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ABC MADRID 28-09-1969 página 122
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ños LLEVO acambio predicando sobre y costumbre en el campo de los asuntos públicos. La tecnología her cambiado las con- diciones de la vida humana y nos ha provisto de afilados instrumentos; por tanto, debemos cambiar nuestros hábitos. El obstáculo es tan alto como el cielo. El castigo por negarse altara lo puede ser la lautodestrucción. Era fácil considerar este desafío a mi propia persona meramente como un miembro de mi especie, pero ahora la Naturaleza ha vuelto las tornas contra mí: me ha desafiado a poner en práctica lo que he predicado. El cambio que me ha sobrevenido ha sido obra no de una tecnología extraña, sino del tiempo común. He sido alcanzado por la vejez, el cambio que afecta a todos los que no mueren prematuramente. Por tanto, debo alterar ahora mis costumbres para adaptarlas a ese cambio. ¿Pero cómo puedo erradicar unos hábitos que se han enraizado en mi vida después de setenta años de practicarlos asiduamente? Durante ese tiempo he trabajado cuanto he podido, he gastado lo menos posible y he ganado todo cuanto he sido capaz de ganar desempeñando trabajos que me han parecido simpáticos y he creído dignos. Ahora, bruscamente, la vejez me exige descanso Para los espartanos éste es el gran tropiezo; para los norteamericanos es un fuego fatuo perpetuamente perseguido y nunca alcanzado. Tal: vez habría sido más sencillo para mí si hubiera quedado fuera de combate por muerte violenta o derribado por un ataque cardíaco o herido por un grado de senilidad que me hiciera inconsciente de lo que me había sucedido; más sencillo para mí, pero no para mi familia y amigos. Tal como han rodado las cosas, en cambio, he de intentar volver a una vida normal, pero ya no a toda marcha. ¿Pero cómo cambiar de marcha? Esa es la cuestión. ROMPER DELIBERADAMENTE TODOS LOS TABUS realizar HEd intentadotransición esa ifícil tomándome unas vacaciones. Esto en sí es una significativa ruptura con mi pasado, porque no puedo re- cordar que nunca me haya tomado unas vacaciones. Cuando he dejado mi escritorio, he viajado y he dado conferencias y éstas han sido meras formas alternativas de trabajo. Pero en estas vacaciones he roto deliberadamente todos mis tabús. Me he levantado a las ocho y cuarto en vez de ha- cerlo a las seis y media; desayuno me lo hacía mi h jo o mi cuñada en vez d preparármelo yo mismo; p ¡saba las mañanas al aire bre en vez coger la plum; me acostaba por las tard y, como un climax, he leíc una reciente novela sobre vida contemporánea en West Riding del Yorkkshir

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