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ABC MADRID 11-10-1969 página 69
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ABC MADRID 11-10-1969 página 69

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC. SÁBADO 11 DE OCTUBRE DE 1969. EDICÍON DE LA MAÑANA. PAG 69. Los dereclios especiales de giro y los tipos de cambio fluctuantes significan un gran triunfo para los Estados Unidos D. E. G. CRAWLDÍG PEG. ü. S. A. La extraña ecuación que encabeza este artículo exige una inmediata traducción: D. E. G. significa Derechos especiales de giro Crawling Peg en argot monetario, son los tipos de cambio fluctuantes en un intervalo; es decir, algo que se mueve entre dos cotas, una superior y otra inferior, y U. S. A. es el gran país americano. Que la suma de los D. E. G. con el C. P. sea igual a Norteamérica no es más que un modo de simbolizar un nuevo triunfo monetario: la aceptación de los Derechos especiales de giro por los países que integran el Fondo Monetario Internacional. América ha convencido, o al menos ha vencido en el grupo de los Diez países, que paradójicamente son Once: ocho europeos, dos americanos y uno asiático, y que, de hecho, gobiernan en el Fondo Monetario Internacional. España no está entre ellos. Aunque el fundamento de esta reforma radical se ha justificado por la creencia de que la liquidez internacional puede llegar a ser insuficiente para facilitar el pago de las transacciones de un comercio mundial creciente, no queremos ocultar al lector su causa principal. La solvencia metálica del dólar empezaba a ser discutible (dólar glut) y ni el déficit de la Balanza ds Pagos norteamericana, origen de la salida de dólares que iban a parar a extranjeros y, por tanto, con derecho a ser reembolsados en oro, ni la inflación, es decir, el aumento de precios interiores, eran circunstancias favorables para que América, a medio plazo, pudiera cumplir los compromisos en oro contraídos frente a los dólares poseídos por países y ciudadanos no americanos. Robert Triffin ha sido uno de los profetas de la escasez de liquidez mundial ante un comercio internacional que se desarrolla sin conexión alguna con la producción de oro. Al final piensa que llegaremos a una deflación mundial, es decir, poco dinero en proporción al intercambio real de bienes, servicios y capitales internacionales con parálisis, inducida del sistema de producción. Sin embargo, esta situación parece todavía lejana, pues hasta el momento la inflación es el fenómeno único, presente y generalizado que conocemos. ORO. DOLARES Y OTRAS MONEDAS El Fondo Monetario Internacional es, precisamente, un fondo o conjunto de medios de pago aportados por todos los países que pertenecen a dicho organismo, y entre ellos, España. Una parte de cada cuota, el 25 por 100, se constituye en oro y el resto en la moneda de cada país. En nuestro caso pesetas. El sistema ideado para facilitar los pagos entre los distintos países descansa en un eje rígido de relaciones monetarias. El oro respalda al dólar y el dólar se relaciona en forma igualmente fija con el resto de las monedas, con lo cual todas ellas equivalen a un peso teórico en oro, cantidad de metal que relaciona la cotización de todas las monedas entre sí (paridades) Un dólar vale 70 pesetas y 35 dólares equivalen a una onza troy de oro, nombre uyo origen procede del término inglés Troy- weight o peso Troy, que a su vez deriva de Troyes, ciudad francesa ligada a las famosas ferias de Champagne. La onza troy contiene 31,10348 gramos de oro fino. Por lo tanto, un dólar tiene, o debe tener, un resipaldo de 0,888 gramos, y si es propiedad de un extranjero puede cambiarlo en cualquier momento por 0,888 gramos de metal. Al menos tal es el acuerdo desde la creación del Fondo Monetario Internacional. En el sistema de paridades fijas vigente, calculado mediante la comparación del contenido teórico en oro de cada unidad monetaria (salvo para Norteamérica, para quien no vale la teoría y debe tener siempre solvencia metálica) sólo se permite una oscilación o pegging