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ABC MADRID 21-10-1969 página 112
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ABC MADRID 21-10-1969 página 112

  • EdiciónABC, MADRID
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y poesía, cada día Ritmos y decires populares, requiebros y quejas de amor, donde la valábra se hace esperanza y deseo, llenan nuestra poesía de tipo tradicional de una gracia tan directa y sencilla como llena de encanto. De la acumulada belleza de esta poesía ofrece mos un nuevo muestrario antológieo de tema amoroso. Zagaleja de lo verde, graciosica en el mirar, quédate adiós, alma mía, que me voy deste lugar. Yo me voy con mi ganado, zagala, de aqueste ejido, no me verás en el prado entre las yerbas tendido; desde agora me despido de mis pasados placeres, mis músicas y tañeres ee vuelven en suspirar. Zagaleja de lo verde, graciosica en el mirar, quédate adiós, vida mía, que me voy deste lugar. jAy, ojuelos verdes; Sy, los mis ojuelos! I Ay, hagan los cielos que de mí te acuerdes! El último día quedastes muy tristes, y os humedecistes en ver que partía eon eü agonía üe tantos pesares. Cuando te acostares y cuando recuerdes, Jay, hagan los cielos que de mí te acuerdes! Tengo confianza de mis verdes ojos, que de mis enojos parte les alcanza. Ojos de esperanza y de buen agüero, por quien amo y quiero los colores verdes: ay, hagan los cielos que de mí te acuerdes! ¡Ay, Dios! ¡Quién supiese a qué parte miras, y cuando sospiras la causa entendiese; y si te sintiese un cierto dolor 3 e que un servidor verdadero pierdes! Ay, hagan los cieloé que de mí te acuerdes! Un solo momento jamás vivir supe, sin que en ti se ocupe todo el pensamiento. Mis ojos, si miento, Dios me dé el castigo y si verdad digo, mis ojuelos verdes, Jay, hagan los cielos que de mí te acuerdes? Y decid, serranieas, jen! deste mal si moriré. Porqu el remedio y mi m l nascen de una causa tal, que me hacen inmortal, por do morir no podrá Deste mal si moriré. Que de ver la serranlísa tan graciosa y tan bonica, mi dolor me certifica que jamás no sanaré; deste mal si moriré. Si la noche hace escura y tan corto es el camino ¿cómo no venís, amigo? La media noche es pasad y el que me pena no viene: mi desdicha lo detiene, ¡que nascí tan desdichadaí Hácemé vivir penada y muéstraseme enemigo. ¿Cómo no venís, amigo? I

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