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ABC MADRID 27-09-1969 página 26
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ABC MADRID 27-09-1969 página 26

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC, SÁBADO 27 DE SEPTIEMBRE DE 1 69. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 26 sus temores y confunden lo que son exigencias de adaptación para sobrevivir, con lo que son copias de segunda mano que no sirven para sobrevivir, si es que se pretende una vida que merezca la pena, con alegría, dignidad y eficacia. Airean lo que imaginan que les conviene, pero no desentrañan lo que realmente les conviene. Creen que para adaptarse hay que desmedularse y perder identidad, duplicando exactamente los problemas de los otros para copiar soluciones que no satisfacen. Sobre estos supuestos, cuando nos hablan de europeísmo no piensan en la superación de límites nacionales, sino tan sólo en una evasión de. la entraña de los problemas, y cuando nos hablan del ecumenismo religioso no piensan en la universalidad de la vocación religiosa y en la condición humana que postula pluralidad de formas para que sea viva la unidad. Piensan en una catolicidad sin convocatoria de Comunión. Es notorio que no basta con expresar disconformidad frente a esta postura. Es necesario presentar una línea positiva y coherente de acción. En ella estamos. A ella obedece el proceso de maduración de nuestro sistema sindical, que no se reduce a formular teorías, sino que se traduce en la efectividad de una actitud. A veces nos impacientamos ante los tanteos y las fluctuaciones. Pero son lógicos cuando se trata de abrir horizontes que en parte carecen de precedente. A veces nos desconcertamos como si fuésemos a quedarnos a medio camino o a dar marcha atrás. Pero no nos amilanamos por ello. No es de este lugar repetir en qué consiste el pensamiento y el espíritu que va configurando nuestra Organización Sindical en un largo y trabajoso amanecer entre brumas, en el que las resistencias acumuladas parecen obstáculo infranqueable para convertir en posible lo que es deseable. Si cabe decir que para sobrevivir, no sólo con dignidad, sino aun con arreglo a las más elementales exigencias del ser, de todo ser, necesitamos mantener los ejes diamantinos de nuestra identidad, que es base insustituible para contribuir a la gran tarea que tenemos en esta hora, aunque no a todos se nos presente con las mismas características. Conocer la razón de esa identidad y mantenerla es condición indispensable para que nos adaptemos, conT paz y alegría, a las complejas interdependencias que caracterizan el inquieto mundo de hoy, que pide aportaciones positivas, imaginación y esperanza, más que la adaptación triste y aburrida a un mimetismo repetidor de frases hechas que no convencen aunque las digan personas respaldadas por las más venerables instituciones. -Lucas María DK ORIOL Y URQUIJO. OPINIONES AJENAS, POLÉMICAS, CARTAS, PTINTUA 1I ZACIONES, COMENTARIOS. CON FIRMEZA, PERO SEN El último informe emitido por un grupo de estudio de la O. I. X. sobre nuestra Organización Sindical ha despertado en conjunto unos comentarios serenos y objetivos. Algunos, sin embargo, pecan por resignados o por agresivos. Los eternos asustados no parecen, haber aprendido la lección de la experiencia que desaconseja blanduras desdibujadas a los que quieren aportar algo positivo al terreno común de entendimiento, en estos tiempos desbordantes de tensiones y de confusión. Esta vez los agresivos no han encontrado terreno para sus catilinarias. Merece la pena Que digamos algo los que ocupamos modestos cargos representativos en la Organización Sindical española, sin aparente trascendencia a nivel nacional, pero que vivimos los problemas locales y sin meter ruido vivimos un quehacer con porvenir. Tenemos que hablar con firmeza que no es altanería agresiva. La firmeza no desprecia y es capaz de comprender, apoyada como está en una base de razón. No se interesa tanto por discutir sobre quién tiene razón, cuanto por sabar en qué consiste esa razón, pues su fuerza no es despreciable. Recordemos lo que dijo nuestro Caudillo al empezar la guerra cuando los asustados lo veían todo perdido: Ellos lo tienen todo. Menos la razón. Es razonable que los expertos de la O. I. T. opinen y den recomendaciones de acuerdo con los criterios que han aceptado, aunque estera sometidos a revisión atendiendo a los desarrollos tecnológicos y los nuevos conocimientos. Lo que ya no parece tan razonable es que nos quedemos embobados y receptivos como si fuésemos incapaces de aportar algo positivo al empeño que es la entraña del desafío de esta hora: buscar el equilibrio entre las exigencias del desarrollo técnico y las de la