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ABC MADRID 26-09-1969 página 20
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ABC MADRID 26-09-1969 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
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LOS VOLCANES DE CENTROAMERICA E El cráter forma una laguna, normalmenN recorrido moroso por la carretera interamericana, partiendo de Méjico te estable. Pero en aquel diecisiete año y acabando en Panamá, nos sitúa de la fundación de la ciudad un violento a la vera de un grandioso espectáculo vol- diluvio aumentó las aguas embalsadas y la cánico. El istmo centroamericano es una presión rompió una de las paredes del crepitación de verdor, en Ja que han im- cráter, precipitándose aquel incontenible puesto su dictadura mineral un sin núme- caudal sobre la ciudad, a la que destruyó totalmente siendo gobernadora la viuda de ro de volcanes. En el umbral de Centroamérica el vol- Alvarado, doña Beatriz de la Cueva. cán Popocatépetl. Recorremos una impreTodos los demás volcanes están situados sionante orografía desnuda desde Méjico en las zonas sur y oriental. El QuezaltepsB. F. a Guatemala. Con sus cumbres ne- que tiene una fonética claramente vervadas es como un preludio de ese tremendo nácula, así como también el Tacana y el eczema volcánico que, atravesando Centro- Ipala. américa, se prolonga por toda la costa EL SALVADOR iberoamericana del Océano Pacífico. En El Salvador los volcanes. son tan caEl ¡paisaje que se nos entra por la venfrjjülla es una endiablada sucesión de pie- racteriza dores que la misma capital, San gamientos montañosos de color pardo. No Salvador, está situada a los pies del volcán hay verdores expansivos porque casi no hay de su propio nombre. El más interesante vida vegetal. Se trata de montañas reple- de todos es el volcán Izalco, que es uno de tas de jara deslucida y lacia que presen- los más individualistas de Centroamérica. En sus proximidades se yergue un comtan ese color proletario Que tiene la piel plejo turístico, situado frente al bisel del de la hiena. cráter, que permite ver perfectamente la gigantesca boca del monstruo. GUATEMALA Un guardián, con ostentoso revólver al Guatemala es un país crucificado por cinto, sirve de guía para enseñar las conlos volcanes. Umita con ellos por sus pun- fortables habitaciones y la magnifica sala tos cardinales. Hay 30 en el pequeño país de fiestas, cuya fachada de cristal, frente y por razones sistemáticas los estudiosos al Izalco, introduce en el amplio local la les agrupan por zonas. Así. en la zona occi- adusta morfología del giganta orográfico. Recorrer El Salvador es asimilar toda dental, hay once, destacando entre ellos el Tajumulco, que es el más elevado del país, una teoría de volcanes. Ds volcanes singucon 4.211 metros; el Atitlan, que con su lares, majestuosos. Producen una impresión lago, sus islitas, sus euíorbias y sus reco- extraña. Por el exabrupto de su corcova letas playas constituye un paisaje de ex- rebelde. Se trata de montañas rotundas, cepción y el Cerro Quemado. En la zona descaradamente emergidas de una topogracentral hay tres. Son especialmente famo- fía extrañamente plana. Son como forúncusos esos vigías de Antigua, conocidos con los rebeldes de una ¡pacífica llanura y tan los nombres de Volcán de Fuego y Volcan inesperados, tan surgidos sin el previo avide Agua. Sus paisajes parecen la traduc- so de alguna estribación justificadora, que ción de una Suiza tropicali ada y enarde- parecen irreales, convencionalmente artificiales. Tienen esa rotundidad, ese aislacida. Este último va ligado a los tristes re- miento oue caracteriza al Peñón de Gibralcuerdos de la ciudad de Santiago, fundada tar, soberbio, único, sin asideros estribacionales. en ias faldas del volcán Hunapuj. En estos volcanes gigantescos, engreídos, es fácil ver el cráter en forma de hendidura muy marcada y muy negra. Son nuestros vecinos de ruta. La carretera interamericana pasa cerca de los principales volcanes criollos. Y en realidad silos son los principales protagonistas del recorrido. Son los verdaderos rascacielos del istmo centroamericano. Solitarios y jerárquicos entre la grey agraria de la próspera planicie, son los auténticos señores del paisaje. En El Salvador todavía no hemos olvidado el azufre del volcán cuando ya la costa se convierte en carretera y cerca de la plaza El Zunzal el mar se nos mete en los ojos y en el olfato. A vueltas con el paisaje, nos topamos con nuevos volcanes, que nos reafirma en esa idea de que en Centroamérica son como monografías orográíicas. Son una élite que opone su aislada gitanería geográfica a la gregaria alineación paya de las cadenas montañosas normales. En Itsmania generalmente los volcanes se yerguen imponentes y aislados, emergiendo de una mansa llanura circundante. Por contraste, las montañas corrientes se despliegan en inacabables cadenas de más modesta estatura. Si hubiese un Gotha geofísico de estas latitudes, los volcanes serían los reyes y las otras mantonas la nobleza orográfica- que se afirma sobre el estado llano de los campos labrados. En África es distinto. En Fernando Poo los volcanes y los descomunales cráteres y las calderas abisales aparecen amalgamados con los sistemas montañosos en encadenamiento mixtificadores. Es como si en el África ecuatorial montañas y volcanes formasen una corte tertuliadora en la que conviven nobleza y realeza. En Centroamérica los volcanes son insociables. Son gallardos monolitos casi cónicos que afirman su individualidad desde el castillo de su mola, separada de esos otros castillos menores que son las restantes Lago de Atitlán. Al fondo, el volcán San Lucas. El Salvador. Volcán Izalco

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