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ABC MADRID 21-09-1969 página 121
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ABC MADRID 21-09-1969 página 121

  • EdiciónABC, MADRID
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La ópera Turandot en una modernísima versión escenográfica, ha sido representada en la Arena de Verona este año. Desde 1913, el antiguo anfiteatro se convierte en un gran foro para dieciocho mil espectadores. LA OPERA EN EL MUNDO Por Antonio FERNANDEZ- CID LA ARENA DE VERONA, CUMBRE DEL ESPECTÁCULO LÍRICO UNIVERSAL UN PAÍS QUE SUBVENCIONA CON DOS MIL MILLONES DE PESETAS EL BEL CANTO ¡Y los Amigos de la Opera de Madrid, la capital sin teatro, como espectadores deslumhrados! TRONICAS periodísticas de urgencia, recogieron personales comentarios en torno a las representaciones de Tundot Aída y Don Carlos contemadas en la Arena de Verona, gracias viaje organizado por el Instituto Itamo de Madrid para los Amigos de la jera en la capital de España. Entonces I habló de los cantantes y se apuntaron gunas consideraciones sobre las obras y concepto rector de las mismas. lias panas del Suplemento dominical de A B C, anpre abiertas a la música, pueden aho permitir que completemos aquellas im esiones, ya con vistas a un más general opósito: el de servir información sobre L teatro abierto único en el mundo, lec n para el mundo y de manera particur para nosotros, que incluso no lo teness de tipo normal, siempre excepción hecha del laceo barcelonés, glorioso y meritorio por lo que la continuidad de sus ciclos tienen de esfuerzo particular abnegado. Sí; en la Arena de Verona, un centenar de madrileños hubieron de sentirse deslumhrados y violentos. 5 De manera particular el critico, destinatario de las preguntas formuladas por grandes cantantes, como Fiorenza Cossotto, Cario Bergonzi, Piero Capuccilli, todos ellos dentro del entusiasmo de los operófilos madrileños y fundidos en el mismo deseo de saber, en la misma pregunta: ¿Qué pasa en Madrid? ¿Qué ocurre con el Teatro de la Opera prometido? ¿Cómo es posible que, con un público tan óptimo y caluroso, no haya forma de brindarle representaciones presentadas con la holgura que hoy se reclama por el mundo? No se olvide este aspecto. Pasó la época en la que el simple imperio de la voz dictaba el sí o el no de una velada. Sigue, claro, en primer plano el divo pero se exige arropado en consonancia, con direcciones musicales y escénicas de primer orden; con movimientos de conjuntos bien preparados y luces que funcionen con exactitud. Por cantantes, una Aída como la que oímos, no es difícil de superar; no así el Don Carlos de sensacional, insuperable reparto; pero en una como en otra, en la etxraordinaria conjunción de voces y la menos brillante, había motivos harto suficientes para que sintiésemos interés y brotase el aplauso. DIECISEIS REPRESENTACIONES E N MADRID; VEINTITRÉS EN LA ARENA BE VERONA... Escribir así puede ser arma de dos filos, bien lo sé, para el lector que no quiere admitir la relatividad de las cosas. Lo que se hace en Madrid ahora, con carácter esporádico, es digno y, sobre todo, es admirable prueba de que un apoyo superior, si bien tasado por limitaciones de presupuesto, conduce a resultados que hace unos años habrían parecido imposibles. Pero, ¿qué dirían los que se escandalizan porque las dieciséis representaciones madrileñas cuesten seis, ocho millones de pesetas, en un teatro con poco más de mil plazas, al saber el gasto que determinan las veintitrés funciones anuales de la Arena? ¿Cómo culpar al Ministerio de Educación y Ciencia, la Dirección General de Bellas Artes, la Comisaría de la Música si no se ponen los medios materiales en sus manos? Porque de la eficiencia, cuando disponen de ellos, ha pruebas que se llaman Orquesta Nacional, Decena de Toledo, Festival de

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