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ABC MADRID 05-10-1969 página 174
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ABC MADRID 05-10-1969 página 174

  • EdiciónABC, MADRID
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SALUD Y BELLEZA LA APENDICITIS AGUDA Por el doctor M. de AGUILAR MERLO De la Asociación de flsctltoret v Artistas Médicos A tpendicitis es una dolencia popular. En cuanto a alguien le duele el vientre la misma familia alarmada interviene aun antes de la llegada del médico, palpando la parte derecha del t) ientre, en el lugar del apéndice. ¿Será una apenaicitis? Y se da casi el previo diagnóstico al médico. Ocurre, sencillamente, que es una enfermedad frecuentísima. Se cree que, de alguna manera en forma, grave o sin síntomas) aproximadamente la mitad de la población ha sufrido o sufrirá, a lo largo de su vida, algún ataque de apendicitis. ¿Cuál es la causa? El apéndice es considerado como un órgano tan rico en tejido de lucha (o en tejido que reacciona a las infecciones) que se le llama la amígdala del intestino Y todos sabemos la gran frecuencia de las infecciones de garganta, va sean unas anginas una faringitis, etc. También en el apéndice hay un tejido propen so a responder por cualquier motivo. L con lo cual aumenta el dolor, y luego a la cubierta intestinal, envoltura que se puede irritar fácttmente y agravar la sensación de dolor. O bien se inflama además dicha cubierta produciendo la peritonitis. Por tanto, la apendicitis va, paso a paso, evolucionando desde un simple dolor de estómago hasta un dolor que se va corriendo hacía abajo. Esta serie de síntomas son conocidos por todos; dolor característico, náuseas, vómitos, algo de fiebre, etc. Pero se ignora la facilidad de equivocarse por- ples procesos- -con su ojo clínico o con los análisis quién puede orientar y sacar de dudas. EVITAR CALMANTES Y PURGAS i H ABITÜALMENTE se corren dos peligros innecesarios por esa manía de los tiempos modernos de evitar a toda costa el más mínimo dolor. Ss rara la familia que no tenga en su casa dos o tres Úí M U ¡Li V í 1 1 V hasta que venga el médico, sino ni siquiera después, ya que pueden variar el posterior análisis de sangre. Otro peligro es la manta de los purgantes, quizá porque la apenaicitis suele empezar como una indigestión y el profano se purga porque tiene el estómago sucio Esto es lo peor que podría ocurrir, pues, como hemos dicho, la primera reacción intestinal de propia defensa ante la apendicitis es la falta de movimientos (el estreñimiento) evitándose con la inmovilidad el dolor apendicular; el purgante actúa completamente al revés, lo contrae y, a veces, esa cavidad que estaba hinchada, llena de pus, se perfora o estalla y origina la peritonitis. Por tanto hay que tener grabadas estas dos cosas: evitar a toda costa los purgantes y los calmantes. Y el médico decidirá. SERENIDAD ANTE LA APENDICITIS LA AMÍGDALA DEL INTESTINO E E L apéndice es como un dedo de guante, unido a un fondo de saco intestinal Es un órgano hueco, con una luz muy estrecha y dificultosa a la circulación, situado en un lugar donde se pueden acumular residuos y cerrar su cavidad. Esto, unido a su capacidad de reacción contra los gérmenes de su interior y también contra los gérmenes llegados a través de la sangre, origina la frecuencia de la enfermedad. En el organismo hay infinidad de gérmenes, lo mismo en el apéndice, garganta, bronquios, completamente inofensivos y hasta podríamos decir beneficiosos, pues no se concibe un organismo absolutamente estéril. Pero esos mismos gérmenes, por muy distintos motivos (mala circulación, apéndice obstruido, una reacción alérgica, otra infección alejada, etcétera) transforman su benignidad en virulencia ofensiva. Entonces la amígdala apendiculaf se inflama, duele- -como duele la angina de la garganta- pero con la particularidad de que ese dolor se transmite al intestino cercano, paralizando su función. 54 que hay infinidad de enfermedades que pueden producir los mismos síntomas; entre ellas -por no citar más que unas pocas- -están: tumores Intestinales, inflamaciones de ovarios, mal de Pott de columna vertebral con posteriores abscesos, diferentes torsiones de ovarios, trompas, intestinos, procesos de vesícula hepática, de riñon derecho, de úlcera de estómago perforada, etc. etc. Ss el médico- -en este caso de múlti- clases de calmantes, ya sea en pastillas, supositorios o inyecciones. Y se discute cuál administrar hasta que llegue el médica. O todavía peor. No le liorna hasta ver si se le pasa con los calmantes. Con eso lo único conseguido es esconder un proceso, disfrazarlo, aunque siga avanzando, y a veces sin dolor, como en las personas entradas en años. Más bien podríamos decir que los calmantes no sólo no están indicados L que la mitad úe la población pueda sufrir este proceso, pero en cambio no haya sido operada esta cantidad de personas, indica que muchas veces la apendicitis no tiene importancia, y tí no la complican los pro f anos con maniobras intempestivas como los pungantes, las bolsas de agua caliente, etc. muchas veces pasan sin diagnosticar. Por eso la familia lo único que debe hacer es suprimir al enfermo todo alimento y llamar al médico. Hace cincuenta años a veces no se operaban las apendicitis benignas; dejando de comer totalmente y con la más estricta inmovilidad se curaban esos procesos banales, llamados apendicitis catarrales o cólicos apendiculares. Pero desde hace cincuenta años la regla de oro de la cirugía es que no hay ningún tratamiento módico para la apenaicitis. O se curan sotas con el ayuno y reposo o se deben operar. Pero es tan arriesgado esperar su propia evolución que se deben operar todas. Además los adelantos quirúrgicos modernos convierten la operación de la apendicitis en una maniobra sin riesgos, como es operar a su congénere, la amígdala de la garganta, salvo rarísimos casos no imputables a la operación misma.

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