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ABC MADRID 19-09-1969 página 3
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ABC MADRID 19-09-1969 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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EDITADO PRENSA M D POR ESPAÑOLA, R I D SOCIEDAD ANÓNIMA FUNDADO EN 1906 POR DON TORCUATO LUCA DE TENA ABC cados por un estímulo psíquico, los cuales promueven ordenadas regulaciones en el organismo y recuperaciones de la salud. Los médicos saben la complejidad del tratamiento de las enfermedades y por ello viven informados, per una parte, por las ciencias naturales y físicas, incluso por las ciencias exactas, y cada vez más hondamente realizan sus estudios a través de la lógica matemática y de la sabiduría científica positiva y se advierten que han de conocer mucho de las ciencias humanas y sociales. Las ciencias físicas y matemáticas fundan sus verdades en el mundo físico, que es rígido en sus leyes e inmutable en sus principios, poseyendo la mágica virtualidad de lo perenne. Las ciencias sociales y humanas operan con acontecimientos fluidos y cambiantes y dentro de ellas surgen, más que mutaciones imprevisibles, como en Biología, acontecimientos producto de la radical capacidad que el hombre posee de hacer esto o lo otro, de ser optativo y, por lo tanto, capaz, de crear situaciones originales y nuevas, y ello lleva a las ciencias humanas y sociales al inconveniente de que sus leyes no posean seguridad y se presenten siempre envueltas en el halo oscuro de la incertidumbre. Hoy sabemos que hay objetos que son, por su naturaleza, objetos de la ciencia, y cuando se pretende desde la Historia o desde la Sociología hacer cientificismo se comete un abuso de lenguaje, pues hay problemas y hechos en esta ciencia que no pueden ser incluidos dentro del campo de las Matemáticas y no son matematizables. Estas limitaciones inducen a estas ciencias humanas a apoyarse en informaciones que poseen de ciencias naturales con las que están muy próximas, como son la Antropología, la Etnología, la Psicología experimental, incluso la moderna Lingüística científica. Un drama no puede nunca ser objeto de R E D A C C 1 0 N, A D M I N I S T R A C I ON Y TAL L E R E S SERRANO, 61- MADRID E N un artículo a p a recido en esta t e r c e r a página bajo el título Las bebidas visuales José María Castroviejo, autor del mencionado artículo, me pide aclare cierto aspecto de lo que aconteció al personaje enfermo que ante un brindis por su salud realizado por alguien en su presencia experimentó una importante mejoría. Castroviejo es un escritor de prosa exquisita y las palabras que escribe evocan siempre en su lectura un eco que es mezcla de voz de seda y sonido de arcaicas campanas de bruñidos bronces. Es un escritor en permanente solicitud ante el misterio y el que lea el cuento que aparece en el artículo mencionado se sentirá movido a estimar a este escritor poseído de una especial forma de concebir el mundo y los hombres. Creo que ello se debe a que siente y res- v peta el misterio que nos envuelve, incluso que ama a este misterio y, como todo el que vive en esas altas zonas del espíritu que rozan la Escatología, ve misterio en todo lo que acontece a nuestro cotidiano vivir. En su Galicia adorable pueden producirse figuras arquetípicas como la suya, pues allí la trascendencia de verdad sí que anda en constante comunicación con las cosas más nimias. Las hierbas de su país no poseen raíces. Son ingrávidas y parecen nacidas para refrescar la boca de doncellas ideales. Son hierbas inacabadas, siempre sin nacer y morir y que nunca descubren el suelo de donde nacen. Se dirige a mí seguramente Castroviejo como naturalista y médico, pues es necesario esclarecer el hecho de que un hembre enfermo, preso de ansiedad, desasosiego y fiebre transforme su cuerpo y su espíritu sólo porque un sujeto con un gran botellón de cristal después de brindar a la salud del enfermo... se lo bebió de un solo trago... Si el cuento es producto del ingenio y de la capacidad fabulatriz de Magalotti o es pura experiencia referida como una anécdota sorprendente y misteriosa, es algo que no podemos conocer. Los médicos, sin embargo, sabemos por experiencia que, al margen de nuestra sabiduría libresca, a la cabecera de los hombres que sufren pueden otros hombres, con su expresión y mímica, con el tono de su voz, con el contenido de sus palabras, incluso con el significado de sus movimientos, derramar sobre el enfermo chorros de estímulos reparadores que promueven mejoría y alivio de la enfermedad. Explicar científicamente por qué al ver ei paciente cómo el agua fresca resbala por la garganta de un sujeto experimenta también frescura y alivio puede hacerse hoy a través de consideraciones propias de la psicogénesis o incluso a través de inconscientes procesos fisiopatológicos evo- ANÉCDOTA SORPRENDENTE PATRONES FRANCESES E ITALIANOS GELTRA estudio de las ciencias físicas y naturales, y las ciencias naturales, pese al esfuerzo que realizan para hacer analogía con las ciencias físicas a través de las tesis del estructuralismo del continuo y discontinuo de la vida, no pueden resolver definitivamente su medular inseguridad. Algún sociólogo, como Henri Lefébre, acusó de terrorista a alguien que, en nombre de las ciencias sociales y humanas, utilizó la palabra ideología En los Estados Unidos se ha creado una ciencia de la conducta humana (Behavioral Science) que quiere gozar de las virtudes de seguridad de las ciencias físicas. Siempre es difícil delimitar, sin embargo, lo que es científico de lo que no lo es. Nuestra propia petulancia al explicar el nivel de cultura de civilizaciones viejas y periclitadas hace miles de años nace de que queremos ignorar que el hacha de piedra y las herramientas construidas y minerales extraídos de la tierra son producto del azar o de una pobre inventiva del hombre y no, como en realidad son, resultados de esfuerzos racionales de análogo significado al que realizan los científicos de nuestros días. Al hombre hoy y siempre no nos podemos acercar con propósito de conocerle iluminándole sólo con la potente luz de la razón. Hay que llevar abierto algo que poseemes todos dentro del pecho que enmarca nuestro corazón, que es el sentimiento, y en éste hay inmensas posibilidades de relación y de influencias todavía esotéricas y quizá per siempre misteriosas. De ese campo emanan probablemente los factores que produjeron alivio al paciente del artículo de José María Castroviejo. Ante un semejante hemos de pensar y hemos de sentir, y si éste es un hombre que sufre en su alma o en su cuerpo, hemos de ofrecerle con sinceridad o con propósito racional motivos para que sus sentimientos encuentren posibilidades de poner en marcha, si se trata de un enfermo, regulaciones que le lleven a la mejoría y al alivio, incluso a su curación. Los poetas, igual que los enfermos, tienen su alma en alerta para sentir. De ellos aprendemos a confundir nuestras emociones y estados de espíritu con nuestras sensaciones. Por ello, las bebidas visuales utilizadas por un curandero fueron realidad y ejercieron una función sanadora. Juan Ramón Jiménez, también cuando sueña con Natalia, confunde su emoción con la sensación de fresco y con un color determinado y así ve su nuca fresca y rosa Y el mismo poeta se preguntó una vez, angustiado de respuestas: El amor, ¿a qué huele? Arturo FERNANDEZ- CRUZ

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