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ABC MADRID 05-08-1969 página 12
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ABC MADRID 05-08-1969 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
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ABO. MARTES 5 DS A G O S T O DE 1969. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 14. de cada país, sin caer en el pecado de un intervencionismo abusivo ni dividir el mundo con un corte maniqueo entre buenos y malos como en los tiempos ya pasados del difunto Foster Dulles. El reconocimiento de esta originalidad nacional y de que los problemas subversivos deben resolverlos los propios Estados sin que nadie- -ni siquiera los Estados Unidos- -pretendan convertirse en el gendarme universal empeñados en reprimir lo que pertenece al dominio privado de un país, se ha repetido tanto en Manila como en Dyakarta, en Bangkok, en Delhi o en el propio Bucarest, dándole así una verdadera unidad a todo el viaje. Era exactamente lo mismo que Nixon había venido diciendo en su viaje europeo de hace medio año, cuando consideraba que los europeos debían resolver sus problemas particulares sin intromisión de nadie. En Manila, Nixon ha insistido en la misma teoría al proponer una solución asiática para los problemas asiáticos Después de la Europa para los europeos, ahora el Asia para los asiáticos. Naturalmente que los Estados Unidos están dispuestos a ayudar a los países que lo soliciten con sus gigantescos medios económicos, quizá mejor administrados que en el pasado, pero este auxilio no debe entenderse como una amenaza de acción militar para aplastar las subversiones internas de los países conmovidos, sino como un refuerzo a la voluntad nacional de defensa, resorte último e insustituible de la voluntad nacional. En este sentido el ejemplo positivo es la Indonesia, donde la revolución comunista se ha reducido gracias al esfuerzo del propio país y el ejemplo negativo del Vietnam, donde los Estados Unidos han tomado la carga de responder a la rebelión. Nixon pretende precisamente que no haya otro Vietnam. Esta doctrina del auxilio económico, en lugar del auxilio militar y del respeto de la integridad nacional de cada país para resolver a su manera sus propios asuntos, forma en realidad algo así como la primera fase de la nueva estrategia política americana, cuyo objetivo final es conseguir esa cumbre soviético- americana que establezca las bases efectivas de la coexistencia pacífica a la altura de los tiempos del hombre en la Luna y de las bombas apocalípticas. Y en cada etapa de su viaje parecía como si, por encima del interlocutor de turno, el presidente Nixon se estuviese dirigiendo a los rusos para demostrarles que incluso en Rumania, dentro del campo socialista, casi en el corazón de Ucrania, un líder occidental puede hablar con dirigentes socialistas, a pesar de la diferencia de sus convicciones políticas y tener buen cuidado de no entrometerse en los asuntos interiores del país. La etapa de Bucarest no ha sido un desafío a los rusos- -entre otras cosas, porque los rusos no lo hubiesen tolerado- sino una etapa en el viaje a Moscú que el propio Nixon ha sugerido al embajador soviético en Rumania y que constituye la culminación del propósito nixoniano. Pero antes quedan muchos y graves problemas por resolver. Berlín, la limitación de armamentos estratégicos, la división de Alemania, la guerra del Vietnam, la amenaza de China, el equilibrio del sudeste asiático... Muchos problemas pendientes, desde luego, que escapan a la buena voluntad de los hombres, pero que de todas formas será preciso resolver de alguna manera y lo antes posible. Si el viaje de Nixon sirve para iniciar el camino de las soluciones, el mundo entero le estará agradecido. ABC DIRECTOR: Torcuato LUCA d TENA DIRECTOR ADJUNTO Pedro de LORENZO SUBDIRECTOR: Jesús REVUELTA IMAZ REDACCIÓN. ADMINISTRACIÓN Y TALLERES: SERRANO, 6 1 MADRID. APARTADO NUM 43- TELEF 225 17 10 5 5 J Editor: PRENSA ESPAÑOLA, 5. A tfií planetario CADUCIDAD DE LAS CUARENTENAS No se atreve el hombre a tocar con la mano desnuda los misteriosos guijarros que se ha traído de su primer paseo lunar. Dos científicos del centro de Houston, que, por accidente, establecen un contacto real con esas temidas muestras, son puestos en cuarentena. Hay ya diecinueve seres humanos aislados, por esa causa, de sus semejantes. Es condición del hombre aceptar los riesgos conocidos; temer los imaginarios o incógnitos. Nada detiene, frena tanto cualquier progreso como ese miedo a cambiar, a entrar en contacto con cosas, materiales o no, desconocidas. Durante muchos años el cine y el teatro españoles no podían establecer contacto real con temibles qui jarros de ana enorme luna moral. Desconocían el cine y el teatro muestras de la conducta humana tan temibles, tan peligrosas, como el adulterio o el suicidio. En la imposibilidad de