sensibilidad; devolver confianza y cordialidad a las relaciones humanas haciendo posible el entendimiento de los hombres entre sí en sus complejas interdependencias que dejan a salvo la personalidad de cada uno y la identificación de cada hombre cotí su tarea para sentir satisfacción en ella. Lo que no es razonable es que nos sumemos al coro de los que airean con insolidaridad celtibérica las fórmulas de importación pensando en halagar a los que no nos entienden y olvidando que la solidaridad española obliga a otra cosa. Ignoran que las fórmulas de segunda mano al carecer de originalidad y no responder a su propósito de moflo genuino ni despiertan interés ni satisfacen a los que buscan caminos de entendimiento y de paz social en las nuevas circunstancia. Muchos lo hacen insistiendo en los supuestos que conducen inevitablemente a las tensiones de ruptura social amarga y a las escisiones partidistas. A nosotros no nos van las fórmulas elaboradas sobre tales supuestos. Al incidir en nuestro temperamento celtibérico dan unos resultados bien poco satisfactorios. Los que forman ese coro Ignoran también que los bien intencionados de verdad no quieren plataformas, sino realidades, aunque los bien intencionados de oficio sólo buscan apuntarse tantos sin pensar en resolver problemas. Dejan que actúen píanetano LA JUSTICIA Después de ocho años de tenaz porfía, un sacerdote y un- abogado han logrado en Francia la revisión del- proceso por el que. un muchacho de diecinueve años, Jean- Marie Deveaux, había sido condenado a veinte años de prisión como asesino de una niña. Poco a poco, las presunciones de inocencia, los indicios de error judicial, las señales de graves defectos en el procedimiento seguido han itlo destruyendo aquella convicción apasionada que aplastaba al muchacho en el momento del crimen. Estaba entonces muy sensibilizada la opinión popular contra aborrecibles delitos de ese género. Víctimas de maníacos, de enfermos sexuales, de solitarios resentidos, algunos niños habían perecido en París, en Lyon, en otras poblaciones con intervalos cuya brevedad producía la impresión de una espantosa oleada. Deveaux, débil mental, miíómano, incapaz de defenderse, fue literalmente triturado por las ruedas rigurosas de la Justicia. El exceso, si exceso ha habido, por parte del presidente de Sala, señor Combas, ya fallecido, es comprensible, si no disculpable. Pretendía Combas defender a la sociedad. Sólo la ejemplaridad del rápido y enérgico castigo, pensaba- -y con él lo entendía así todo el país- podía proteger, salvar, a millones de niños indefensos. Deveaux, misógino, solitario, carnicero de oficio, era, por decirlo así, el culpable ideal de un crimen sanguinario y gratuito. Combas obtuvo su condena en eficacísimos proceso y vista plenos, según se entiende ahora de esa exaltación del sentido jurídico que, según nuestro Ganivet, puede ser el mal mayor de la Justicia. La revisión del proceso ordenada por el ministro de Justicia, en uso de un precepto legal sólo cuatro veces usado en un siglo, es entendida como una saludable derogación de la inexorabilidad de la cosa juzgada; como una consoladora salvaguardia que al hombre se ofrece contra esa necesaria y temible máquina de la Justicia que, como decía Galsworthy, habiendo recibido un impulso ajeno en su origen, sigue rodando por sí misma. Por su propia naturaleza humana toda institución, aun esa tan alta y admirable de la Justicia, tiende a encastillarse, a saeralizarse. Siendo radicalmente distintos la Justicia, que es una virtud cardinal, y el Tribunal, que tiene por misión hacerla, parece inevitable la metonimia por la cual el Tribunal justo y falible llega a creerse la Justicia misma. El abogado André Soülier y el presbítero Boyer, al obtener la revisión de ese proceso, restablecen la necesaria, distinción entre la Justicia y el juzgador, efecto que resulta muy superior a su causa ocasional, la culpabilidad o la inocencia del desdichado Deveaux. Dadme un abogado que fable per mi vida escribía ya aquel gran humanista que fue el arcipreste de Hita. El abogado, en efecto, no representa a la Ley, sino al hombre. T el hombre, creador de la Ley, receptáculo del sentido de! a Justicia, acaba por necesitar ser defendido hasta de sus propias y más augustas creaciones. -Lorenzo LÓPEZ SANCHO. sóSo Luxindex ío reúne iodo Carnet, agenda, billa tero, portadocumentos, cartera, archivo- condertsado en el más útil y sencillo elemento de uso persona! Et CARNET DE LO 5 JtFES Pida folUt D 1 SESPA J. Ortaj y 3 t. 31 S t DE VENTA EN LOS ESTABLECIMIENTOS DEL RAMO I Y AHORA TAMBIÉN EN EDICIÓN INTERNACIONAL, EN SEIS IDIOMAS ALQUILO TIENDA AMPLIO SÓTANO RÍOS ROSAS, 11

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