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ABC MADRID 17-08-1969 página 132
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ABC MADRID 17-08-1969 página 132

  • EdiciónABC, MADRID
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M -I UNA PATÉTICA DESPEDIDA NDABAN por 1 M callea dcsleriM- Un J U e v e a n t o lleno át trío. Ca- lftn u n u ébU gotaa deateoi. Atravesaron callea r placas e n pMado íllenclo. La pequeíVa estación ferroriaiia M acercaba A t 09 El bmio del hombre rodeaba la cintura de U mujer pensativa y triste qtM caisioaba a su lodo. OeJ rKLme r 1 mir por aquolU ternura. Una atifiuUa il AariAntc ae le habla olavado permanecí tflOHnLe en u n Al tío Inde. terminado entT el estúmago y el ooravón í ¿Anila el alma por ahl. 7i La eataclún provlnclarm era i equ fla. El fría de aquella tarde de abril entraba por lají p u r t u QU e abHan contlnuamente. y M quedab dent aenlándoee POT los rincones y subiendo fxairt el lecho, donde se airemoUiiaba el humo Ot tanto cigarrillo neero. La buKó uxi rlncún en el bar. donde encontré una mesa apartada. Se seütoion frente a írenteLos dos estaban aerlo tristes, pfoíundamente Exruatlvos UnasínAndoae e o u u deaajp dablefl Jlcoan de te: Tlt e IncorUdumbre para un futuro práxlmo, que no ne atreví an a aírofitar. Se despedían... T a l vea para lempre, tal V d no, en e ie casa serla par mucho tiempo Dolor desgarrador también, La d u p e d l d u amorosas no se abe por cu nto tiempo, son todas patéticas, pe o. Si, adernáa. san en tren. El tren cuuido parte Üene mucho üe deíge- rrador. Arranca, rompÍH corla- Reja el aire; e b n o c a la marcha, Ki ruido hiere, araña la piel, u tienen m garnafl de llorar. Ella hacia mucha Uempo que no v a t arUr un tran, por lo que ahora le parecía casi Insultante, acentuando m penaDcBOladora la estación con laa cuatro paredes de la aala de espera vuelan y itperas, donde el irlo se mezclaba con la pobre gente, r JU. en medio del desgarro de la despedida, la eataclún. Toda laA estaciones son íeaA, oscuras y irH PreroHa el rciar donde la p a r a d a era lenta y suavt. Prefería el cielo que dejaba perderá? B loa viajeros que partían entre dibujos de nubea. pero Gta vez. q u i z f r la ¡ÜUlma vez, él lenla que marchar en treo. Tren, t r e n -El n o m b r e hería sus oídos zumbándole en laa sienes. Tren, tren, Y Al tt marchaba, ¿quito sabe h a H b a cii ndo? QuUA para siempre. T- vpiment; agonípjHdAitientc. e l l a se trjvló a decir: -Teoso Bl penoso presentimiento de que no te 7o y a ver m i l ES clavó sus c J o s apagados por un deaconsuelo iníimto, en loa de ella. Y tocándole una m a n o -No: MO. no. Volveremos a vemos, fío repitas tta palfl. bTa Quncfl mAs, A A ella fte Je subieron los oíos, y. con TOV tenue, dl o, L a Sfipar olOn doloroaa es peor que la muerte. Kay muchas aaes de dolor: dolores Aopartablea. El, dolor tríete y absurdo de la muerte de un er. razonablemente natural n dolor rabio? del despwho y de los celos. El dolor repuenante do U envidia. El dolor Tísico, tan usual y Y. el dolor mAs afudo. el dolor dulce, pacifico: el dolqr seco, profundo, 1 dolor Buave aln saber por quí, dónde ni cuando nace, Ese es el dolor m ¿s doioroso Es, el que siento yo a h o r a Y moviendo la cabéa lastUnoeameDtie- Cuando aietilen muere, nos deja im vacio durante alsün tiempo, nos sometemos al abandono óf esa perforada, pero, cuando alvuleo rjuerldo se nos VB, ¡dn morir, a lleva todo lo vpjioso que tenemos, deJOn donoa rotos, resquebrajados. s 6 o un poco muertos, que es m u t h o peor que e taimuerto del todo, port i hemos dejado úf eenttr, pero yo a h o r a si siento, y slenio. y alentó QUO te m e vas, llev julote lo aleare y bello de mi vida, lo ünlco subUm que tenia, lo míis valioso El no ee atrevía a comprender, El tren de tal alUo a tal sitio, esti Uegando, -Orltó uiiñ V M itfónlc por el altavoz, hajitfi donde ellos levantaron rus miradas con miedo: después, equellas dos miradas se cnisaton con mks miedo todavía. 