del 1 por 100. por razón de ajustes normales entre la oferta y la demanda. Pera la cotización española supone una variación tolerada entre 89.3 pesetas y 70,7 pesetas. Estas ideas forman parte del sistema en que se apoya el Fondo Monetario Interna- cional, que por cierto no fue discutido. Fue impuesto por Harry Dextér White, frente a propuestas tan interesantes como la que preparó Keynes, quien encontró no sólo la oposición norteamericana, sino también, lo que parece más extraño, la de su propio Gobierno. Entre las propuestas keynesianas hay una poco conocida, y era la penalización por mantener grandes reservas de medios de pago internacionales con el fin ds obligar a los países excedentarios a salir de esta situación en favor de los países deficitarios. Esta estrategia, por supuesto genial, no estaba sincronizada con el reloj de los participantes, ni tampoco era admisible en el inmediato mundo feliz de la Pax americana que trajo para todos el plan White y con el que hemos vivido hasta los derechos especiales de giro. América no solamente había ganado la guerra, sino que se convirtió en el Banco central del mundo con el beneplácito de los firmantes del Convenio. El temor a que los dólares no pudieran ser cambiados por oro físico desencadenó el ataque De Gaulle- Rueff, que, completamente justificado, no alcanzó ningún éxito, como se sabe. Era la verdad del débil, y en economía ésto no puede, ni debe, desconocerse. Si América compraba en Europa con dólares que salían de su imprenta oficial. ésta, decía Rueff, sólo se detendrá si se exige la garantía de Fort Knox en forma de lingotes de oro puro. De seguir el dólar El llamado Informe Pearson- -ya a la venta en su versión inglesa- -es un documento sobre la estrategia del desarrollo comprensivo de una serie de investigaciones y recomendaciones, de carácter general, elevadas a la consideración y análisis de todas las organizaciones y Gobiernos, empeñados en el desarrollo ordenado de la humanidad en esta era de cambios tecnológicos revolucionarios. La preparación de este Informe, encomendad y financiada por el Banco Mundial, ha sido dirigida por Lester Pearson, Premio Nobel y ex ministro de Canadá, y ejecutada por una Comisión constituida por siete miembros más (un norteamericano, un brasileño, un antillano, un japonés, un inglés, un alemán y un francés) todos ellos personalidades acreditadas en el mundo de la economía y la política. El tránsito de los informes a las medidas concretas presenta siempre numerosos corto circuitos. En este sentido, las recomendaciones contenidas son sólo eso; pero, sin duda, el trabajo llevado a cabo, el contraste con las realidades de más de setenta países, la innegable competencia profesional de sus autores y el carácter económico de la investigación avala por anticipado la trascendencia de un descuento que, si nos atenemos a las palabras de McNamara, será estudiado y discutido en los círculos políticos y académicos de todo el- mundo. Al otro lado del espejo acampan esas medidas concretas ante las que se detienen, claro está, las sugerencias de los expertos. Sin embargo, es evidente que un Informe como éste, lanzado y orquestado a bombo y platillo, está llamado a convertirse en una pauta de relevante interés para las políticas económicas nacionales, aunque en su posible aplicación cada país haya de tener muy en cuenta sus, peculiaridades y convicciones. Aquí, en España, solemos mostrarnos muy escépticos ante esta clase de trabajos. A veces acertamos, a veces no. Creo, no obstante, que lo inteligente es abrir bien los ojos, sin deslumhrarnos por falsos oropeles, pero sin negativas sistemáticas. Ni bobalicones, ni cerriles. Y por eso, ahora que sigue de moda la apertura, no está de más el rápido vistazo a lo que se hace en un mundo, en el que sólo queremos bucear si nos sirve para nuestra dialéctica, para rechazar, en cambio, cualquier otro aleccionamiento que se desvíe de nuestros aprioríslicos puntos de vista. -Nemesio FERNANDEZ- CUESTA.

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