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ABC MADRID 06-09-1969 página 10
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ABC MADRID 06-09-1969 página 10

  • EdiciónABC, MADRID
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En esta página se reproducen pisapapeles de Baccarat (colección Mme. Buges) pisapapeles con mariposa (Baccarat) y pisapapeles con camelia blanca sobre fondo rosa (Saint- Louis) de la colección de R. Imbert, decorador y autor con Y. Amic, de un famoso libro, como el de Bergstrom, sobre ia materia. LA ZARABANDA DE A resultado, sin duda curiosa, la aparición de una serie de anuncios en la Prensa estableciendo sus autores una insólita y recíproca contienda de ci fras, un tanto fenomenales, en relación con supuestas compras de pisapapeles de cristal, con dibujos o adornos dentro. Todas las formas de coleccionismo son aceptables; pero lo que sucede es que. hay unas que entran de lleno en el hábito y comprensión de la generalidad de las personas, y, otras, menos corrientes, que llegan a estimarse como prácticas excéntricas, casi como particulares manías. Hay simpatizantes de los coleccionistas, sean de lo que sean, y escépticos del coleccionismo, entre los que lo son, por derecho propio, los que... no han podido coleccionar nada nunca y, sospechan, que seguirán siempre dentro de esa imposibilidad. Hay coleccionistas... de todo o casi todo. Hay coleccionistas visibles, que trascienden como tales, que se suelen exhibir y que, siempre, dejan unir su nombre a su afición y con ésta parecen definir sus idas y venidas. Hay coleccionistas sordos- -en el sentido de su poco descubierta actividad- insospechados para sus amigos o vecinos, que esconden para su exclusivo H leite o cálculo sus piezas y que jamás H comunican el estado o ampliación de su colección muy amada... como no sea a otros colegas más o menos tan reservados como ellos. En fin, todos sabíamos que había coleccionistas de pisapapeles de cristal... porque lo sabíamos, lo suponíamos, pero por su silente existencia casi los habíamos olvidado... ¿Pero qué ha ocurrido ahora, de repente, para que se produjera, en cadena, una especie de imprevista descubierta de entusiastas coleccionistas de pisapapeles? La observación- -además de la lectura- -diaria, atenta, de los periódicos precipita a ver bien, cuidadosamente, la forma de presentación, y aun la repetición de los anuncios, su tamaño, su redacción, su trasmundo (casi todos lo tienen) lo que es, en los tiempos agrios que vivimos, revelador y sugestivo... y a veces hasta desmoralizador. Hemos asistido todos con renovado asombro, por término de muchos días, a esta especie de cach- as- cach- can publicitario, con el que nos dejaban cortada la respiración al paso de cada nueva página, o golpe, los esforzados coleccionistas de preciosas, y costosas, bolas de cristal. Nos han hecho interpretar que se trata, por lo visto, de personas de ánimo resuelto y, todos, con disponibilidades para luchar con su adversario en pie de igualdad y con parejas armas: equivalentes (por milímetros) superficies- -o palestras- contundentes y estrictas y parecidas palabras- -o lanzas- y el ataque implacable de las cada vez más altas ofertas- -o toques. Digamos ya que París bien vale una misa, y los pisapapeles de cristal, muchos ciertamente bellísimos, bien valen- -casi- -esta peregrina pugna. Realmente hay algo de orbe encantado en estas pesadas bolas que no pueden verse atentamente sin emoción. Hay algo que induce a pensar y pensar cuando se mira profundamente cada pequeño universo de flores diminutas, las mariposas, las serpientes, las hojas y tratos, los peñascos, las bellas veladuras y rebujos de materias raras, porque todo, en sus conjuntos, llega a producir un impresionante efecto de naturaleza estática, paralizada y en todo su esplendor por los siglos de los siglos. Es curiosa, sin duda, la invención y copia por los países de Europa, de los vidrios afiligranados a la manera de Vesiecia, los millefiori que, según se cuenta, un viajero francés vio en Viena hacia 1845 en una Exposición y llevó, rápido, a París, de tal modo que en el mismo año la Cristallerie de Saint- Louis comenzó a

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