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ABC MADRID 25-10-1969 página 120
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ABC MADRID 25-10-1969 página 120

  • EdiciónABC, MADRID
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...y cada día Nació en Badajoz en 1879. Fue catedrático de Id Escuela Central de Idiomas. De una rigurosa formación intelectual, alcanzó gran predicamento por su extraordinaria labor como crítico teatral. En su poesía aparece, al principio, la casi inevitable influencia de Rubén Darío. Más tarde, depurada, la creación de Diez Cañedo se hace más exigente de concepto, más intima y minoritaria. Entre los títulos de sus libros de poemas figuran: Versos de las horas La visita del sol La sombra del ensueño y Epigramas americanos Murió en Méjico en 1944. CREPÚSCULO DE INVIERNO La muerte lenta de la tarde fría llena la estancia de melancolía. Los leños encendidos de reflejos salpican muebles y tapices viejos. Un reloj soñoliento da la hora: las cinco, y cada campanada llora. Junto al hogar un galgo; no se mueve; sus costillas se acusan en relieve. Alza de pronto la cabeza fina: se ha movido el carmín de una cortina. Da paso la cortina blasonada a un hidalgo de ascética mirada. Se asienta en un sillón de tonos rojos. El perro fija en él sus vitreos ojos. ¿Qué viejas cosas recordarle quiere? Se carboniza un leño. El día riuere. Flor de jazmín: tu sueño arrullan con su blando son los árboles floridos del jardín. Flor de retama: quiero dejar en tu balcón un ramo; despierta: lo verás desde la cama. Flor de amapola: la estrellita del alba está en el cielo y tú descansas en tu lecho, sola. Botón de oro: vas a la fuente, y ríe el agua clara; suelves a casa, y se deshace en lloro. CANTARES RIMADOS Flor de romero: todo el campo es olor cuando te miró, mañanita, venir por el sendero, Flor de clavel: cuando te ríes parece que el sol te hace más tersa y dorada la piel. Flor de dondiego: no sé por dónde voy ni lo que hago cada vez que te ríes cuando llego. Flor de reseda: con tu hermosura estás envanecida, como el pavo real que hace la rueda. Ramo de flores: para ti son amores los cantares; para ti son cantares los amores. Flor dé azahar: un principe tu rostro quiere ver y sus galeras vienen por él mar. Flor de azucena: bañada está la huerta por la luna, y el alma está de tu hermosura llena. ORACIÓN EN EL JARDÍN Yo me quiero morir como se muere todos los años el jardín, y luego renacer de igual modo que renace todos los años el jardín. Se han ido los pájaros; volaron en pos de ellos las hojas, pero no tenían alas. No me quiero morir como las hojas, ni quiero ser el árbol de perenne verdor adusto, ni el arbusto dócil cortado en seto, sino el árbol libre, desnudo atleta, que en el suelo ahinca las fuertes plantas y en el aire tuerce los recios brazos; no el verdor eterno, sino la fronda renovada, el fruto cuando el año lo envíe. Aquí me tienes, Señor, desnudo como el árbol. Dame tu bautismo de lluvias y tu crisma de sol, y dame vestiduras nuevas, inmaculadas. El jardín de invierno callado está; mi corazón, callado. Habla tú; luego, vísteme de hojas. Algo de tus palabras, al moverse, repetirán, como inspiradas lenguas.

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