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ABC MADRID 13-08-1969 página 11
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ABC MADRID 13-08-1969 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página11
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LOS PATIOS N la hora roja del estío, cuando el calor acucia y acosa y nos hace buscar, entre las cuatro paredes de nuestro piso, el terrón de hielo, las aspas del ventilador, el frescor posible de una ventana entreabierta, pensamos en el patio de la casa del pueblo. Sí, los que hemos tenido una infancia de patio, sentimos, nostálgicos, la llamada de la mecedora, el arriate y la palmera, el susurro del aire en el toldo, el grito alegre del cubetazo en el agua fría del pozo incitante. En mi pueblo, en Arcos, por estas fechas, el patio centra la vida de la casa. Se cruza y se recruza en el trajín cotidiano, en esas horas punta de los quehaceres domésticos; mas cuando éstos ceden, el patio es el remanso, el lugar donde se cose o se borda, donde se lee. el libro amigo o se paladea la taza de caracoles, donde se parla de las mil pequeñas cosas que en el pueblo acontecen, donde se le erige un trono balanceante al abanico. Recuerdo siempre el patio de mi casa de la calle Nueva, con el verdor perenne de las aspidistras, la nieve del jazmín, la sangre del geranio, la sombra de la abuela en la mecedora de rejilla, los chumbos y la miel en la alacena; y las golondrinas de siempre, negriazules, flechadas, buscándole el E ir S hueco preciso al gran toldo de esparto, para acercar a la algarabía del nido el cigarrón o la libélula. Patios de San Francisco o de San Pedro, de la Cuesta de las Monjas o del Altozano, del castillo, de la Caridad, del Convento de Mercedarias... Patios que tiemblan bajo un delirio de cales, que huelen a gloria bajo una cascada de flores, maravillosa y absurda. De una cacerola, de una lata de azafrán, de un barril de aceitunas, surge el pensamiento o el geranio, la rosa roja, el nardo, el jazmín o el clavel. Chirría la carrucha del aljibe, silba- -limón cautivo- -el canario, rueda el aro de un niño. Vive l pueblo, late aquí su corazón. Tres sitias de palo, dos trenzas de niña y un sólo naranjo. El sol, que resbala por la enredadera verde, su luz malva. Y el pozo, que sabe ahogar los secretos todos, de la tarde. Así describió mi hermano Antonio, en pocos versos, este patio, estos patios que digo. Los secretos de la tarde que el pozo ahoga, pueden ser, por ejemplo, el rosa de la cal a la hora del poniente; su centelleo, luego, a la hora de la luna llena. Pleniciek) de estío, con una chicharra aserrando el silencio nocturno. Y el silbo monótono del cuco en la cítara de la azotea de la torre. Y el leve rumor del verderol que hunde su cabeza en el plumón del pecífí y se echa a dormir en ese mismo rincón del patio que él despertará, al alba, con su trino de plata, largo y afilado como un cuchillo. Carlos MURCIANO

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