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ABC MADRID 02-11-1969 página 138
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ABC MADRID 02-11-1969 página 138

  • EdiciónABC, MADRID
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UNA COALICIOi EUROPA, JAPÓN Y LOS La política del general De Gaulle durante los años sesenta obstaculizó la unidad efectiva de Europa occidental. Francia, con su retirada de la N. A. T. O. bloqueó la Alianza Atlántica. cos que pasasen por el estrecho de Tiran. Estábamos preparados para insistir en el arácter internacional de ese canal, basándonos en los acuerdos de 1357. P e r o nuestros esfuerzos fueron atajados por la constante movilización de tropas árabes en el círculo hostil formado en torno a Israel. Las fuerzas armadas de Jordania fueron puestas b a j o mando egipcio. La R. A. U. trasladó sus tanques al desierto del Sinaí. Se anunció que Israel sería destruida. En esta atmósfera tensa y amenazadora ocurrió la explosión que todos conocemos. E L mantenimiento de la paz requiere la colabor a c i ó n continuada de los tres grandes centros de poder del mundo libre: Europa occidental, Japón y Estados Unidos, en ellos se encuentran las reservas de fuerza y destreza de las que dependen nuestras esperanzas de orden y prosperidad. Si los tres colaboran para disuadir al agresor y para promover el progreso pacífico, creo que, tarde o temprano, China y la Unión Soviética se decidirán a aceptar nuestros pacientes ofrecimientos de cooperación pacífica. Pero si no logramos convertir nuestra actual cooperación en una verdadera coalición, el futuro se hará peligrosamente incierto, pese al gran poder de los Estados Unidos. Los enfrentamientos de Occidente con el poder soviético en Europa y en el Medio Oriente han sido tensos y peligrosos. El control soviético de este vasto complejo de hombres y recursos pondría en peligro mortal cualquier posibilidad de paz mundial Nosotros hemos tratado c a d a enf rentamiento con la determinación y el cuidado que el caso requería. Durante mi mandato presidencial vivimos dos episodios de confrontación: la crisis del Medio Oriente de 1967 y la invasión d e Checoslovaquia en 1968. ciones del mundo no se hallaban dispuestas a asumir la responsabilidad de evitar la guerra en el Medio Oriente. Tratamos de iniciar negociaciones directas para evitar la crisis. Cuando la situación se h i z o más amenazadora, preparamos fuerzas navales y aéreas para escoltar a los bar- La situación de paz en Oriente Medio, un problema que aún no está solucionado UESTROS esfue r z o s, desde el primer día de guerra, no solamente se dirigieron hacia la consecución del cese de las hostilidadas, sino a lograr una situación de paz en el Oriente Medio. Nuestra opinión era, y sigue siendo, que la continua tensión entre Israel y sus vecinos se ha convertido en una carga para la paz mundial. La comunidad mundial debe insistir, al final, en el derecho de todas las naciones de esta zona a vivir en paz: libre de terrorismo, amenazas y boicots. Y la paz debe conseguirse por la voluntad de las partes y bajo su responsabilidad. Aunque otras naciones pueden ayudar, una solución impuesta que no represente los verdaderos puntos de vista de las naciones implicadas no duraría. En realidad, probablemente sólo serviría para exacerbar la situación. Durante año y medio presionamos en las N a c i ó n es Unidas y en todas partes en favor de una paz justa e imparcial en aquella zona. Una paz que proteja la dignidad y los derechos de los árabes y los israelíes por igual. Tratábamos de encontrar justicia para los refugiados palestinos, fronteras seguras y reconocidas, la garantía de los derechos marítimos, la limitación de armamentos y un nuevo régimen para Jerusalén que protegiera los intereses nacionales e internacionales de la Ciudad Santa. Cuando escribo estas líneas no puedo decir que se haya tenido éxito. La hostilidad y suspicacia q u e reinan entre las partes son todavía demasiado grandes. Por lo tanto, la situación sigue estando estancada, así como la amenaza de un renovado estallido de la violencia. Aunque en ambos lados del conflicto hay hombres serenos, existe también el permanente calor de la inflamada opinión pública en una zona saturada de falsas interpretaciones, viejos agravios y temores por la supervivencia. Los Estados Unidos no tienen firmados acuerdos de seguridad mutua con ninguna de las naciones implicadas. Sin embargo, nuestra vieja amistad con los Estados árabes y n u e s t r a profunda adhesión emocional a Israel, junto con nuestra certeza de que este conflicto puede implicar fácilmente a las principales potencias, nos obligan a buscar un arreglo duradero. Mis sucesores tendrán qus proseguir los esfuerzos por una paz verdadera en el Medio Oriente. Es demasiado lo que nosotros y nuestros amigos tenemos en juego como para descansar antes de haber ganado. Debemos tratar de limitar el peligro que la ausencia de esa paz plantea buscando tácita o explícitamente un a c u e r d o con la Unión Soviética acerca de los envíos de armas a la zona, un n u e v o compromiso en sus disputas y la exclusión d -las a r m a s nucleares en d- Vna área. No se hubiera producido la guerra en Oriente Medio sin los envíos masivos de armas soviéticas a los países árabes L A g u e r r a de los seis días, en junio de 1967, tenia su origen en una disputa local, pero no habría ocurrido sm la provocación de los envíos masivos de armamento soviético a la República Árabe Unida, Siria, Argelia e Irak, l a crisis surgió como consecuenca de los fal- DRAMA DE I A PRESIDENTE por LYlfDOIf B, JOHHSOH sos rumores que se propalaron por el Medio Oriente, rumores de un inminente ataque israelí contra Siria. En un momento crítico, las fuerzas de las Naciones Unidas fueron retiradas de las fronteras entre Israel y la República Arabe Unida, y el Gobierno de la R A. U. anunció que cerraba el estrecho de Tiran a la navegación israelí. E s t a decisión rompía los acuerdos internacionales en los que se basó la solución de la crisis de Suez de 1956- 1957. Fue un acto de abierta hostilidad hacia Israel. Trabajamos d e s e s p e r a damente en todos los organismos internacionales p a r a impedir la guerra. Intentamos que el Consejo de Seguridad advirtiese a la R. A. U. que no utilizase la fuerza para cerar el estrecho de Tiran. Esto no dio resultado. Las na- 26

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