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ABC MADRID 31-10-1969 página 27
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ABC MADRID 31-10-1969 página 27

  • EdiciónABC, MADRID
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D afirmamos liberadoras en el campo o el mar, volvemos- a Madrid refunfuñando como es de rigor, pero, en el fondo, reintegrándonos con alegría a nuestro verdadero hogar: la villa tumultuosa, agobiante, incómoda, en la que- -confesemos- -nos sentimos todos, salvo raras excepciones, como ESDE hace algunos años, casi todos pez en el agua. El ruido, la prisa y la muchedumbre, nos los que en la urbe vivimos empleamos de continuo como fácil tema de producen una cierta embriaguez, peligrosa conversación, y casi en el tono de una pro- como todas las embriagueces lo son, pero, clama de sentimientos superiores, nuestro como ellas, tremendamente atractiva y feaborrecimiento de la vida ciudadana y la cunda. Porque, ¿es verdad que ese vértigo nostalgia y deseo de la huida a la Natu- nubla nuestra inteligencia y sensibilidad raleza. Que Madrid está odioso, que hay tradicionalmente necesitadas de reposo? He que escaparse los días libres, que necesita- aquí algo muy discutible. La incitación del mos el aire limpio y el silencio, que en- movimiento humano en torno nuestro pulvidiamos la tranquilidad de los pueblos y sa mil cuerdas que en el retiro y la calma ciudades pequeñas, que ojalá pudiéramos... permanecerían dormidas y hasta ignoraSon frases consabidas como tantas que la das. Al fin y al cabo, los pocos sabios que gente repite sin vergüenza de su total au- en el mundo han sido han vivido casi siempre en las ciudades. sencia de originalidad. Uno se inclina instintivamente a buscar Pero además de ser vulgares al hablar así, ¿somos acaso sinceros? No del todo. razones pedantes para sus preferencias. Desde luego nos atraes- ¡cómo no! -la cam- Existen en este caso (la sociedad más o piña secularmente cantada por los poetas. menos culta nos atrae con todo lo que lleDesde luego gozamos de ella de verdad siem- va consigo: libros, teatros, museos, ocasión pre que podemos y la precisamos como nun- de charlas sustanciosas, etcétera, etcéteca. Pero no odiamos la gran ciudad y nos ra... Pero no me refiero aquí a nada de moriríamos de melancolía si definitivamen- eso, sino a algo más elemental y a flor de te nos alejaran de ella y nos viéramos con- piel, menos confesable. denados a disfrutar de por vida de todas Nos atraen nuestros pisos, limitados coesas campestres maravillas al parecer tan mo nosotros mismos. Nos atrae la calle añoradas. amontonada, absurda, palpitante de vida, Es más, la amamos con una pasión sin anónima, abierta a mil aventuras insosperemedio que nos mantiene atados a ella chadas; nos sumergimos en ella al salir por lazos voluntariamente imposibles de del trabajo o de las obsesiones domésticas romper. Después de unas vacaciones que como el pez vuelve al agua, repito, a un ...Contentas habitáis en las moradas de relucientes triedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas. GARCILASO agua refrescante que nos recibe en su no siempre acogedor. Porque a los que en ese seno nos he criado, el bullicio, en cierto modo, nos laja. Todo ese vertirnos hacia fuera pa ce limpiarnos los polvorientos recovecos espíritu. Hacia un fuera sin pret nes. Unas luces amarillas, verdes, rojas, q encandilan nuestros ojos de niños et Unos bares con un feo calendario y el rico olor a calamares fritos o- -según gustos- -unas cafeterías en las que el ne y las impecables superficies sintéticas putan al sol su luz y a la noche su canto. Una masa móvil y abigarrada coches y, en ellos, unos rostros, ent: sólo, punto de partida para apasionan fantasías. Y las tiendas, las tiendas. Deti de vidrios cada vez más grandes y trat parentes, todo lo que necesitamos y- ¡mayor maravilla! -lo que no necesitam y- -más divertido todavía- -lo que nunca j dremos comprar. Y en torno nuestro, la n lagrosa obra del hombre: casas viejas e cadoras, nuevos edificios deslumbrantes mo teoremas e incluso lo que no es lo uno ni lo otro, esos paralelepípedos encanto en los que se almacenan corra vedoramente cientos de existencias manas. ¿Seríamos capaces de prescindir de U eso? Pensémoslo, cuando cualquiera de irritantes molestias ciudadanas e s t é n punto de alterar nuestro humor, siemí dispuesto a agarrarse a las más falaces c culpas para sus atrabiliarios desahogos PUar GARCÍA NOREfy

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