uno, cuyas dos primeras se hallan en blanco, a modo de cubierta. Entre el texto también hay alguna hoja en blanco. Se halla, no obstante, en muy buen uso y de él se ordenaron sacar las oportunas copias. El Archivo Capitular de Segovia cuenta, pues, con una verdadera joya bibliográfica, cuna de la imprenta en España. Miguel VELASCO ALVARO

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