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ABC MADRID 28-09-1969 página 150
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ABC MADRID 28-09-1969 página 150

  • EdiciónABC, MADRID
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nes, pero renunciamos por no pecar de prolijos y porque estamos deseosos de introducir al novel en el momento cumbre de la cacería: el sorteo de puestos. UN EJEBCTTO EN MARCHA unos por un lado, otros por otro, un número difícil de determinar de bípedos y cuadrúpedos se lanza a ocupar sus respectivos puestos o puntos de partida. En los tratados de Economía y aun en los de Política Económica brillan por su ausencia orientaciones sobre los niveles idóneos que deben corresponder a los sujetos activos y pasivos dentro del área que se llama cazadero Naturalmente, cuantos cálculos optimistas originaron la promoción de una sociedad de caza en ojeo, quedan con la mayor parte de las veces desvirtuados por los más fútiles factores, de los que destacamos principlamerrte: 1. Por. la sobrevaloracíón de la línea de escopeteros. 2. Por el anárquico régimen reinante de vientos. 3. Porque el tío Aniceto haya adelantado inoportunamente banderas y cuerda, vaciando la perdiz por el otro lado. 4. Por la pérdida de facultades de los tiradores al iniciarse el ojeo de la tarde tras los recientes excesos gastronómicos del taco 5. Por la misteriosa ineompareceneia de la perdiz a la cita, cuya explicación, de no encontrarse reveladores síntomas (parejitas de cartuchos alegremente diseminados por todo el coto) cabe recusar sobre la absoluta falta de información previa respecto a los pedriscos o inundaciones habidas con anterioridad a la contratación del coto. Y por otras muchas razonesPero para que el iniciante pueda calibrar el despliegue que significa una cacería que, sin extremar demasiado las cosas, pudiéramos clasificarla entre las comme 11 faut allá va una lista de elementos del reino animal concentrados a primera hora. Dos guardas. -Un tractorista. Catorce tiradores. Un colado que le ponen de punta al principio. Ocho chóferes. Cincuenta batidores. Treinta secretarios y cargadores. Un dueño o arrendatario de la finca. Cinco de su familia. Dos invitados de la misma para ver Un intermediario de cotos de caza. Un comprador de perdices al por mayor. Nueve esposas de tiradores. Una novia formal. Una amiga formal. Una señora muy rara. Dos guardias civiles. Un cocinero. Dos camareros, y seis mozos del pueblo colindante, recién entrados en quintas y que aparecen después del taco (a ve lo que cae) Y entre los irracionales: 34 Una acémila con dos cántaros de agua. Una acémila con serón para la caza. Siete perros de raza fina. Un caballo para el arteriesclerósico de turno. Tres perros de raza dudosa, pero eficaces. Cuatro chuchos sin dueño aparente. Un cazador o invitado que cuente unas barbaridades tremendas. SI no hacemos JW T ios números, entre racionales e irracionales, el comme S faut se traduce en 160 seres neurovegetaüvos, totalizando 352 patas, aunque no lo parezca. Sendo, pues, los elementos activos 160 (ortigas y moscas aparte) debemos aspirar, por lo menos, a 480 piezas, lo que significaría tres perdices por elemento activo o, lo que es k mismo, 2,7273... patas pasivas por cada pata activa. Pero todo esto, lógicamente, entra en el terreno de los imponderables. EL SORTEO Así como cuando en el toreo la hora de la verdad es cuando el maestro toma con mayor o menor énfasis la muleta y la espada, en la cacería de ojeo es en el momento en que se corre la voz: ¡Que ya están sorteando! Hay aficionados que no se perderían por nada del mundo tan solemne acto, aunque luego, amargados, se dirijan a su oficina para serenarse nuevamente entre los alegres espedientes; y otros que a las 10,35 saltan gozosos de la cama, dirección garage tras oír el urgente y sofocado mensaje telefónico de un secretario enviado EX OXEO ad hoc ¡Don Kusebío, que le ha tocado el siete! Desenfundadas las escopetas, prepar finalizado el sorteo, diestramente diri- dos los cartuchos, recortadas las ramit gido por el jefe de grupo que por lo superfinas de la pantalla, colocados 1 general se las ve y se las desea para en- discos en sus jisfa nriag prudenciales contrar una mano inocente de confian- acomodados convenientemente cargador za comienza una segunda y estimulante secretario, el cazacantano, tenso y sile etapa: cioso, asomará discretamente su cabed por encima del puesto, máxime taras itab- ¿Quiénes tienen el nueve y el once? oído los dos disparos llamados de avist- ¿A quién le ha tocado el tres y a y que la mayor parte de las veces represeí quién el cinco? tan la violenta liquidación de una urr El suspense termina al conocerse los ve- descuidada o, simplemente, al mecanisn cinos, grandeza o servidumbre para toda de carga de una repetidora. la jornada. La escopeta debe de mantenerla en En consecuencia, hay quien se dirige al siciones correctas, muy prolijas de eni primer ojeo jacarandoso y optimista, dan- merar. De momento, recomendamos ai nei do cariñosos coscorrones a los dos pardi- f ito que observe si desde las pantallas vt llos que el azar puso a sus flancos, y ciñas le hacen perentóreos gestos. Ob también puede verse a cabizbundos des- entonces en consecuencia. afortunados que con la mirada extraviada Desde este momento hasta el final se sientan frente a su pantalla, conscientes de la aterradora omnipresencia de los dos energúmenos que le tocaron en mala hora, capaces de secarle durante los cinco ojeos en que comúnmente se divide la jomada. Hemos de reconocer que cuando más justo suele ser el sistema de sorteo es cuando los invitados siguen documente los patriarcales malabarismos del propietario de la finca. Pero esto, desgraciadamente, suele ocurrir demasiadas pocas veces. Existe otro sistema llamado por unos tómelo y por otros el cameló segi les va. Pero este método es sorprenden! mente impopular, cosa incomprensible se tiene en cuento que, según su fórmu rara vez dos cazadores han de verse ju tos más de una vez durante la jomada que el azar, en vez de hacerle corre monótonamente la línea de izquierda a c recha, le hará mariposear alegremente un puesto a otro, hasta caer el sol el horizonte. Es posible que la impopularidad del 4 meló cerno la de la mayor parte de negocios inmobiliarios y de construccií reside en una escasísima información pi vía y raramente gráfica, por lo que presta a múltiples confusiones, surgien los famosos acordeones y cuñas ta tas veces repetidos y de tan ingratísbi memoria. i a sistema Zatopek consiste en que, agí pados antes de cada ojeo los cazad (recontados previamente para controlar avispado de siempre) al grito de ¡Un con el ultimo! se lanzarán a tomar pos sión de las pantallas que más convenga cada uno, anulando, naturalmente, las s lidas en falso. EUo requiere una gran d sis de deporttvidad y especialmente, necesario que los asistentes reúnan coxu ciones físicas similares. Suele terminar ha tante mal, por lo que tenemos conocimie to de que muchas sociedades de caza ba este sistema de ocupación han sido disut tas por las autoridades competentes. Pero creemos que estas y otras partic Iaridades de la caza pertenecen más estudio de un sociólogo o a las diligenci de un Juzgado de guardia que al modes e iniciación que ataora nos ocup

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