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ABC MADRID 02-11-1969 página 10
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ABC MADRID 02-11-1969 página 10

  • EdiciónABC, MADRID
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V t 1 A En estas saterfes tanto f ttay otras no son tan I ó EL CEMENTERIO DE GENOVA, ELMAS DISCUTIDO Y UNO DE LOS MAS SUNTUOSOS DEL MUNDO La estatua de la castañera, con su ambiciosa leyenda, es lo primero que buscan los turistas nova. Desde luego, es impresionante la grandiosidad del edificio y asombrosa la cantidad de esculturas hechas en mármoles magníficos. Mas. ¿por qué se le discute y critica tanto? Tal vez, porque ni aun después de muertos, se les perdonan sus riquezas a aquellos arrogantes genoveses que precisamente por ellas, y gracias a ellas, tanto engrandecieron a Italia... Al caer el Imperio de Roma, Genova supo mantenerse libre y se erigió en una gran República, luchando honrosa y denodadamente contra el poderío de Venecia. Su situación geográfica con su gran puerto, el más importante de Italia, y sus astilleros, la convirtieron en una ciudad industrial y comercial de primerísima categoría. Pero ni el comercio, ni la industria, ahogaron ese anhelo artístico que es común a la raza italiana. Y estos acaudalados hombres de negocios, después de dotar m H AY por el mundo famosos cementerios; pero pocos tan suntuosos y a la vez tan discutidos como el de Ge- a su ciudad de ricas iglesias; de lujosos palacios y de Museos con obras da un valor inestimable, quisieron construir también un cementerio que no desdijese entre tantas grandezas, y que sus tumbas las presidieran grupos escultóricos cincelados por los mejores escultores de la época. ¿Vanidad? Puede que si. Mas, también, ¡cuántas cosas buenas se deben a la vanidad! Entre ellas, y concretándonos al tema, este cementerio de Genova, visitado a diario por viajeros de todo el mundo. Y, aunque algunos digan que impera en iS el mal gusto, no es posible negar ni dejar de admirar muchos de sus grupos escultóricos, representando bellísimas escenas familiares, conmovedoras despedidas, a las que el artista supo imprimir la emoción y la belleza que el momento requería. Hay también ángeles maravillosos, magníficos... Y, desde luego, riqueza, mucha riqueza en mármoles. ¿Es esto lo que no perdonan los amigos de las tumbas sencillas al estilo, por ejemplo, de la de Alfredo de Musset, en París? Musset sólo pidió a sus íntimos que sobre la tierra que cubriera su cuerpo plantaran un sauce, a cuya dulce sombra deseaba reposar. Pero, ¿cuándo tuvieron los poetas tanto dinero como para pensar en gastarlo en mausoleos? Tampoco los necesitaban para perpetuar sus nombres ni su memoria. Son dos mundos distintos y no cabe hacer comparaciones. Según una antigua leyenda genovesa, muchos, trabajaban toda su vida para poder tener una suntuosa tumba en su muerte No es, pues, de extrañar, que este deseo (o esta vanidad) alcanzase también a inquietar a personas de humilde condición, como la castañera que gracias asimismo a su vanidad) ha pasado a ser casi la principal atracción del cementerio. Y pido perdón por si acaso esto de atracción parezca a- alguien irreverente. Mas lo cierto es que todos vamos en busca de la estatua de la castañera, que no es fácil de encontrar sin un guía. Tanto, que yo pensé si efectivamente se ha colocado en sitio tan difícil para eso; para que sea nscesario el guía. Todos vamos recorriendo las inmensas galerías y contemplando con más o menos admiración y emoción las patéticas escenas familiares, plasmadas, repito, en ricos mármoles. Pero a la castañera famosa nadie la encuentra. De manera que hay que recurrir al guía. ¡Qué se le va a hacer! Total, unas liras más en estes viajes que tan exhaustos dejan los bolsillos, no tienen importancia. Sobra todo, si por estas liras podemos contemplar la preciosa estatua de esta mujer, cuya gran ilusión era poder reunir el dinero suficiente para una de estas tumbas. Pero en seguida surge la pregunta: ¿Y con sólo la venta de sus castañas? ¡Imposible, ya que ella

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