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ABC MADRID 05-10-1969 página 104
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ABC MADRID 05-10-1969 página 104

  • EdiciónABC, MADRID
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y poesía cada día Nació en Córdoba y reside en Madrid. Su formación universitaria y buen conocimiento de los clásicos son reconocibles en toda su obra literaria: teatro, ensayos, artículos, relatos y poesía. Con el estreno de Los verdes campos del Edén alcanzó relevante presencia en él teatro. Obtuvo en 1959 el accésit al premio de poesía Adonais con su libro Enemigo íntimo A un libro, todavía inédito. Sonetos de la Zubia pertenecen los dos que abren la selección de esta página. ANTONIO GALA DESEMBOCARA JUNIO... Desembocara junio en el verano su alegre y jadeante torrentera. Verdeara ya el pan y no supiera cómo dorar ni agavillar su grano. El ruiseñor, vestido a contramano, de amor la noche y resplandor vistiera. Cruzara la creciente primavera otra vez al alcance de mi mano, Rasgara el corazón su vestidura por mostrar, en pulmones de granada, su roja pedrería ya madura. Viera nuestra pasión recomenzada... y diese todo yo, por la dulzura de verte hacer la cena y la colada. IRRUMPE SOL... Irrumpe el sol y ahuyenta la ternura, como un grito en voz baja terminada. De cuanto iba a durar, no dura nada; salo una sed de nuevas aguas dura. Cuánta flor por abril y qué insegura en el tallo reclama la mirada. La pleamar, inútil y enfriada, su sitio recupera y su- postura. Eterno de cristal, el amor llega- -empavesado y luminoso y lento- -rompiendo sólo el agua con su quilla. Luego cede, y el mar la herida anegar la noche ve; despierta el soñoliento; se aleja adonde siempre la otra orilla. En esas largas tardes en que se toca casi el mar y su música, un poco más y nos bastaría cerrar los ojos para morir. Viene de abajo la llamada, del lugar donde se desmorona la apariencia del fruto y sólo queda su dulzor. Pero hemos de aguardar un tiempo aúat más labios, más caricias, el amor otra vez, la misma, porque la vida y el amor transcurren juntos o son quizá una sola enfermedad mortal. Hay tardes de domingo en que se sabe que palgo está consumándose entre el cálido alborozo del mundo y en las que recostar sobre la hierba la cabeza no es más que na tibio ensayo de la muerte. Y estábien todo entonces y se ordena todo y una firme alegría nos inunda de abril seguro. Vuelven las estrellas el rostro hacia nosotros para la despedida. Dispone un hueco exacto la tierra. Se percibe el pulso azul del mar. Esto era aquello Con esmero el olvido ha principiado su menuda tarea. Y de repente busca una boca nuestra boca y unas manos oprimen nuestras manos y hay una amorosa voz que nos dice: Despierta. Estoy yo aquí. Levántate. Y vivimos. HAY TARDES... Hay tardes en que todo huele a enebro quemado y a tierra prometida. Tardes en que está cerca el mar y se oy la voz que dice: ven Pero algo nos retiene todavía junto a los otros: el amor, el yerbo transitivo, con su pequeña garra de lobezno o su esperanza apenas. No ha llegado el momento. La partida no puede improvisarse, porque sólo al final de una savia prolongada, una pausada sangre, brota la espiga, desde la simiente enterrada. -i

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