5 e levantaron, fil andén estaba frío F rlo de aire y de lluvia Doa árboles secos, llenos de pudos viejos y retorcldOíS. estaban en un itcrcmo, como dos sombras carcomidas y siniestras del a n d í n suelo y, el cspantow letrero de Retretes también esta. ba allí, bandera de bajeza humana. s laJ de mal SMsto Aquello lo rOUipfa todo. Y los árboles como ahumados, y las baWosa deterioradas, y k a papelee reaados por el autío. Eran las cinco y media de la t rde. En pequeQos vrupos diseminados, is vente esperaba ruidosa e inquieta, con esa inquietud del viaje, con eee hormlflueo nervioso de la salida, con la alegría de una marcha consclehte hacia lo conocido, lo esperado, lo premeditado... Ellos se Apartaj- on pura apretarse bajo la lluvia, sintiendo el mido del tren qut as ucercaba, y el ruido de sus cotamnet que los Iba dejando con media vida Las cuatro manos, heladas de u n Trío más mtenso tjue el de aquella tarde df abril, estaban temblando. Apenas hablaban, no hacia (alta. Nlnauna; usar palabras conocidas que dijeran tan poco ya ¡a aquellas alturas Se detuvo el tren. Apretó la lluvia. ba nubes se pusieron mí densas haciendo bajar el cielo Sua doa bocas se aocrcajon, y una respiración profunda y cansada Que no CTA un fiuspluí. Lai pestañas se doblaban por el pe o de dos Ifcffrtmfta larvo ralo contenidas, que hablan estado tratando de mantener un eoulUbrlo por no desprenderse- -No. eso n o entonces no podr Y. ella somló, doiorosamente. falsamente, pero (omió. El marco de U puerta del departamento era como im ataúd EMusto de pie: Iwfío V estrecho, oscuro en su interior doiKle w destacaba la íleura del hombre con su cara pAllda, y aquello? ojoa tristes como dos cirios. Gl tren arrancó rApido. el ataúd 4 e movió. LA palidez de! rostro le pcrdld n la oscuridad veloi, y, ella tembló entera, auJetAndose el p h o para que no se le derramara nadn de aquel h rmoso dolor que era s 61o suyo. T entre el tren y el an 4 én. un adiós Uclto. Una barrera IndeetruciUble. 1 bUmo que separaLA ve 1 t cldad de un mostruo que partela Inmovilidad de una estadün vacU, apagada, llena de frío, nie queda. Ella era la ünlca superviviente üv aquella patética despedida, ella y aquellos dos árboles viejos que atabojí cansadoo de contemplar la mismft d o l o r o u escena, tan repetida, Que a ellos les pareció estrenar Orupos de gente, chillidos canciones dp vendedores, adloses sueltos en el aire, chasquidos de besoe y, luego... Tras un temblor leve de tierra, tras un ruido ripldo e infernal, el frío silencio de un andén anclo y vacio, y u n a mujer desgarrada que se quedaba sola, besando la ultima I m a a e n dtl hombre amado que Sc i b a llevándose un trozo de EU vida. Lo más b e 11 o, lo mAs sublime, lo más hemvoao. La e a p c ranaa, SI adlóa en medio. El aire que se rompe con la valocldQd de un tren, y siempre una mano h e l a d a temtilorcsa, y u n a lA l ü j a qU h a pi rdl k el equilibrio para resbalar débilmente por unas mejlllaa Tísecaa, La despedida habla terminado. Escucho el stlencjo de un andén vado, y sa volvió lentamente para encontrarse coü el vacío oscuro de toda su vida. Pinito del O l i o 6-

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