manipularlas la imaginación las magnificaba de la misma manera, tal vez, que esos científicos de Houston magnifican la amenaza de las supuestas esporas bacteriales llegadas de la Luna en los pedruscos traídos por el Apolo XI ¿Qué posibilidades de defensa tenemos ante esas bacterias terribles? nos preguntamos con pavor. Sospechamos que su desconocida virulencia podría aniquilarnos como los domesticados microbios europeos diezmaban a los soldados senegaleses traídos por Francia en la primera guerra mundial. Y de ese temor nace, con su espesa clámide de precauciones, la prudencia. De pronto, la cuarentena cumplida, los escritores, los directores pueden al fin manipular, no sin cautelas, aquellos prohibidos, temibles pedruscos. Aparece así como una nueva naturaleza, como una más profunda y rica vena en quienes andaban evasivos ante la realidad, en quienes sonreían ante la vida para disimular su obligada timidez. Vemos a Kuiz Iriarte quitarse los guantes de goma y manejar aguda, penetrantemente, con una muestra del adulterio y sus condicionantes, sus secuencias de orden social. Vemos a Saura penetrar como un minero, con la linterna sobre la frente, en el oscuro mundo por donde un hombre y una mujer, una pareja humana, pueden llegar a la muerte y al suicidio. ¿Nos contagiarán ese adulterio, ese suicidio, como si fueran esporas bacteriales irresistibles llegadas de un siniestro, desconocido, continente lunar? ¿No vendrán, por el contrario, a fortalecernos, a inmunizarnos? Traslademos el problema de lo científico, de lo literario, a lo político, a lo social, a lo docente. La necesidad de las cuarentenas es innegable. Sustancias hay, en estas esferas, tan cargadas de misterios y de amenazas como los pedruscos lunares. Mas el hecho de interponer entre ellas y nosotros un grueso, sí que trasparente, cristal; una cámara de vacío no ha de equivaler en modo alguno a renunciar a manipularlas, a examinarlas con el propósito, de darles un día entrada en nuestra atmósfera. Entre la Luna y el hombre se interponen todavía el espesor de tejidos especiales, las pantallas de los laboratorios. Sólo podrá decirse en rigor que se ha conquistado la Luna cuando ya no existan ni velos ni cristales por en medio. -Lorenzo LÓPEZ SANCHO. LA VUELTA AL MUNDO DE UN PRESIDENTE Vuelta al mundo en pleno triunfo, la gira orbital del presidente Nixon alrededor de la Tierra, se analiza a estas horas en cualquier rincón del planeta como un éxito que no ha empañado ningún incidente ni malhumor local. Desde, las Filipinas hasta Bucarest, pasando por el golpe de audacia de Saigón, las masas han acogido al presidente americano con amistad y hasta con entusiasmo y los habituales go home que crecen como espinas cuando un personaje americano visita países donde reina la libertad, no florecieron en Rumania, donde los soldados encargados de rendir honores corearon rítmicamente sus, deseos de que Nixon tuviese una larga vida, mientras el presidente se despedía de la multitud con un saludo en rumano- Troiasca Pritenia Romana Americana aclamando la amistad entre los dos pueblos. Pero este éxito, que no pueden poner en duda ni siquiera los habituales detractores americanos del presidente, debe entenderse como la consecuencia de un plan rigurosamente trazado y de un sensible cambio de la diplomacia americana, del que ya tuvimos un claro adelanto durante la visita a Europa del presidente a comienzos de este mismo año. Que el presidente del país que hace la guerra del Vietnam pueda ser recibido en Bucarest por una muchedumbre imponente que tiene la delicadeza de no recordarle el drama asiático, sólo puede interpretarse como la recompensa a un hombre que viene demostrando una clara buena voluntad en resolver aquel drama atroz. Si puede hablarse de una doctrina Nixon, de las relaciones internacionales y del papel que en el mundo moderno deben desempeñar los Estados Unidos será preciso reconocer que todo el viaje ha obedecido a una misma concepción y que no hemos asistido a dos viajes separados- -Asia y Rumania- sino a la repetición de idéntica doctrina durante todas las escalas del recorrido cumplido por el presidente. En Asia y en Rumania se han sostenido tesis muy parecidas, obedientes siempre a la voluntad de abrir esa era de la negociación que Nixon anunció en su discurso inaugural como heredera de la anterior etapa de confrontación. Desde Manila hasta Bucarest, el presidente Nixon ha dicho que quiere la paz y cree en los sistemas capaces de establecerla. Que estos sistemas hayan encerrado ciertos riesgos de malhumor ruso, en el caso de la visita a Rumania, no parecía, sin embargo, motivo suficiente para abandonar la oportunidad de realizar la demostración de que entre hombres de buena voluntad la coexistencia pacífica resulta factible, a condición, naturalmente, íe respetar las particularidades nacionales

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